viernes, 18 de agosto de 2017

El pan negro

Os habéis adentrado en un desierto armados hasta los dientes, con dardos impregnados del veneno de la maldad, espadas con el filo de las calumnias, flechas lanzadas con la fuerza que produce la tensa cuerda de la soberbia, disparos cargados con la certeza del odio, vuestros pies calzados con las botas del orgullo, y vuestras alforjas, llenas del pan con que os alimentáis mientras os adentráis en este desierto. Pan amasado en la oscuridad de noches de tormentas, cubiertas de negras nubes, de las que habéis cogido la negra harina de los celos, y mientras vertéis en ella la sal de la avaricia, os regocijáis de vuestro inminente triunfo dejando la masa fermentar después de vaciar en ella, toda la levadura de vuestro cinismo, y pedís ayuda por todos lados, para calentar el horno que habéis encendido, y después de cocido, arrancando de mi corazón la harina blanca de mi inocencia, cubrís ese negro pan con ella, y lo enseñáis al mundo como si vuestros corazones fueran los más puros, y enseñáis al mundo, el amargo ajenjo que bebéis, como si fuese agua refrescante y cristalina, y el mundo os aplaude reflejándose en vosotros, y alzando las manos todos al unísono decís: ¡”Que buenos somos”!. Pero la vida hace que siempre salga la verdad, tal como después de una noche negra y profunda, así como va amaneciendo poco a poco, tal como aclara el día, así va saliendo la verdad, solo hay que estar despierta y esperar que salga el Sol, ese mismo Sol que acaricia con sus rayos,
los corazones oprimidos, es el mismo que se convierte en fuego abrasador
que derrite la soberbia, solo que a veces parece que tarda tanto en amanecer. Y tú, si tan ciega eres, justicia, como dicen por ahí, ¿Por qué entonces no usas tus manos para arrullar mi corazón, y asì yo esperar tranquila que amanezca el día, y levantarme y salir al balcón de la vida y respirar, respirar, respirar....? ¡Oye mamà!....¡Oye papà....! ¿Cuàndo vàis a venir a buscarme? Es que estoy cansadita y tengo penitas en mi corazòn

penasdeniña