domingo, 17 de septiembre de 2017

Jan Comenius




Comenius, el precursor de la pedagogía moderna
De nuestro corresponsal en la República Checa
EL PEDAGOGO Jan Comenius estaba muy al tanto de las deficiencias del sistema educativo del siglo XVII. Es verdad que nunca ha existido un método de enseñanza perfecto, pero el de aquella época en Europa era simple y llanamente espantoso.
En lugar de limitarse a lanzar acusaciones y quejarse, Comenius decidió hacer algo al respecto. ¿Qué fue lo que hizo y por qué? Además, ¿qué podemos aprender de quien es considerado el precursor de la pedagogía moderna?
Crianza y educación
Jan Amos Comenius (en checo, Komenský) nació el 28 de marzo de 1592 en Moravia, región de la actual República Checa. Era el menor de cinco hijos y el único varón de una familia de granjeros acaudalada.
Sus padres pertenecían a la Unión de Hermanos Moravos (también llamados Hermanos Bohemios, o Iglesia Morava), grupo religioso que se originó a mediados del siglo XV bajo el influjo de los valdenses y otros reformadores, entre ellos, Petr Chelčicky̌. Después de completar sus estudios en Alemania, volvió a su país natal. Más tarde, a la edad de 24 años, fue ordenado sacerdote de la Unión de Hermanos Moravos.
La razón de su exilio
En 1618, Comenius fue colocado al frente de la pequeña parroquia de Fulnek, ciudad situada a unos 240 kilómetros al este de Praga. En aquel tiempo, la Contrarreforma católica, destinada a combatir el protestantismo, se hallaba en pleno apogeo en Europa. El conflicto religioso entre católicos y protestantes alcanzó su punto álgido con el estallido de la guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Tras una década de lucha, la religión católica fue declarada la única confesión legítima en Moravia. A Comenius y a los miembros de las clases altas se les dio la oportunidad de elegir: convertirse al catolicismo o abandonar el país. Puesto que Comenius no estaba dispuesto a claudicar, trasladó a su familia a la pequeña ciudad de Leszno, importante centro de la Unión de Hermanos Moravos en Polonia. Aquello marcó el principio de un exilio que duraría cuarenta y dos años y que le privaría de regresar a su patria.
Mataderos de la mente”
Comenius se empleó como maestro de Latín en el Gimnasio de Leszno, una escuela para preuniversitarios. No obstante, al poco tiempo se sintió descontento con los métodos inadecuados de enseñanza, y con buena razón.
El sistema escolar de la época se encontraba en un estado deplorable. Por ejemplo, solo a los varones se les consideraba dignos de recibir educación, aunque se excluía a los que nacían en la pobreza. La instrucción en las aulas consistía principalmente en llenar la cabeza de los estudiantes con sintaxis, palabras y frases del latín. ¿Por qué razón? Porque la Iglesia Católica controlaba la mayoría de las escuelas del medievo, y dado que la liturgia se celebraba en latín, era fundamental la enseñanza de esta lengua para asegurar una provisión constante de futuros sacerdotes.
Además, no se daba atención alguna a fijar objetivos concretos en el aprendizaje, ni tampoco la educación que recibían los alumnos les ayudaba a pasar progresivamente de lo sencillo a lo complicado. La disciplina era severa, en ocasiones incluso cruel, y el ambiente moral, degradado.
No sorprende, pues, que el pedagogo escocés Simon Laurie describiera el sistema escolar del siglo XVII como “irremediablemente desorganizado” e “insubstancial”. Comenius fue aún más mordaz al llamar a las escuelas “mataderos de la mente”.
Surge un nuevo método pedagógico
Comenius no fue el primero que defendió la necesidad de una reforma educativa. En Inglaterra, Francis Bacon había condenado la insistencia en el latín y había aconsejado retomar el estudio de la naturaleza. En Alemania, Wolfgang Ratke y Johann Valentin Andreä, entre otros, también habían intentado hacer mejoras, aunque ninguno de ellos obtuvo el favor del Estado para sus proyectos.
Comenius propuso un programa para hacer amena y no tediosa la educación, y lo llamó pampaedia, que significa “educación universal”. Su finalidad fue establecer un sistema de enseñanza progresivo del que todo el mundo pudiera disfrutar. Decía que a los niños se les debía enseñar gradualmente, enlazando de manera natural los conceptos elementales con los conceptos más complejos. Asimismo, propugnó el uso de la lengua materna durante los primeros años de escolaridad en lugar del latín.
Sin embargo, la educación no debía confinarse a la adolescencia, sino abarcar toda la vida del individuo. Comenius escribió que el estudio tenía que ser “completamente práctico, completamente grato, de tal manera que hiciera de la escuela una auténtica diversión, es decir, un agradable preludio de nuestra vida”. También opinaba que la escuela debía centrarse no solo en la formación de la mente, sino de la persona como un todo, lo que incluiría la instrucción moral y espiritual.
Las obras de Jan Comenius
La primera obra de Comenius en el ámbito de la pedagogía se tituló La escuela maternal, publicada en 1630, y se concibió para ayudar a madres e institutrices en la instrucción de los niños en el hogar. A esta le siguió en 1631 la Puerta abierta de las lenguas, que prácticamente revolucionó la enseñanza del latín. El formato en que se editó distribuía el texto a dos columnas, en checo y latín, con el fin de que se pudieran comparar cómodamente ambos idiomas y facilitara el aprendizaje. La edición revisada de esta obra didáctica tuvo tan buena acogida que con el tiempo se tradujo a dieciséis idiomas.
La obra de más fama y quizá la más sencilla de su autoría fue Orbe pintado de los sentidos, una guía ilustrada de lectura para niños, que también constituyó un hito en la historia de la educación. Un catedrático de Pedagogía de nuestro siglo, Ellwood Cubberley, dice que “permaneció sin competencia en Europa por ciento quince años y se usó en los cursos de iniciación durante casi doscientos años”. De hecho, muchos de los libros de texto actuales siguen el mismo modelo genérico de la obra de Comenius al usar ilustraciones como ayudas didácticas.
Pronto, Comenius fue aclamado por su gran ingenio. Por toda Europa los eruditos lo consideraron su dirigente y buscaron su asesoramiento. Según la publicación Magnalia Christi Americana, su fama alcanzó tal grado que en 1654 se le invitó a ocupar el cargo de rector de la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts (E.U.A.). Sin embargo, rechazó la proposición ya que no buscaba fama, gloria ni prestigio.
¿Cuáles fueron sus motivos?
Después de analizar la vida de Comenius, uno no puede evitar preguntarse cuáles fueron sus motivos. Concebía la educación como una fuerza capaz de unificar a la humanidad, y sostenía que una educación universalizada contribuiría a mantener la paz mundial.
Comenius también vinculó el conocimiento a lo religioso. Creía que por medio del conocimiento, la humanidad se orienta en última instancia hacia Dios. Y puede que esta haya sido su principal motivación.
Las ideas pedagógicas de Comenius son válidas hasta el día de hoy. Sus métodos de enseñanza sistemáticos, lo que abarca el uso de imágenes, se emplean por todo el mundo, como por ejemplo en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower. Cada uno de nosotros puede beneficiarse de sus métodos al estudiar la Biblia personalmente o en familia. ¿Cómo?
No conviene sobrecargar a los alumnos con materias que no sean apropiadas para su edad, su inteligencia y su condición particular”, escribió Comenius. Por consiguiente, cuando enseñe a sus hijos acerca de la Biblia o de cualquier otro tema, trate de adaptar las lecciones a ellos. En lugar de usar el sistema convencional de preguntas y respuestas, ¿por qué no les cuenta historias de personajes bíblicos? Consiga interesarles, quizá dejando que dibujen escenas bíblicas o instándolos a representar pasajes de la Biblia. ¡Use su imaginación! Los resultados compensarán el esfuerzo (Proverbios 22:6).
Además, aproveche al máximo las publicaciones ilustradas concebidas especialmente para enseñar a los jóvenes de manera progresiva, entre ellas, Mi libro de historias bíblicas y Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas. Al estudiar la Biblia con personas de cualquier edad, intente hacer que la experiencia sea ‘completamente práctica, completamente grata’.
Un legado duradero
Cuando el fuego se propagó por toda la ciudad de Leszno en 1656, Comenius perdió casi todos sus bienes. Afortunadamente, nos legó riquezas de otras características. El libro A Brief History of Education (Breve historia de la pedagogía) dice: “Comenius [...] puso todo el énfasis en la instrucción basada en las cosas y no en las palabras, y convirtió la enseñanza del conocimiento científico y de la información de utilidad mundial en la tónica de su obra”.
Es más, merece que se le reconozca el mérito de convertir la pedagogía en una práctica más científica. Sus métodos transformaron por completo el concepto escolar. El educador estadounidense Nicholas Butler dijo: “El lugar de Comenius en la historia de la pedagogía es de importancia capital. Él introduce y lidera todo el movimiento moderno en el ámbito de la enseñanza elemental y secundaria”. Los testigos de Jehová, ávidos estudiantes de la Biblia, también tienen razones para estar agradecidos al precursor de la pedagogía moderna.

En 1657, Comenius publicó en latín su Didáctica magna como parte de Opera didactica omnia.
Publicados por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

Principios pedagógicos de Jan Comenius
Sobre la cantidad de materia: “El maestro debe enseñar no todo lo que sabe, sino lo que el alumno pueda asimilar”.
Sobre la metodología: “Enseñar bien es permitir que el alumno aprenda de manera rápida, agradable y completa”.
El buen maestro es aquel que sabe soportar pacientemente la ignorancia de sus estudiantes y al mismo tiempo disiparla con eficacia.”
Enseñar no tiene otro sentido que mostrar cómo difieren las cosas en sus diferentes propósitos, formas y orígenes. [...] Por lo tanto, quien diferencia bien, enseña bien.”
Sobre la relación lógica: “Todo lo que no comunica sentido no se puede comprender ni valorar, y en consecuencia, tampoco se puede memorizar”.
Cuando faltan detalles, es casi imposible comprender o evaluar un asunto, e igualmente imposible de memorizar.”
Sobre la comprensión: “Entender una cosa es en buena medida percibir por qué y cómo se relaciona en cualquiera de sus partes con algo más, y cómo y hasta qué grado difiere de otras cosas semejantes”.
Bien se ha dicho que debemos leer algo la primera vez para averiguar su contenido; la segunda, para entenderlo; la tercera, para grabarlo en la memoria, y la cuarta, repetirlo en silencio para comprobar que lo dominamos.”

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