jueves, 22 de junio de 2017

Casiodoro de Reina





Casiodoro de Reina y su lucha por tener la Biblia en español.

LA ESPAÑA del siglo XVI, dominada por la Iglesia Católica, que ordenaba a la Inquisición reprimir el más mínimo atisbo de heterodoxia, era peligrosa para el lector de la Biblia. 

Al sur, sin embargo, vivía un joven que, además de leer las Escrituras, había hecho votos de traducirlas a su lengua vernácula para que todo español pudiera leerlas. 
Se llamaba Casiodoro de Reina.

El interés de Reina por la Biblia se avivó durante los años que residió en el monasterio de San Isidro del Campo, no muy lejos de la ciudad española de Sevilla. 

En los años cincuenta del siglo XVI, la mayoría de los monjes de aquel extraordinario convento dedicaban más horas a leer las Escrituras que a sus deberes canónicos. 

El mensaje de la Biblia modificó sus opiniones, de modo que rechazaron las doctrinas católicas sobre la veneración de imágenes y la creencia en el purgatorio. 

Fue inevitable que sus creencias se hicieran del dominio público en la región, de forma que decidieron huir al extranjero por temor a que los detuviera la Inquisición española. 

Reina figura entre los doce que consiguieron escapar a la ciudad suiza de Ginebra.

Se había librado por poco; tras esto, viajó de una ciudad europea a otra, y de algún modo siempre se las arregló para adelantarse a sus perseguidores. 

Aunque en 1562 los frustrados inquisidores lo quemaron en efigie en Sevilla, aquella brutal amenaza no logró que Casiodoro desistiera de su empeño de traducir las Escrituras. 

Pese a que su cabeza tenía precio y vivía con la amenaza constante de ser detenido, trabajó sin cesar en su versión española. 

Explicó: “Sacado el tiempo que nos han llevado o enfermedades, o viajes, [...] no hemos soltado la pluma de la mano”. 
(La ortografía de las citas del artículo está actualizada.)

Al cabo de diez años, Casiodoro había consumado su labor. 

En 1569 se editó en la ciudad helvética de Basilea su versión de la Biblia entera. 
Esta destacadísima obra era la primera traducción al español de toda la Biblia a partir de las lenguas originales. 

Por siglos se había contado con Biblias en latín, pero este era el idioma de los privilegiados. 
Reina creía que todo el mundo debía comprender las Escrituras, de modo que arriesgó la vida para conseguir 
su meta.

En la introducción a su versión explicó sus razones: 
“Prohibir la divina Escritura en lengua vulgar no se puede hacer sin singular injuria de Dios, e igual daño de la salud 
de los hombres, lo cual es pura obra de Satanás y de los que él tiene a su mandado. [...] 
Habiendo dado Dios su palabra a los hombres, y queriendo que sea entendida y puesta en efecto de todos, ningún buen fin puede pretender el que la prohibiere en cualquier lengua que sea”.

Se requería valor para publicar tales afirmaciones, pues hacía solo dieciocho años que un índice expurgatorio de la Inquisición española había prohibido específicamente la Biblia “en romance castellano [o] en otra cualquier vulgar lengua”. 

Es patente, pues, que Reina no permitía que el miedo al hombre ahogara su amor a la verdad.

Casiodoro ansiaba legar a todos los hispanohablantes una versión de la Biblia lo más exacta posible. 

En la introducción expuso las ventajas de traducir directamente de los idiomas originales. 
Explicó que en el texto latino de la Vulgata se habían infiltrado errores; entre los más graves, la supresión del nombre divino.

El nombre divino en las versiones españolas
Reina comprendía que como el nombre de Dios, Jehová, aparecía en el texto original, también debía estar en toda versión bíblica rigurosa. 

Se negó a perpetuar la costumbre de cambiar el nombre divino por títulos como “Dios” o “Señor”. 
En el prefacio expuso, con su peculiar franqueza, qué motivos tenía:
“Habemos retenido el nombre (Iehoua [Jehová]) no sin gravísimas causas. 
Primeramente, porque dondequiera que se hallará en nuestra versión, está en el texto hebreo, y nos pareció que no lo podíamos dejar, ni mudar en otro, sin infidelidad y sacrilegio singular contra la Ley de Dios, en la cual se manda que no se le quite, ni se le añada. [...] 
Así que de la superstición de los modernos rabinos salió esta ley [de omitir el nombre divino] encaminada del diablo para, con pretexto de reverencia, sepultar y poner en olvido en el pueblo de Dios su santo nombre, con el cual solo él quiso ser diferenciado de todos los otros [...] dioses.”

El loable deseo de Reina de engrandecer el nombre de Dios tuvo consecuencias trascendentales. 

Hasta el día de hoy, la gran mayoría de las Biblias españolas —tanto católicas como protestantes— siguen el precedente que sentó y emplean el nombre divino constantemente. 

Gracias, en buena parte, a Reina, los lectores de casi todas las versiones de la Biblia en español pueden comprender sin dificultad que Dios tiene un nombre propio que lo distingue de los demás dioses.

Es digno de mención que el nombre de Jehová en hebreo ocupa un lugar destacado en la portada de la Biblia de Casiodoro de Reina, quien dedicó su vida a la noble causa de preservar la Palabra de Dios vertiéndola a un idioma que podían leer millones de personas.



¿Negro o blanco?







Hay manifiesta diferencia entre las razas
FUE en 1955, en una reunión internacional en Nuremburg, Alemania. Un grupo de europeos había rodeado a una pareja de negros de los Estados Unidos, visiblemente felices de que estuvieran allí. Les frotaron la piel y les palparon el cabello. Era patente que nunca antes habían visto a una persona negra, y les fascinaban las diferencias manifiestas. Los negros disfrutaron de la calurosa acogida. Sin embargo, allá en su propio país, las actitudes raciales que se habían desarrollado en el transcurso de los siglos habían creado una situación muy diferente.
Considere los Spencer, una familia negra que se mudó a una linda sección de la ciudad de Nueva York. Sucedió en la víspera de 1975. Un artefacto explosivo entró volando en la casa, con la nota adjunta: NEGRO, ¡QUE ESTO TE SIRVA DE ADVERTENCIA! “Tenía por objeto eliminar a la familia,” dijo el capitán de la policía que investigó el caso.
Un reportero, que habló más tarde con los residentes blancos, explica: “Insistí en averiguar: ¿Por qué no quieren negros aquí? ‘Si realmente quiere saber,’ contestó el sujeto con la bandera, ‘básicamente son incultos. Adondequiera que van, la proporción de crímenes sube, las vecindades se deterioran, los blancos se van.’”
Muchos blancos ven de modo muy diferente su asociación con los negros y tienen relaciones amistosas con ellos. En el Sur de los Estados Unidos se ha hecho buen progreso en mejorar las relaciones raciales. Muchas escuelas y otros lugares públicos se han integrado racialmente. Pero todavía hay muchas personas a quienes les parece que son tan grandes las diferencias entre las razas que debe haber segregación racial.
¿Base para la segregación?
En 1954 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos falló contra la segregación racial en las escuelas públicas. Pero muchos norteamericanos no concuerdan con esa decisión. Tampoco están en armonía con la orden que el Tribunal emitió en 1969 para que terminara “inmediatamente” la segregación de los distritos de escuelas públicas. ¡Como evidencia de esto nótese que a fines de los años sesenta el porcentaje de niños negros que asistían a escuelas predominantemente negras era mayor que en 1954!
Además, muchos estadounidenses no concuerdan con el fallo que el Tribunal Supremo dio en 1967 de que es inconstitucional “impedir matrimonios entre personas sobre la única base de clasificaciones raciales.” Este decreto invalidó todas las leyes de los Estados Unidos que prohibían matrimonios entre personas de diferentes razas. Sin embargo, todavía es común oír a la gente decir que no creen que los negros y los blancos deben casarse.
La situación en las iglesias suministra más evidencia de que muchas personas creen que las diferencias raciales justifican la segregación. En 1964 Kyle Haselden, como director de The Christian Century, escribió: “Todo el mundo sabe que las once de la mañana del domingo es la hora más segregada de la vida norteamericana.” Y persiste la segregación. El año pasado el ministro de la iglesia bautista de Plains, Georgia, “dijo que su renuncia se debió a la reacción ante sus esfuerzos por integrar la iglesia.”—Post de Nueva York, 22 de febrero de 1977.
Aunque se ha progresado mucho en cuanto a mejorar las relaciones entre las razas, recientemente algunas personas han visto causas para desalentarse. Un negro escribió a The Christian Century del 28 de abril de 1976 y dijo: “Me tiene preocupado, verdaderamente preocupado, el grave deterioro en las relaciones entre negros y blancos. Amigos negros comparten conmigo su sentido de frustración.”
A menudo ocurre una polarización, y las razas abrigan hostilidad y se mantienen apartadas. Como hizo notar el escritor ya mencionado: “Salí a dar una vuelta por el terreno de Yale. Dos estudiantes blancos se unieron a mí. Se quejaron de que sus compañeros de clase negros los obligaban a estar segregados porque elegían vivir y comer solos y tener poco o ningún trato con sus iguales varones blancos.”
¿Cuán grandes son las diferencias?
Realmente, ¿cuán grandes son las diferencias raciales? ¿Son tan extremas que personas de diferentes razas no puedan vivir juntas como iguales, y verdaderamente deleitarse en la compañía de unos y otros? Por ejemplo, ¿hay una gran disparidad entre la inteligencia de personas de diferentes razas? O, ¿tienen las razas un olor corporal distinto, lo cual hace indeseable el que negros y blancos vivan en estrecha proximidad unos de otros?
Es obvio que sí hay diferencias. Algunas de las más conspicuas son el color de la piel y textura del cabello. También hay diferencias en la forma de la nariz, párpados y labios.
Pero algunos blancos inmediatamente señalan a lo que ellos llaman “diferencias más importantes.” Como ya se mencionó, algunos afirman que los negros “básicamente son incultos.” Se dice que “tienen una moralidad más floja.” Como prueba de esto citan una proporción de ilegitimidad más elevada entre ellos. Pero hay otras cosas que comúnmente se afirman acerca de ellos.
Algunas son: “Los negros tienen menos interés en su familia.” Y, como prueba de esto, se señala a la mayor proporción de separaciones entre las familias negras. “Aumenta la proporción de delitos cuando los negros se mudan a una vecindad y ésta se echa a perder.” Para apoyar esta declaración, las personas señalan a las vecindades negras que por lo general están en una condición más decaída, y a las estadísticas que indican que, proporcionadamente, los negros cometen más delitos. “Los negros son menos inteligentes que los blancos.” Y es un hecho que en los exámenes de IQ (cociente intelectual), los negros, como promedio, sacan calificaciones inferiores a los blancos de un estado socio-económico comparable, y generalmente son menos eficaces en sus tareas escolares.
Pero, ¿por qué presentan estas comparaciones a los negros en una situación tan desfavorable? Una publicación de la Comisión de los Estados Unidos sobre Derechos Civiles enfocó bien el asunto. Dijo que el “estado [obviamente inferior] de los no blancos solo puede resultar de dos factores. O los no blancos son inferiores como personas, o el racismo blanco ha impedido que su igualdad natural con los blancos se haya hecho sentir en logros verdaderos durante los más de 300 años que han estado en los Estados Unidos.”—Racism in America—How to Combat It.
¿Qué cree usted que es la respuesta?
El punto de vista anteriormente generalizado
En un tiempo fue general el punto de vista de que los negros son inferiores como personas. The Encyclopædia Britannica, edición novena, 1884, decía: “Jamás se ha distinguido como hombre de ciencia, poeta o artista un negro de raza pura, y la igualdad fundamental que los filántropos ignorantes le atribuyen queda desmentida por toda la historia de la raza a través del período histórico.” También mencionó “la inferioridad mental innata de los negros, una inferioridad que es aún más señalada que sus diferencias físicas.”
Esta enciclopedia decía que, como niños, parece que los negros y blancos tienen la misma inteligencia. Hizo notar: “Casi todos los observadores confiesan que el niño negro es por lo general tan inteligente como los de las otras variedades humanas.” Sin embargo, se decía que en los negros ocurría una “osificación temprana del cráneo que imposibilitaba que el cerebro continuara desarrollándose.” De modo que la Britannica afirmaba: “Al llegar a la pubertad parece que se impide todo progreso adicional [de los negros].” Chambers’ Encyclopædia de 1882, aunque no estaba de acuerdo con la Britannica, mencionó el punto de vista de que “el negro forma un eslabón conectivo con el orden más elevado de los monos y el resto de la humanidad.”
Algunos todavía se aferran en el punto de vista de que como personas los negros son inferiores. Una persona escribió sobre las opiniones que son comunes donde él vive: “Yo me crié en una comunidad rural del Sur donde se decía que la gente negra era negra debido a la maldición que Dios les había impuesto. . . . Se decía que la gente negra realmente no era gente, sino parte del reino animal.”
Aun ciertos hombres de ciencia sostienen hoy que los negros son biológicamente inferiores a los blancos. En 1974 una obra larga de apariencia autoritativa, apoyada por eminentes educadores, arguyó a favor de este punto de vista. En cuanto al escritor, John R. Baker, The Guardian del 6 de abril de 1974 dijo: “Tiene la habilidad de amontonar citas y referencias y hacerlas aparentar ser datos que recibidos en el ambiente vigorosamente repulsivo que su estilo produce, le comunicaría a cualquier lector que no esté muy familiarizado con algún ‘negroide’ la impresión de que son subhumanos (por ejemplo: ‘Long dice que los negros se distinguen por su “olor bestial o fétido”’).”
Por eso, ¿qué se puede decir acerca de las diferencias raciales? Realmente, ¿cuán grandes son?

¿Qué hay de la superioridad racial?
¿QUÉ opina usted sobre las razas? ¿Considera usted a los blancos innatamente superiores a los negros? Prescindiendo de su respuesta verbal, ¿qué revelan sus actitudes y acciones?
A menudo la gente dice que no tiene prejuicios raciales. Pero, la realidad es que los puntos de vista racistas han sido dominantes por largo tiempo. Por eso el punto de vista persiste entre muchos de que los negros son innatamente inferiores a los blancos y que nacieron para ocupar una condición inferior.
¿De dónde se originaron estas ideas? ¿A qué se debe que persistan tanto?
El papel de la religión
La idea moderna de la superioridad innata de los blancos se originó con la conquista y esclavitud de los negros africanos. Se hizo necesario justificar la trata de esclavos, especialmente porque los participantes afirmaban ser cristianos. Charles de Secondat Montesquieu, jurista y filósofo político francés, explicó cómo razonaban los traficantes: “Nos es imposible suponer que estas criaturas sean hombres, porque, si se concediera que son hombres, seguiría la sospecha de que nosotros mismos no somos cristianos.”
También en los Estados Unidos los que decían ser cristianos precisaban justificación de la esclavitud, porque la economía de los cultivadores de algodón del Sur estaba basada en la esclavitud de los negros. Así, un historiador dice:
El Sur escudriñó las Escrituras en busca de apoyo bíblico para la práctica. . . . El Sur arguyó de continuo que la Biblia aprobaba la esclavitud y que, de hecho, mandaba que la hubiese, y que era una institución divinamente asignada y especialmente beneficiosa para los negros.”—“A Complete History of the United States,” por Clement Wood, págs. 217, 337.
Las iglesias llevaron la delantera en la justificación de la esclavitud. Se enseñó que los negros son una raza maldita, lo cual explica por qué su piel es negra. En 1844 los metodistas se dividieron en Norte y Sur debido a la esclavitud. Los bautistas se dividieron en 1845, y la iglesia presbiteriana más o menos al mismo tiempo. Tan recientemente como 1902 una casa editorial de Biblias en Saint Louis publicó el libro de amplia circulación “The Negro a Beast” or “In the Image of God.” Contiene un capítulo intitulado “Convencedora evidencia bíblica y científica de que el negro no es de la familia humana.”
Se ve pues que con la aprobación de la iglesia se consideraba a los negros innatamente inferiores a los blancos. The Encyclopædia Britannica se lamentó: “Fue desafortunado para los africanos que en los EE. UU. hayan sido esclavizados por cristianos, quienes, no pudiendo reconciliar sus creencias con la práctica de la esclavitud, forjaron un nuevo concepto del negro y llegaron a considerarlo como propiedad, no como un ser humano que tuviera derechos y libertades.”—Tomo 16, pág. 200D, 1971.
Pero las iglesias no fueron las únicas que defendieron estos puntos de vista. También lo hicieron los filósofos y científicos.


Otros defienden la superioridad de los blancos

Alrededor de 1830 los filósofos del Sur de los EE. UU. formularon los principios respecto a la inigualdad natural del hombre, un concepto ya aceptado por la mayoría de los sueños. Y Josiah C. Nott, el antropólogo físico principal de ese tiempo en los EE. UU., se esforzó por suministrar apoyo biológico a este concepto. Algunos adoptaron el punto de vista de que las diferentes razas evolucionaron separadamente, y que los negros están más estrechamente relacionados con los monos. The Encyclopædia Britannica, después de mencionar ciertas características como evidencia, comenta: “Parece que el negro está en un nivel evolucionario inferior al del hombre blanco, y que está más estrechamente relacionado con antropoides superiores.”—Tomo 19, 1911, pág. 344.
Hoy día algunos sostienen puntos de vista parecidos, entre ellos el profesor Carleton S. Coon, anterior presidente de la Asociación Americana de Antropólogos Físicos. Él afirma que cinco razas de hombres, aisladas unas de otras, “evolucionaron independientemente y llegaron a ser el Homo sapiens no una vez, sino cinco veces.” En los EE. UU., en un programa nacional difundido por la televisión, un vocero afirmó que Coon “presenta evidencia y sostiene positivamente que la raza negra está 200.000 años detrás de la raza blanca en la escalera de la evolución.”
Estas opiniones, abrigadas por largo tiempo acerca de los negros, nos ayudan a entender cómo podían decir los estadounidenses primitivos que ‘todos los hombres fueron creados iguales,’ y al mismo tiempo aprobar una forma de esclavitud en la cual se consideraba que ciertas personas eran inferiores. The Sociology of Social Problems, tercera edición, por Paul B. Horton y Gerald R. Leslie, explica:
El aforismo ‘todos los hombres son creados iguales’ no aplicaba a los negros, puesto que ellos eran ‘propiedad,’ no hombres. Se emplearon con éxito las teorías de una maldición bíblica de Cam, de evoluciones incompletas o separadas, del determinismo geográfico y de las evidencias provistas por los exámenes de inteligencia para justificar el trato de los negros como inferiores. Mientras se creían estas nociones —y la mayoría de la gente las creía— no había contradicción entre los ideales democráticos y la práctica de la discriminación.”
Probablemente pocas personas afirman hoy que los negros ‘no son hombres.’ No obstante, muchos todavía creen que son innatamente inferiores. La proporción más elevada de ilegitimidad y de delitos entre ellos, y su estado económico y social más bajo, y, especialmente, su promedio inferior en los exámenes de IQ, se consideran como “prueba” de su inferioridad biológica. Pero ¿es esta evidencia realmente prueba de inferioridad biológica? ¿Hay circunstancias que expliquen los defectos o insuficiencias de los negros, como promedio, cuando se comparan con los blancos?

Origen de los negros de los EE. UU.
Muchas personas de los EE. UU. creen que los antecesores africanos de los negros estadounidenses fueron salvajes, faltos de cultura o civilización. Creen que fueron mentalmente entorpecidos, pueriles, incapaces de lograr tareas complejas o de desarrollar una civilización avanzada. Pero la realidad es todo lo contrario, como comenta The World Book Encyclopedia:
Hace centenares de años existían reinos negros altamente desarrollados en varias partes del África. . . . Algunos de los reyes negros y sus nobles vivían en gran riqueza y esplendor. A veces sus capitales llegaron a ser centros de cultura y comercio. Entre 1200 y 1600, una universidad negro-arábica floreció en Timbuktu en África Occidental y se hizo famosa por toda España, África del Norte y el Medio Oriente.”—Tomo 14, 1973, págs. 106, 107.
Claro, la cultura africana es muy diferente de la europea, así como la cultura oriental también es diferente. Y, desafortunadamente, algunos igualan la diferencia con la inferioridad. No obstante, al mismo tiempo no se puede negar que en siglos recientes el desarrollo de la vida y cultura africanas fue atajado. Hubo falta de progreso, un retroceso. Pero, ¿por qué?
Se debió, en gran manera, a la trata de esclavos, acerca de la cual The Encyclopædia Americana dijo: “Desorganizó la cultura e industria negras, detuvo el desarrollo del arte, derribó gobiernos y fue la causa del estancamiento moderno de la cultura que ha marcado al continente negro desde 1600.”—Tomo 20, 1927, pág. 47.
La magnitud de la trata de esclavos, y el impacto que tuvo en la sociedad africana, aturde los sentidos. Según The New Encyclopædia Britannica de 1976: “Cálculos de los esclavos enviados al otro lado del Atlántico varían de 30.000.000 a 100.000.000.” Los cálculos más moderados fijan la cifra en “aproximadamente 15 millones.” Pero aun los cálculos más bajos son horripilantes, especialmente cuando se considera cuántos perdieron la vida.
Es preciso reconocer que los africanos fueron capturados directamente por los blancos y también en guerras y ataques por los negros, y que éstos vendieron a sus paisanos a los negreros blancos. Prescindiendo de quién haya cargado con la responsabilidad inicial, a los cautivos entonces se les hacía marchar a la costa y se les detenía en estaciones de embarcación. Entonces, encadenados de dos en dos, los atestaban en las bodegas de los barcos en un espacio que solo les permitía estar acostados. Allí pasaban la mayor parte de los 50 días que duraba el viaje atlántico sin luz o aire fresco. Se calcula que un tercio de los prisioneros morían antes de embarcar, y otro tercio en el viaje.
Fue poco después de 1500 que llevaron los primeros esclavos a las Antillas y América del Sur para trabajar en las minas y plantaciones. En 1619 un barco negrero holandés entregó los primeros negros a América del Norte, no como esclavos, sino como siervos obligados por contrato. Sin embargo, unos años después la esclavitud quedó plenamente establecida, y, con el tiempo, hubo unos cuatro millones de esclavos negros en EE. UU.

Efecto de la esclavitud
Acostumbraban a entregar a los africanos primero a las Antillas, donde los habituaban o adiestraban como esclavos antes de embarcarlos a los EE. UU. Separaban a las personas del mismo origen tribual, a fin de evitar levantamientos en masa. Hasta desbarataban a las familias, y los traficantes o nuevos amos daban nombres nuevos a los esclavos. Se tenía como mira hacer a los negros serviciales, obedientes. El procedimiento torció su personalidad y suprimió su mentalidad, y, en muchos casos los negros, dándose cuenta de la futilidad de resistir, empezaron a comportarse como si fueran inferiores.
Se formularon códigos de esclavos para asegurar la completa subordinación de ellos. The Encyclopedia Americana dice:
Los esclavos no podían ser dueños de propiedad, poseer armas de fuego, participar en comercio, salir de la plantación sin el permiso de sus dueños, testificar en los tribunales salvo contra otros negros, hacer contratos, aprender a leer y escribir o celebrar reuniones sin que estuvieran presentes personas blancas. . . . el que un blanco asesinara o violara a un esclavo o esclava o a un negro libre no se consideraba como ofensa grave.”—Tomo 20, 1959, pág. 67.
En la mayoría de los estados que tenían esclavos, el castigo por enseñar a un negro a leer o escribir constaba de una multa, un azotamiento o prisión.
En 1808 los EE. UU. hicieron ilegal la trata de esclavos. Pero, a pesar de la ley, el tráfico continuó puesto que había mayor demanda de esclavos que nunca. Esto llevó a una perversión pésima... la producción de esclavos para vender. The Encyclopedia Americana explica:
Se desarrolló una lucrativa trata de esclavos doméstica en grande escala, y estaban asociados con ella algunos de los lances más crueles y despiadados del sistema de esclavos, como, por ejemplo, el engendramiento de esclavos en los estados más viejos para venderlos más hacia el Sur, y el constante rompimiento de lazos familiares por medio de vender a los miembros separadamente.”—Tomo 20, 1959, pág. 67.
Sí, el punto de vista de que los negros ‘no eran hombres’ llevó a la práctica de engendrarlos y venderlos, como se acostumbra a hacer con el ganado. Entonces, de repente, en 1865, la esclavitud fue cabalmente abolida en los Estados Unidos. No obstante, las actitudes persistieron, y a los negros se les mantenía “en su lugar” —el de estar subordinados a los blancos— por leyes de segregación y otros medios.
Un importante instrumento de control fue el linchar por medio de la horca. Entre 1890 y 1900 hubo, como promedio, 166 linchamientos anuales. Además, como relata The Encyclopedia Americana: “Siguió tolerándose la explotación sexual de las negras por los blancos. Los negros recibían trato groseramente injusto y discriminatorio a manos de la policía y frecuentemente en los tribunales.”—Tomo 20, 1959, pág. 70.
¿Hablamos aquí de historia antigua? No, los abuelos de muchos negros que viven hoy fueron esclavos. Y personas que viven hoy han oído de los labios de anteriores esclavos cómo era la vida entonces. En los EE. UU., aun después de 1950, los medios noticieros en conjunto representaban a los negros como inferiores... invariablemente el papel que desempeñaban era el de siervos de los blancos.
Sin embargo, por lo general, a los negros no se les veía, ni en las revistas, ni en la televisión, ni en los periódicos, salvo en relatos de crímenes. Por todas partes fueron objeto de discriminación: recibían instrucción escolar de segunda categoría y se les excluía de ciertas clases de empleo y de muchos otros beneficios de los cuales los blancos disfrutaban. En casi todo lugar las puertas de oportunidad se les cerraban, lo cual robaba a muchos de ellos de toda esperanza de mejorar su vida.
En vista de estas circunstancias, ¿realmente puede esperarse que, como promedio, los negros luzcan al igual que los blancos en logros educativos y de otra clase? ¿Sería justo juzgarlos inferiores como raza porque no están a la altura de cierta norma? ¿Qué sucede cuando se les dan las oportunidades?

Oportunidad y motivo
Antes de 1947, los negros estaban excluidos de las grandes ligas de béisbol en los EE. UU. Ese año, a medida que se intensificaban las tensiones raciales, se le permitió a un negro jugar. Pronto los negros empezaron a sobresalir en el béisbol. En 1971, el año en que los Piratas de Pittsburgo fueron los campeones mundiales, hubo un juego en que los nueve jugadores en el campo fueron negros. Hay una situación parecida en otros deportes, por lo cual el Times de Nueva York dijo el año pasado: “El baloncesto profesional es virtualmente un juego negro.”
¿Qué significa esto? ¿Qué biológicamente los negros son físicamente superiores a los blancos? O ¿significa que cuando se les da la oportunidad, la instrucción y el motivo los negros prosperan? Obviamente lo último. Las razas no nacen con el talento de ser jugadores de pelota, músicos, científicos, profesores universitarios y así por el estilo. Hay que aprender estas cosas.
Es incorrecto estereotipar las razas y decir que una raza es naturalmente torpe y lenta, otra agresiva y militante, todavía otra dócil y servicial y así por el estilo. Las razas son de la manera que son especialmente debido a la educación y entrenamiento que reciben y el motivo que tienen para obrar. Por ejemplo, muchos a menudo caracterizaban a los chinos como naturalmente dóciles y serviciales. Pero con la educación diferente y el motivo de obrar que han recibido durante las últimas décadas bajo el comunismo, pocos los caracterizarían hoy de esa manera.
No obstante, persiste el punto de vista de que naturalmente, biológicamente, los negros como raza son mentalmente más lentos y menos inteligentes que los blancos. ¿Hay evidencia fidedigna de que esto sea cierto?


¿Son los blancos más inteligentes que los negros?

MUCHAS personas dicen que sí, que los blancos, como raza, han heredado más inteligencia que los negros.
William Shockley, ganador del premio Nóbel de física, asevera firmemente que esto es cierto. Dice él: “La investigación que he hecho me lleva a la opinión ineludible de que la mayor causa de las deficiencias intelectuales y sociales de los negros estadounidenses es . . . de origen racialmente genético.”
El profesor Arthur R. Jensen de la Universidad de California en Berkeley es uno de los principales expositores del punto de vista de que en cuanto a inteligencia los blancos son biológicamente superiores a los negros. Él declara: “Parece que por lo general hay una menor cantidad de genes de inteligencia en la población negra que en la blanca.”
¿En qué se basan estas declaraciones?


Base para las declaraciones
Muchos señalan que la herencia es responsable por las diferencias raciales. Los negros han heredado piel oscura, labios gruesos y cabello grifo, y los blancos han heredado rasgos manifiestamente diferentes. Por eso, si grupos enteros de gente han heredado características físicas tan diferentes, no es más que razonable, arguyen algunos, que las razas heredarían grados diferentes de inteligencia. Pero ¿es así? ¿Por qué se afirma que los negros, como raza, han heredado menos inteligencia que los blancos?
La razón se debe principalmente a los resultados de los exámenes de IQ (cociente intelectual). En estos exámenes los negros, como promedio, sacan 15 puntos menos que los blancos. Aun cuando los blancos y negros que se someten a los exámenes son de condiciones sociales y económicas parecidas, los blancos sacan un promedio significativamente superior al promedio de los negros. De modo que Jensen concluye de esta evidencia “que entre la mitad y tres cuartas partes de la diferencia en el promedio del IQ entre los negros y blancos estadounidenses debe atribuirse a factores genéticos.”
Los resultados de los exámenes de IQ, junto con las conclusiones basadas en la teoría de la evolución, han reforzado la opinión que muchos abrigan de que los negros son mentalmente inferiores. Algunos científicos insisten en que las razas evolucionaron independientemente por centenares de miles de años. Se afirma que los negros cruzaron el umbral evolucionario para entrar en la categoría de Homo sapiens más tarde que los blancos.
Puesto que los exámenes de IQ sirven actualmente como la base principal para la declaración de que los negros son inherentemente menos inteligentes que los blancos, demos una mirada a esos exámenes.


Exámenes de inteligencia e IQ
En primer lugar, ¿qué se quiere decir por inteligencia?
Esa pregunta es sorprendentemente difícil de contestar. Hay muchas cualidades diferentes que pudieran llamarse inteligencia. La gente pudiera ser “inteligente” en un contexto, posiblemente mostrándose capaz de aprender de memoria nombres y fechas con gran facilidad, pero ser “estúpida” en otro campo, como en el de resolver problemas de aritmética. De modo que no hay una definición universalmente acepta de lo que es la inteligencia.
Entonces, ¿qué hay de los exámenes de IQ? ¿Miden la inteligencia? Comentando sobre esto, Patrick Meredith, profesor de sicofísica en la Universidad Leeds, Inglaterra, dijo: “Se pudiera sostener que los franceses son más listos que los pigmeos, pero si uno ve a los pigmeos en su medio natural hacer puentes de fibra y tener éxito al vivir su vida, bien pudiera preguntarse lo que se quiere decir por inteligencia. La clasificación de los IQ no indica cómo se portará una persona en una situación dada. El examen de IQ es un concepto enteramente no científico.”
Por lo general se concuerda en que los exámenes de IQ no dan un cuadro completo de los muchos factores envueltos en la inteligencia. Las gentes son de circunstancias y antecedentes demasiado variados para que los exámenes puedan hacer eso. Entonces ¿qué miden los exámenes de IQ?
Arthur Whimbey, profesor de sicología en una universidad del Sur de los EE. UU., dice: “Como resultado de las investigaciones se ha concluido que los exámenes de IQ no miden la capacidad intelectual innata, sino más bien un grupo de habilidades que se pueden enseñar en la sala de clase o en el hogar.”
Para confirmar esto, se ha demostrado que se les puede enseñar a las personas a tomar estos exámenes de IQ, y los resultados han sido asombrosos. Un investigador informa que se le dio instrucción a un joven estudiante negro de Misisipí en cuanto a cómo tomar estos exámenes, y en seis semanas había subido dramáticamente su calificación de IQ.
Es fácil imaginar las conclusiones erróneas a las que se puede llegar de las calificaciones de IQ, y los efectos que esto puede tener. Un negro estadounidense que actualmente es profesor de universidad escribe:
A los 15 años de edad saqué una calificación de 82 en un examen de IQ . . . Mi consejero basó su recomendación en esta calificación y sugirió que emprendiera el trabajo de enladrillador porque era ‘diestro con las manos.’ . . . De todos modos fui al Colegio Superior Philander Smith, me gradué con honores, recibí mi grado de maestro en la Universidad Estatal Wayne y mi doctorado de filosofía en la Universidad Washington de Saint Louis. Otros negros, igualmente capacitados, han sido eliminados.”
No obstante, subsiste el hecho de que, como promedio, los blancos sacan una calificación que supera por 15 puntos a la de los negros en los exámenes de IQ. ¿Por qué? Si uno va a insistir en que los negros son tan inteligentes innatamente como los blancos, entonces ¿por qué no sacan una calificación mejor?


Se examina la pregunta en su contexto
Hay muchos factores que pudieran explicar por qué es inferior el promedio de sus calificaciones de IQ. En particular, los negros estadounidenses han sufrido una tremenda desventaja al ser tratados por los blancos como inferiores, y como no deseables. El anterior presidente del Tribunal Supremo Earl Warren ilustró las modernas actitudes raciales en un artículo en el Atlantic de abril de 1977.
A mediados de los años cincuenta, cuando estaba pendiente la decisión del Tribunal Supremo sobre la segregación en las escuelas, el presidente de los EE. UU., Dwight Eisenhower, invitó a Warren a una cena en la Casa Blanca con el propósito de ejercer presión sobre él para que se decidiera a favor de apoyar la ley de segregación. Warren escribe: “El Presidente me tomó del brazo, y, a medida que andábamos, habló de los estados del Sur implicados en los casos de la segregación y dijo: ‘Éstos [del Sur] no son malos. Lo único en que se interesan es en ver que sus dulces muchachitas no tengan que sentarse en la escuela al lado de grandulones negros.’”
En armonía con lo expresado por ese presidente, los blancos comúnmente han tratado de “mantener a los negros en su lugar”... en una posición segregada, subordinada, excluida de los beneficios de que disfrutan los blancos. Esto fue fácil de hacer durante la esclavitud y más tarde durante la segregación legalizada. A los negros que se propasaban se les azotaba, linchaba o castigaba de otros modos. Como resultado se produjo una personalidad pueril, servicial, mentalmente lenta, a la cual llamaron Sambo. Ha sido usual entre los blancos creer que esta personalidad era innata en los negros. Sin embargo, el profesor de Harvard Thomas F. Pettigrew explica:
Jamás ha habido datos antropológicos africanos que muestren un tipo de personalidad Sambo; y los campos de concentración [en Alemania nazi] amoldaron un patrón de personalidad equivalente en una gran variedad de prisioneros caucáseos. Tampoco fue la personalidad Sambo meramente el producto de la ‘esclavitud’ en sentido abstracto, porque el sistema [de esclavitud] latinoamericano que era menos devastador no produjo este tipo.”
Por lo tanto, los resultados de los exámenes de IQ deben considerarse en este contexto de más de 300 años de opresión durante los cuales muchos negros, para su propia defensa y supervivencia, adoptaron una personalidad servicial. Y recuerde que hasta la parte final del siglo pasado en muchos lugares de los EE. UU. la ley prohibía que los negros aprendieran a leer o escribir. Y desde entonces los negros, en conjunto, simplemente no han tenido las mismas oportunidades educativas que los blancos.


Efecto del ambiente
La cualidad de la educación preescolar en el hogar también tiene efecto directo en los logros intelectuales. Es de interés que los 15 puntos de diferencia en la calificación de IQ se manifiesta en los EE. UU. entre los niños blancos y negros de cinco años de edad, aun antes de ir a la escuela. Posiblemente algunos afirmen que esto es prueba de que los negros nacen con menos inteligencia que los blancos, pero hay evidencia de que otros factores pueden ser responsables.
La primera niñez es un período importante en el desarrollo intelectual. El Dr. Benjamin Bloom de la Universidad de Chicago, e igualmente otros educadores, afirma que para el tiempo que el niño cumple cinco años de edad ha experimentado tanto desarrollo intelectual como el que ha de ocurrir durante los próximos 13 años. En armonía con esta conclusión, Science News Letter comenta: “Durante los años tempranos, la inteligencia de un niño puede ser afectada en gran manera por un ambiente idóneo en el que es propenso el aprender y explorar.”
Pero considere la situación hogareña de muchos negros estadounidenses. Sus familias sufren separación con más frecuencia que las familias blancas. A menudo el padre no está en casa, tal vez por tener que buscar empleo en otra zona. Frecuentemente, en las familias negras, la madre tiene que criar a los hijos sola. En condiciones como éstas, ¿puede esperarse que los jóvenes reciban el temprano entrenamiento educativo que los prepare para realizar los mismos logros intelectuales que los blancos?
Adicionalmente, estudios recientes muestran que en las familias más grandes, negras o blancas, donde por lo general los padres dan menos atención individual a sus hijos, las calificaciones de IQ de sus hijos son más bajas. Puesto que, como promedio, las familias negras son más grandes que las blancas, este factor también puede contribuir a los inferiores logros intelectuales de los negros.
Otro factor que debe considerarse es que el ambiente hogareño no es el mismo... las culturas blanca y negra difieren significativamente. Y los exámenes de IQ tradicionales tienen parcialidades culturales que claramente favorecen a los blancos. Como ejemplo, un examen Stanford-Binet presentó cuadros de dos mujeres, una blanca bien arreglada y la otra con facciones negroides y el cabello un poco desaseado. Al niño se le marcaba “correcto” si escogía a la blanca como “bonita,” e “incorrecto” si escogía a la negra.
Otro punto que debe tenerse presente es que muchos negros han logrado calificaciones de IQ muy superiores a la calificación media de todos los blancos. De hecho, durante la I Guerra Mundial los negros de ciertas partes del Norte de los EE. UU. sacaron calificaciones más altas en los exámenes de IQ que los blancos de ciertas partes del Sur, lo cual indicaría que los negros no nacen con menos inteligencia. Theodosius Dobzhansky, un biólogo norteamericano, hizo este comentario escudriñador: “Las diferencias entre las razas que se manifiestan en los promedios son mucho más pequeñas que las variaciones entre los miembros de cualquier raza. En otras palabras, los cerebros grandes y los elevados IQ de las personas de toda raza son mucho más grandes y altos que los promedios de su propia raza o de cualquier otra raza.”
El libro Intelligence—Genetic and Environmental Influences, redactado por Robert Cancro, facultativo y profesor de universidad, examina detenidamente los factores ambientales que contribuyen a los logros intelectuales inferiores de los negros. Considerando todas las desventajas que los negros han tenido, los escritores llegan a esta conclusión: “Es realmente sorprendente descubrir que el IQ medio de los estadounidenses negros solo sea 15 puntos inferior al de los estadounidenses blancos. No hay razón alguna para considerar que esta discrepancia sea biológicamente inevitable.”
El bien conocido antropólogo Ashley Montagu llegó a una conclusión parecida. Él escribe: “Si la nutrición es defectuosa, el cuidado de la salud deficiente, el alojamiento degradante, el ingreso de la familia reducido, la desorganización de la familia generalizada, la disciplina anárquica, la limitación a ciertos barrios más o menos completa, el valor personal constantemente disminuido, las esperanzas escasas y las aspiraciones frustradas, así como numerosas otras desventajas ambientales, entonces se puede esperar la clase de fracaso en el desarrollo intelectual que a menudo se atribuye gratuitamente a los factores genéticos.”
Montagu dice en conclusión “No hay evidencia de que algún pueblo sea o biológica o mentalmente superior o inferior a cualquier otro pueblo de manera alguna.”
No obstante ¿hay prueba de que la diferencia en los promedios de IQ de las razas no se deba a que los blancos hayan heredado más inteligencia que los negros?


Conclusiones basadas en evidencia
No hay prueba de que los blancos hayan o no hayan heredado más inteligencia que los negros. Sin embargo, lo que sí resalta es que el ambiente afecta en gran manera el desarrollo intelectual. Por ejemplo, en Israel, niños judíos orientales destituidos, que fueron colocados en comunas o distritos especiales llamados kibbutzim y criados colectivamente, manifestaron calificaciones de IQ superiores a los de niños del mismo ambiente criados por sus padres. También, los hijos de indios norteamericanos criados por familias blancas consiguieron calificaciones de IQ significativamente superiores a las de sus hermanos y hermanas en la reservación. Pero, ¿es esto cierto también en el caso de los negros?
Un estudio reciente de niños criados con familias blancas revela que sí lo es. El estudio, que abarcó a más de cien familias blancas que habían adoptado a niños negros a una edad temprana y los habían criado en sus hogares, mostró que las calificaciones de IQ de estos negros comparaba favorablemente con las de los blancos. Los investigadores escribieron: “Por lo general, nuestro estudio grabó en nosotros la fuerza de los factores ambientales. . . . Si un ambiente diferente puede hacer que las calificaciones de IQ de los niños negros cambie de un nivel de 90 ó 95 a 110, entonces los puntos de vista propuestos por los deterministas genéticos no pueden explicar la actual brecha entre los negros y blancos.”
Por lo tanto, el peso de la opinión científica parece apoyar la explicación de que el promedio de IQ inferior de los negros se debe en gran manera, si no enteramente, a factores ambientales. En el libro The Biological and Social Meaning of Race, Frederick Osborn del Consejo Demográfico de Nueva York dice en resumen: “Los estudios realizados hasta la fecha solo nos permiten llegar a una conclusión. En los exámenes de inteligencia las diferencias entre las principales razas no son tan grandes que no puedan atribuirse a las diferencias que se conoce que existen en sus ambientes. Sobre esto el acuerdo científico es general.”
Es de interés que, a medida que se les ha dado la oportunidad, cada vez más negros están teniendo éxito en campos de negocios, educación, medicina y así por el estilo.
Sin embargo, hay que reconocer que no es posible determinar positivamente la cuestión de la inteligencia relativa de las razas. La evidencia no es actualmente concluyente, sino que permite varias interpretaciones, como hizo notar un escritor: “Se pueden sacar, y se han sacado, cien diferentes conclusiones de la misma acumulación de evidencia. La conclusión a que se llega depende tanto de la emoción como de la razón.”
Pues bien, ¿por qué traer a colación el asunto de las calificaciones de IQ en un esfuerzo por probar que los negros no son tan inteligentes como los blancos? Steven Rose, profesor de biología en la Universidad Open, Inglaterra, explica por qué lo hacen algunos: “La cuestión de que tengan base genética las diferencias de raza o clase en los IQ . . . solo llega a tener significado en una sociedad racista o ‘clasista’ que se esfuerza por justificar ideológicamente sus prácticas discriminatorias.”
La alegación de que los negros sean de inteligencia innata inferior produjo una controversia tan grande que la Academia Nacional de Ciencia declaró: “No hay base científica para declarar que hay o que no hay sustanciales diferencias hereditarias en la inteligencia de las poblaciones negra y blanca. Puesto que actualmente no hay, y no se sabe que habrá, algún modo de igualar todos los aspectos del ambiente, las respuestas a esta pregunta escasamente pueden ser más que conjeturas razonables.”
Sin embargo, hay una cosa que sí es segura, y ésa es que no hay base sólida para considerar que personas de otra raza sean inferiores. Sin hacer distinción alguna en cuanto a raza, la Biblia nos aconseja sanamente a estar “considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes.”—Fili. 2:3.
Pero todavía persisten algunas opiniones que impiden el que las personas apliquen este excelente consejo bíblico


Olor corporal y raza
ERA un verano a principio de los años sesenta, en Arkansas. Dos jovencitas negras, de unos ocho y diez años de edad, pronto estarían ingresando en una escuela con los blancos. Previamente, habían asistido a una escuela segregada en la sección rural.
Un día una señora blanca que trataba a las muchachas como amigas, le preguntó a la menor: “Pam, ¿qué te parece ir a la escuela con los niños blancos?” La chica vaciló y luego contestó: “Bueno, no sé. No me refiero a usted, señorita Cruder, pero lo que pasa es que la gente blanca huele extraño,” y su naricita se arrugó al pensar en ello.
Esta es una creencia común entre la gente negra. Evidentemente esta idea no le viene a los jóvenes tanto por la experiencia directa como de lo que han oído. Pero, ¿cómo empezó esta idea de que los blancos tienen un olor diferente, ofensivo? En gran manera, pudiera ser una reacción a las opiniones que los blancos han abrigado por largo tiempo acerca de los negros.
En siglos pasados, cuando los negros fueron esclavos y se les consideraba propiedad, los blancos frecuentemente hablaban acerca de su olor corporal. En su libro reciente Race, John R. Baker dice: “Los autores de los siglos más tempranos comentaban sobre este tema con mayor libertad que los del día actual. Así Henry Home, en su Sketches of the History of Man, se refiere al ‘apestoso olor’ de los negros. En una obra que se publicó ese mismo año (1774), The History of Jamaica, Long dice que se distinguen los negros por su ‘olor bestial o fétido, que todos tienen a un grado mayor o menor.’”
Esta opinión llegó a tener aceptación general entre los blancos. Puesto que se creía que los negros eran biológicamente inferiores, habiendo cruzado un supuesto umbral evolucionario al estado humano más tarde que los blancos, no sorprende el que los blancos hayan llegado a esta conclusión.


Una creencia general
Sin embargo, los negros y los blancos no son los únicos que creen que la otra raza tiene un olor corporal diferente, ofensivo. Melville Jacobs y Bernhard J. Stern, en su libro General Anthropology, comentaron: “Pocas nociones respecto a las diferencias raciales se creen más extensamente que la idea de que cada raza tiene su olor distintivo.”
Por ejemplo, mucho se escribió en siglos pasados acerca de un olor judío específico. Además, el anatomista japonés Buntaro Adachi escribió que a él le parecía muy ofensivo el olor corporal de los europeos. Esa fue su primera impresión cuando se estableció en Europa, pero más tarde dijo que se acostumbró al olor y le gustó.
También es iluminadora una experiencia que se relata acerca de un médico inglés estacionado en Bombay, India. Hacía que su criado indio lo llamara de su iglesia los domingos por la mañana para impresionar a la congregación con su importancia como médico. Un día el facultativo asistió a una gran reunión política india, pero partió después de un breve período y le explicó a su criado: “¡Qué alivio salir de allí! En otros diez minutos hubiese sufrido un colapso. ¡El olor!” Su criado respondió: “¡Ah, señor, ahora usted entiende lo que yo sufro todos lo domingos cuando tengo que entrar al mismo medio de la iglesia para llamarlo!”
¿Qué conclusión hemos de sacar de esto? ¿Qué el olor de las diferentes razas solo es un producto de la imaginación? Si no lo es, ¿a qué se debe que ciertas razas tengan diferentes olores corporales? ¿Se debe a la herencia racial?


Hay olor corporal... ¿por qué?
Nadie negará que existe el olor corporal. Las tremendas ventas de desodorantes y antisudorales prueban que sí existe. Y es obvio que algunos individuos, tanto negros como blancos, tienen fuertes olores corporales que pueden ofender a otros. ¿Por qué? ¿Qué causa estos olores?
Evidentemente no es la transpiración misma, como uno pudiera creer. Los experimentos han demostrado que la transpiración, según la arroja el cuerpo, no tiene ni bacterias ni olor. El olor resulta cuando las bacterias obran sobre la transpiración.
El pelo, especialmente el de los sobacos, sirve de colector de la transpiración y favorece el crecimiento bacterial que puede resultar en un olor ofensivo. La ropa, también, es un factor, puesto que los organismos pueden adherirse a ella, junto con la transpiración, y resultar en la descomposición bacterial que produce el olor corporal.
El régimen alimenticio de la persona también contribuye al olor de su cuerpo. En General Anthropology Jacobs y Stern hacen notar: “Entre los olores más potentes que los químicos conocen están el ácido valeriánico, el ácido butírico y compuestos orgánicos relacionados que toda persona que haya digerido leche, mantequilla, queso o grasas de diversas clases en las horas anteriores emite como vapores por la piel. . . . Una población que come mucho ajo tiene otro olor característico; las cebollas producen todavía otras consecuencias; el salmón ahumado y la carne de venado, los arenques salados, y los ñames, todavía otros.”
Pero, a pesar de la evidencia de que factores como éstos son responsables, muchos todavía creen que el olor corporal se debe especialmente a la herencia racial. En su libro Along This Way, J. W. Johnson describe una interesante conversación que él tuvo sobre este asunto: “En una ocasión se levantó un hombre y dijo: ‘Deseo hacerle una pregunta franca. ¿No es cierto que la principal queja que se tiene contra el negro es que tiene un mal olor?’”
En respuesta,” dijo el escritor, “convine en que hay muchos negros que huelen mal; pero en cambio le pregunté a mi interrogador si pensaba que los costosos anuncios en las revistas acerca del olor corporal tenían como propósito atraer exclusivamente a una clientela negra. Le dije que a mí no me parecía así puesto que por lo general los anuncios estaban ilustrados con cuadros de muchachas blancas muy bien parecidas.”
Pero, ¿no pudiera una comunidad general de negros, o de blancos, tener un olor ofensivo si tiene una dieta o modo de vivir especial? ¡Ciertamente que sí! Los negros encerrados por semanas en las bodegas de los barcos negreros olían muy mal. Y lo mismo es cierto de muchos esclavos negros que trabajaban en los campos y no se bañaban con regularidad. Aun hoy, hay algunas clases, tanto entre los negros como entre los blancos, que no se atienen a una buena higiene, y cuya dieta es diferente de la dieta a la que otros están acostumbrados. A menudo tienen un olor diferente, que les es ofensivo a los que por lo general no están cerca de ellos. Pero eso no quiere decir que todos los blancos o todos los negros huelen así.
No obstante, se ha afirmado, y aun lo ha hecho un erudito universitario, que una de las principales diferencias raciales es el olor corporal. ¿Hay prueba de que esta afirmación sea falsa?


Lo que los experimentos mostraron
Se han realizado algunos experimentos para proveer una respuesta. El profesor Otto Klineberg, una autoridad eminente en el campo de la sicología racial, nos dice algo acerca de un estudio no publicado. El experimentador recogió en tubos de ensayo el sudor de estudiantes blancos y negros que habían estado haciendo ejercicios en el gimnasio. Entonces se dieron los tubos de ensayo a jueces blancos, y se les pidió que los clasificaran en el orden de su agradabilidad.
Klineberg informa: “Los resultados mostraron que no se prefería uniformemente las muestras blancas; el tubo de ensayo que se consideró el más agradable y el que se consideró el más desagradable ambos fueron tomados de los blancos.”
En The Journal of Genetic Psychology, 1950, páginas 257-265, leemos acerca de otro experimento. Dos negros y dos blancos fueron los sujetos. Los cuatro eran estudiantes universitarios que comían en la misma cafetería, vivían aproximadamente en la misma vivienda y participaban en las mismas actividades escolares. Para el experimento, los cuatro usaron el mismo cuarto de ducha y la misma clase de jabón.
Durante la primera mitad del experimento, los jóvenes justamente habían salido de la ducha, y durante la segunda mitad, estaban sudando después de ejercicio vigoroso. Se condujo el experimento de tal modo que se eliminó toda posibilidad de factores accidentales o reconocimiento de los sujetos. En conjunto, 59 personas ofrecieron 715 juicios, habiéndoseles permitido oler cualquier parte de los cuerpos de los sujetos cubiertos con sábanas.
Los resultados indicaron que en 368 juicios, o sea más de la mitad de ellos, los jueces marcaron “no sé.” Así confesaron que no pudieron reconocer distinción alguna en el olor corporal de blancos o negros. Y en casi la mitad de los demás juicios, o en 157 de ellos, los que creían que podían identificar la fuente del olor corporal se equivocaron. El adivinar a la ventura hubiera producido casi el mismo grado de exactitud.
Es de interés que de los 59 jueces, solo siete estaban seguros de que podían distinguir la fuente del olor corporal en cada caso. Mostraron la confianza que sentían al nunca marcar “no sé.” No obstante, como promedio, solo acertaron en la mitad de sus juicios... lo cual tampoco fue mejor que lo que se hubiera producido adivinando a la ventura.
George K. Morlan, comentó en The Journal of Genetic Psychology: “Nuestro experimento ni prueba ni refuta el que haya diferencias ‘raciales’ en el olor corporal, pero si existen esas diferencias, y se iguala a los blancos y negros en cuanto a dieta, limpieza y así por el estilo, nuestra evidencia definitivamente no apoya la opinión de que los blancos puedan identificar ese olor con un grado confiable de exactitud.”


El papel del prejuicio
Sin duda muchas personas, con toda sinceridad, creen que el olor corporal ofensivo se debe especialmente a raza, más bien que a falta de higiene o a cierta dieta. Es posible que, porque se les ha enseñado a creer que otra raza tiene un olor malo, ellos, de hecho, piensen que pueden detectar ese olor. Con referencia a este asunto, Gordon W. Allport, anterior profesor de sicología en la Universidad Harvard, escribió:
El poder asociativo de los olores es fuerte . . . si en una ocasión hemos asociado el olor de ajo con los italianos que hemos conocido, o el perfume ordinario con inmigrantes, u olores fétidos con las viviendas atestadas de los barrios pobres, el volver a encontrar estos olores nos hará pensar en los italianos, inmigrantes, moradores de barrios pobres. El que se nos presente a un italiano puede hacernos pensar en el olor del ajo y hasta ‘olerlo.’ Son comunes las alucinaciones olfatorias (causadas por estas asociaciones). Es por esta razón que los que se han formado asociaciones olfatorias declaran con convicción que todos los negros o todos los inmigrantes huelen mal.”
Una vez que alguien forma esa opinión, por lo general no es fácil hacer que mude de ella. El prejuicio puede estar profundamente arraigado, pero parecer risible cuando se considera objetivamente. Considere, por ejemplo, a la mujer que dijo que no quería que los negros vivieran en su vecindad, “porque apestan.” No obstante esta misma mujer no veía inconveniente en que los negros trabajaran para ella como sirvientes en su hogar. No hay duda de que John Dollard, anterior profesor de sicología en la Universidad Yale, tenía razón cuando dijo: “Parece sumamente posible que si no existiera tal creencia, los olores de los negros no pasarían más allá del umbral de la discriminación.”
La Encyclopædia Britannica, 1971, después de considerar el asunto, llegó a esta conclusión: “Es dudoso que haya una diferencia significativa en el olor del sudor. Las pruebas experimentales han indicado escasa habilidad en poder discriminar entre el sudor de negros y blancos. El asunto es complejo, y hay una tendencia muy general de atribuir las diferencias que se perciben a factores ‘raciales,’ cuando en muchos casos puede que las diferencias se deban a factores sociales y a otros factores no raciales.”
Es triste cuando se juzga a otros antes de examinar la evidencia. Y es aún más triste cuando el individuo se aferra a estas opiniones después de haber considerado la evidencia. Se ha discriminado contra razas enteras debido al prejuicio. Pero, realmente, ¿hay base sólida para prejuicio o discriminación contra cualquier raza de gente?



Una sola raza humana
CIERTAMENTE hay una variedad de pueblos en la Tierra y hay manifiesta diferencia en sus rasgos físicos. ¿Ve usted a todos como individuos que pertenecen a una sola raza humana, como personas que deben aceptarse según su mérito individual?
Deberíamos hacerlo. Así es como nuestro Creador quiere que veamos a la gente. ¿Cómo lo sabemos? Porque inspiró a uno de sus siervos, al apóstol cristiano Pablo, a decir: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él . . . da a todos vida y aliento y todas las cosas. E hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para morar sobre la entera superficie de la tierra.”—Hech. 17:24-26.
Pero ¿no son algunas razas de hombres más preciosas a los ojos de Dios que otras? Esto es lo que muchos han creído. Sin embargo, después de haber recibido una demostración de la imparcialidad de Dios, el apóstol cristiano Pedro se sintió impulsado a exclamar: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.”—Hech. 10:34, 35.
¿Cree usted esto? No todos lo creen.


¿Realmente una sola familia?
Algunos hasta tuercen la Biblia, y tratan de mostrar que ella enseña “que los negros, los monos inferiores y los cuadrúpedos todos pertenecen a ‘una clase de carne,’ la ‘carne de las bestias.’” El profesor Charles Carroll afirmó eso en su libro “The Negro a Beast” or “In the Image of God” que disfrutó de una amplia distribución a principios del siglo veinte. Por otra parte, algunos evolucionistas dicen que los negros son ‘una raza inferior de la especie humana.’
Pero el argumento de algunos negros es todo lo contrario. El libro Black Nationalism—A Search for an Identity in America dice: “Los caucáseos no fueron los habitantes originales de esta Tierra, sino que fueron un ‘injerto’ procedente de la gente negra. . . . Contrastado con el Hombre Original (los llamados negros), el blanco es inferior física y mentalmente. También es débil porque fue injertado del negro. Él es el verdadero hombre ‘de color,’ es decir, el que se ha desviado de la norma de color negro.”
¿Qué revelan los hechos? Realmente somos una sola familia humana? ¿Hay verdad alguna en las afirmaciones de que no lo somos?


Las diferencias son superficiales
Considere la carne y sangre. Algunos insisten en que es diferente en los negros y blancos. No obstante, The World Book Encyclopedia dice: “Los científicos declaran que las células que componen el cuerpo humano son las mismas en toda la gente. . . . Así mismo, el biólogo puede distinguir la sangre humana de la sangre de los animales inferiores. Pero los muchos grupos de sangre humana pueden hallar entre todas las estirpes y razas de la humanidad.”
Se ha escrito mucho acerca de las diferencias en la estructura corporal de negros y blancos. Pero ¿cuáles son los hechos? El antropólogo Ashley Montagu escribe: “Un detenido estudio anatómico parece revelar que las diferencias físicas están limitadas a características bastante superficiales. Posiblemente la mejor manera de enfatizar esto es decir que si se despojara el cuerpo de un negro de todos los rasgos superficiales como la piel, cabello, nariz y labios, no creo que haya anatomista que pudiera decir con certeza, en un caso aislado, si está tratando con el cuerpo de un negro o de un europeo.”
También se señala al tamaño del cerebro como evidencia de una diferencia básica entre los blancos y los negros. Se afirma que, como promedio, el cerebro de los negros es un poco más pequeño que el de los blancos. Pero, aun si esto fuera cierto, las variaciones normales en el tamaño del cerebro no parecen afectar la inteligencia. Si la afectaran, los blancos serían menos inteligentes que los esquimales e indios norteamericanos que, como promedio, tienen cerebros más grandes.
Para enfatizar el hecho de que las razas son fundamentalmente iguales, el profesor Bentley Glass, en su libro Genes and the Man, escribe: “En conjunto, no es probable que exceda por mucho más de seis pares la cantidad de genes en que la raza blanca difiere característicamente, en sentido seglar, de la negra. Sin embargo, innegablemente los blancos o negros a menudo difieren entre sí mismos por una cantidad mayor que ésta, un hecho que revela que nuestros prejuicios raciales son biológicamente absurdos. . . . La gran laguna entre las razas humanas y los pueblos, donde existe, es sicológica y sociológica; ¡no es genética!”
Es digno de notar que el libro reciente Heredity and Humans, por el escritor científico Amram Scheinfeld, dice: “La ciencia actualmente corrobora lo que la mayoría de las grandes religiones han predicado por largo tiempo: Los seres humanos de todas las razas [han] descendido del mismo primer hombre.”
Dado que esto es cierto, entonces ¿cómo se explican las obvias diferencias raciales, como el color de la piel y la textura del cabello?

Por qué hay diferencias raciales
La primera pareja humana tenía en su estructura genética los factores múltiples para todas las diferencias raciales que vemos hoy día. Posiblemente ellos mismos no fueron ni blancos ni negros, sino mulatos, o una combinación de los colores que actualmente se hallan en las varias razas. Un informe histórico temprano acerca de la humanidad dice: “He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje.” (Gén. 11:6, en la Biblia de Jerusalén) Pero esto cambió súbitamente.
En aquel tiempo temprano de la historia, una sección grande de la familia humana deseaba permanecer en un solo lugar por propósitos religiosos y políticos. Para frustrar esto, el Creador de repente hizo que los hombres hablaran diferentes idiomas para que no se pudieran entender unos a otros. Imagínese lo que debe haber sucedido.
No pudiendo comunicarse como un solo pueblo, pequeños grupos, aislados por la barrera de los idiomas, se mudaron por su propia cuenta. A medida que se esparcieron más lejos de su anterior centro, la distancia añadió otra barrera a la comunicación. Aislados por sitio e idioma, los descendientes de cada grupo se multiplicaron, y en el transcurso del tiempo desarrollaron a mayor grado los rasgos distintos de su “raza.” Pero estos rasgos físicos que se pasaron de padre a hijo no hicieron, de modo alguno, que una raza fuera superior o inferior a otra.—Gén. 11:7-10.
La verdad es que estas diferencias raciales realmente no son muy grandes, como escribe Hampton L. Carson en Heredity and Human Life: “La paradoja a la que nos enfrentamos es que cada grupo de criaturas humanas parece externamente diferente pero debajo de estas diferencias hay una semejanza fundamental.”
Bueno, si todos los seres humanos realmente son una sola familia, ¿por qué existen terribles problemas raciales?


¿Cuál es la causa?
Aunque Dios creó perfectos a Adán y Eva, nuestros primeros padres humanos, ellos le dieron un mal comienzo a su prole. ¿Cómo? Se rebelaron voluntariosamente contra Dios y se apartaron de su gobernación. Apartados de Dios, Adán y Eva se hicieron imperfectos, defectuosos. Como resultado, pasaron esta imperfección —esta tendencia a lo malo— a sus descendientes.—Rom. 5:12.
Por eso, desde su nacimiento todos los seres humanos son defectuosos. Son propensos al egoísmo y al orgullo. Además, cuando la primera pareja humana se apartó del dominio de Dios, llegaron a estar bajo la gobernación de una criatura inicua, un espíritu, al que la Biblia llama Satanás o el Diablo. (Rev. 12:9; 2 Cor. 4:4) Es en estas circunstancias que tiene sus raíces la historia de la familia humana plagada por prejuicios hasta el momento actual.
Para expresarlo llanamente: Las criaturas humanas egoístas, imperfectas, bajo el control de Satanás, han propagado todas las enseñanzas falsas acerca de las razas y ésta es la causa de los terribles problemas raciales.


¿Qué hará usted?
Usted puede permitir que la propaganda falsa de este mundo influya en usted y le haga ver de modo incorrecto a la gente de otras razas. O, usted puede amoldar su modo de pensar de acuerdo con la verdad —la verdad que se halla especialmente en la Palabra de Dios, la Biblia— y ver a la gente de otras razas de modo sano, correcto.
Se concede el hecho de que quizás sea difícil corregir los prejuicios que se han sostenido por largo tiempo, pues pueden estar profundamente arraigados. Pero si queremos agradar a nuestro Creador, Jehová Dios, es esencial que nos esforcemos por obtener y mantener el punto de vista correcto de nuestros congéneres. Es preciso que tengamos presente el punto de vista de Dios, a saber, que “en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.”—Hech. 10:35.
No falta mucho para que Dios cumpla su promesa de dictar juicio. Limpiará la Tierra, eliminando de ella todos los elementos que la corrompen, incluso a todos los del entero mundo de la humanidad que no estén en armonía con su voluntad, sin importar de qué raza sean. Solo los que obran justicia y le son aceptos serán conservados vivos. (1 Juan 2:17) La Biblia nos asegura que incluida entre estos últimos habrá “una grande muchedumbre . . . de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas.” (Rev. 7:9) Estos morarán, todos juntos, en paz y unidad como hermanos y hermanas de una sola familia humana unida.
Pero ¿qué hay de los que han tenido prejuicios raciales profundamente arraigados? ¿Cómo pueden corregir su modo de pensar?
[Comentario de la página 21]
Si se despoja al hombre de todo rasgo superficial, como la piel, cabello, nariz y labios, no hay anatomista que pueda decir con certeza si está tratando con el cuerpo de un negro o europeo.’
[Comentario de la página 23]
La Biblia dice: “En toda nación el que le teme [a Dios] y obra justicia le es acepto.”
[Comentarios de la página 22]
Los muchos grupos de sangre humana pueden hallarse entre todas las estirpes y razas de la humanidad.”
La ciencia corrobora lo que las religiones predican: Los seres humanos de todas las razas [han] descendido del mismo primer hombre.’
Hallaron la solución al problema de las razas
HOY hay miles de personas que han vencido los prejuicios raciales que habían abrigado durante toda su vida. Han hallado la solución al problema que continúa persiguiendo a la humanidad. ¿Cómo? La clave es educación correcta, conseguir información exacta.
Cuando falta esta clave, a menudo el resultado es prejuicio. Prejuicio es el juicio al que se llega antes de realmente examinar la evidencia respecto al asunto de que se trata. Entonces, debido a ese prejuicio, hay la inclinación de tratar a otros con discriminación.
Cuando se trata de las razas, las personas a menudo creen que han examinado la evidencia. Y quizás piensen que están obrando en armonía con información exacta. Pero, en realidad, es común que, desde su juventud en adelante, se le dé a la gente información incorrecta acerca de pueblos de otras razas y nacionalidades. Las consecuencias verdaderamente son tristes.
Esto se ve claramente en los siguientes relatos personales. En uno, un negro describe cómo es ser víctima del prejuicio discriminación raciales, pero relata cómo halló la solución a este problema. Sin embargo, primero dirija su atención al relato de un blanco. Ilustra cómo los prejuicios a menudo se pasan de una generación a la siguiente, pero muestra los cambios sanos y los beneficios que se pueden realizar al obtener información exacta de una fuente correcta.


Un blanco del Sur halla la solución
Nací blanco, y me crié en el verdadero Sur en los años veinte y treinta. En ese entonces la segregación no solo estaba escrita en las leyes del país, sino en los corazones de mi familia y de nuestros vecinos blancos. Desde la juventud nos inculcaron la idea de que la raza negra era inferior, de modo que solo era natural que lo creyéramos. Todo el mundo lo creía. Además, a medida que íbamos creciendo, veíamos lo que nos parecía como prueba. Entre otras cosas, son de color negro. Por más que se laven no pueden deshacerse de esta evidencia de que son de la ‘raza maldita,’ señalaban nuestros ancianos.
Cuando se les daba trabajo que hacer, siempre había un capataz blanco que les dijera qué hacer y cómo hacerlo. ‘Son demasiado estúpidos para hacer algo que requiera inteligencia,’ era la razón que se daba. Se nos decía: ‘Los negros deben estar en algún lugar entre los monos y los seres humanos, realmente subhumanos.’
Cuando fui a la escuela, la teoría de la evolución fortaleció estas ideas. A menudo se hacía burla de los negros al decir que no eran más que “bestias,” solo capaces de hacer trabajo sencillo pero duro en las granjas o de ser domésticos. Algunos hasta decían que evidentemente Dios había creado una raza para ser siervos, no tan listos como fuertes y capacitados para hacer trabajo duro bajo el sol caliente. Entonces, ¿qué importaba si de vez en cuando, cuando el negro trataba de hacerse valer y salir del lugar que Dios le había asignado, se hiciera necesario ponerlo ‘en su lugar’ por una reprensión dura o hasta golpes?
Sí, hasta las iglesias estimulaban esta actitud, puesto que no se permitía que los negros se reunieran con nosotros en adoración. Tenían sus propias iglesias que a menudo eran simples chozas en medio de un sembrado de algodón. Se nos decía que sus servicios allí constaban más bien de sesiones de gritar y cantar que sermones significativos y sesiones de escuela dominical.
En círculos de chismería a menudo se hablaba en tonos bajos acerca de ‘la manera en que viven... solo un nivel superior a los animales.’ Se señalaba a los casos de inmoralidad y a los hijos ilegítimos. A nadie le importaba que un hombre o una mujer no se tomara la molestia de conseguir un divorcio antes de empezar a vivir con un nuevo compañero. Todo eso era parte de su mentalidad, se decía. No se nos decía que unas cuantas generaciones antes durante la esclavitud, desbarataban a las familias negras y vendían a sus miembros a amos diferentes, o que ciertos amos usaban a un esclavo bien formado para empreñar a sus esclavas a fin de producir prole para el mercado de esclavos.
Recuerdo que en una ocasión estaba tirando una sierra de trozar con un negro joven de mi propia edad a fin de cortar un árbol. Cuando empezó a sudar, ¡realmente apestaba! ¡Ah! pensé yo, esto prueba lo que dicen acerca de que los negros tienen un olor corporal extraño. Pero no tomé en cuenta que mientras yo me había bañado ese día, él tenía escasos medios para bañarse en su humilde hogar. Además, el no haber recibido de su familia instrucción temprana en la higiene posiblemente disminuyó su incentivo de bañarse con frecuencia.
Es obvio que las actitudes generales de los blancos que me rodeaban al crecer me afectaron. Cuando, estando todavía en mi adolescencia, empecé a estudiar con los testigos de Jehová, a veces tenía que luchar para hacer que mi modo de pensar armonizara con lo que la Biblia enseña acerca de las razas. Es difícil “desaprender” el prejuicio. Recuerdo las reacciones diversas que experimenté al tratar de ajustar mi modo de pensar.
Hay una tendencia natural de aferrarse en los conceptos viejos, pero, en lo recóndito, realmente me regocijaba cada vez que se refutaba un mito viejo. Realmente fortaleció mi fe ver que la Biblia dice la verdad respecto a las razas, pues ya sabía que era veraz y confiable en otros asuntos. Todas las razas habían descendido de un solo hombre, Adán; todas son iguales a la vista de Dios. Dios no ha maldecido a ninguna. Y mientras más veía cómo se trataba a los negros y aun a algunas otras razas por todo el mundo, más patente se me hizo que cualesquier inigualdades en habilidades, inteligencia y así por el estilo tenían que deberse principalmente, si no enteramente, a las privaciones que habían experimentado y que emanaban del prejuicio.
Al trabajar, participar en recreos, estudiar y adorar con negros y blancos por más de treinta años, no he hallado razón alguna para que una raza se considere a sí misma superior a otra. El amor a Dios y el amor al prójimo, amor genuino y libre de hipocresía, es la única solución al problema del prejuicio racial.


Un negro del Sur halla la solución
Me crié en el Sur a fines de los años cuarenta. Mi familia era muy pobre, lo mismo que la mayoría de las familias negras. Mi padre trabajaba en los campos. Nunca se me enseñó a mí que los negros eran inferiores a los blancos, aunque resaltaba el hecho de que los blancos abrigaban ese punto de vista.
Mis padres me explicaron, y también se nos enseñó en nuestra escuela segregada, que a los negros se les había oprimido desde que vinieron a los EE. UU. como esclavos. Dijeron que aunque se suponía que éramos libres e iguales, todo estaba establecido para mantenernos como ciudadanos secundarios, inferiores a los blancos. Mi padre me contó que cuando era muchacho y hablaba con una persona blanca nunca se atrevía a mirarla directamente al rostro. Dijo que siempre tenía que tener la cabeza inclinada un poco y tenía que responder con “sí señor” o “no señor” por temor de represalia. Hasta me contó que una vez fue al centro y un blanco le disparó en los pies y gritó: “¡Oye, negro, baila!”
De modo que yo estaba preparado para maltrato y discriminación. Pero de todos modos dolía. En los autobuses se exigía que pasáramos a la parte trasera, y a menudo teníamos que ir a la puerta o ventana de atrás de los restaurantes para que nos sirvieran. Y en los lugares públicos los retretes tenían letreros para “blancos” y “negros,” y, por supuesto, los que eran para los “negros” siempre eran de calidad inferior. Un día alrededor de 1965 fui a una cuadra de caballos de montar y se me dijo: “Hay cierto día para ustedes.” Tenían suficientes caballos para alquilar, pero no se nos permitió cabalgar con los blancos.
Lo que más me frustraba era el vicioso ciclo económico en que los blancos tenían a los negros. En el pasado, debido a la esclavitud y segregación forzada, los negros se hallaban limitados en cuanto a oportunidades para educación y empleos, por eso no podían mejorar su condición económica o vida de familia. Aun en tiempos recientes, fuese, por falta de educación o por discriminación, un padre negro a menudo hallaba que no podía proveer adecuadamente para su familia, ya sea en cuanto a lo material o la educación.
Para el tiempo que empecé a ir a la escuela, muchos negros habían llegado a la conclusión de que la única manera de mejorar su situación era por medio de obtener una buena educación. Recuerdo que mis maestros enfatizaban esto, diciendo: ‘Estudien, obtengan una buena educación, para que no tengan que trabajar en los campos después de completar su escuela secundaria.’ No nos oponíamos al trabajo duro. No, sino a trabajar desde la salida del sol hasta la puesta del sol por un sueldo mezquino, y quedarnos al fin sin nada tangible.
El sistema fue lo que desanimó a muchos negros. Algunos, frustrados por no poder hallar trabajo, recurrieron a la bebida, drogas y al crimen para aliviar su frustración. Esto solo prestó apoyo a la idea de los blancos de que los negros son faltos de incentivo y perezosos. Cobró fuerza en mí un intenso sentido de resentimiento por la perpetuación del sistema económico injusto y cruel.
Empecé a preguntarme: ¿Realmente me librará de estas injusticias una buena educación? ¿Cambiará las actitudes básicas de los blancos para conmigo? Estas preguntas me preocupaban mucho. Sin embargo, el estudiar la Biblia con los testigos de Jehová me ayudó a ver la verdadera razón por las injusticias raciales que son tan generales. También aprendí que la oración que se me enseñó como niño ofrece la única esperanza duradera para alivio... el reino de Dios.—Mat. 6:9, 10.
De mis estudios bíblicos pude ver que todos los hombres son imperfectos y que no siempre tratan a otros como deben. Como dice la Biblia: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Ecl. 8:9) Sin embargo, la asociación que tuve con los testigos de Jehová me ayudó a ver que ellos tienen el mismo punto de vista acerca de las razas que la Biblia manifiesta. Realmente creen que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para morar sobre la entera superficie de la tierra.” (Hech. 17:26) En realidad, los Testigos demuestran el amor que Jesús dijo que sus seguidores verdaderos tendrían.—Juan 13:34, 35.
He hallado que entre los Testigos se practica este amor sin importar de qué raza sean. Es cierto que, tal como en el caso de otros individuos criados en este sistema, es posible que se les haya inculcado odio racial y resentimiento. Pero he observado, en el caso mío y en el de otros, que cuando uno acepta el punto de vista de Dios acerca de las diferencias raciales y se esfuerza por conocer íntimamente a personas de las diferentes razas, se disipan los antiguos mitos basados en prejuicios.
Agradezco el haber aprendido las verdades bíblicas que me han librado a mí y a mi familia de estos problemas raciales. Nos sentimos felices porque estamos ocupados en ayudar a otros de toda raza a ver que el reino de Dios es la verdadera solución a todos los problemas del hombre.


Solución al alcance de todos
Estos no son relatos poco usuales. Millones de individuos han aprendido desde su juventud a abrigar prejuicios; otros millones han sido víctimas del prejuicio y, como resultado, han sufrido injusta discriminación racial. Pero, felizmente, la Palabra de Dios tiene la solución... nos informa cómo el Creador ve a la humanidad y cómo nosotros debemos tratarnos unos a otros.
Ante todo, como hemos visto, la Biblia enseña que todos somos una sola familia humana. Sí, a la vista de Dios, las criaturas humanas de toda raza o nacionalidad son iguales en todo sentido. (Hech. 10:34, 35) Este también es el punto de vista que Jesucristo expresó.
El principal mandamiento que Cristo dio a sus seguidores fue ‘que se amaran unos a otros’ así como él los amó a ellos. (Juan 13:34, 35) Este amor entre ellos no habría de ser algo exclusivo... solo para los miembros de una raza o razas en particular. ¡De ninguna manera! “Ténganle amor a toda la asociación de hermanos,” instó un apóstol de Cristo. De otro dijo: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.”—1 Ped. 2:17; 1 Juan 4:20.
¿Cómo se manifiesta este amor cristiano? La Palabra de Dios explica cómo al dar esta exhortación: “En cuanto a mostrarse honra los unos a los otros lleven la delantera.” (Rom. 12:10) Piense en lo que querrá decir el que usted haga esto. Tratará a otros, prescindiendo de su raza o nacionalidad, con verdadera dignidad y respeto y los considerará como ‘superiores a usted.’ (Fili. 2:3) Cuando existe semejante espíritu de genuino amor cristiano, queda resuelto el problema del prejuicio racial.
Posiblemente algunos pongan el reparo: ‘Esto nunca sucederá.’ ¡No obstante ya ha sucedido entre los testigos de Jehová... en una organización de más de dos millones de personas! Esto no es decir que cada testigo individual de Jehová sin excepción se haya librado perfectamente de los prejuicios que aprendió de este sistema impío. No, pero sí han resuelto este problema de razas a un grado que ningún otro pueblo de la Tierra ha igualado. Y esto se le hace patente a todo el que investiga.
Por ejemplo, el escritor católico William J. Whalen hizo notar en el U.S. Catholic de julio de 1964: “Me parece que una de las características más atractivas de este culto ha sido su norma tradicional de la igualdad racial. Los negros que se hacen testigos de Jehová saben que se les recibirá como verdaderas criaturas humanas.”
Adicionalmente, G. Norman Eddy, después de un estudio intenso de los testigos de Jehová, escribió en la publicación religiosa Journal of Bible and Religion: “Al penetrar a mayor profundidad en sus valores sociales, me impresiona la genuina alta estima que le tienen a gente de toda raza. Diferentes de algunos que le prestan apoyo de labios afuera a la doctrina de la hermandad racial, los Testigos les dan la bienvenida a todos a su sociedad —aun a puestos de dirección sobresaliente— sin referencia a color o rasgos.”
¿Anhela usted la hermandad verdadera y desea ver a personas de toda raza morando juntas en paz? Entonces le invitamos gustosamente a asistir a un Salón del Reino local donde los testigos de Jehová se reúnen con regularidad para estudiar la Palabra de Dios. Vea por usted mismo si no manifiestan genuino amor cristiano... a personas de toda raza.



El punto de vista bíblico

¿Maldijo Dios a los negros?
MUCHOS líderes religiosos han contestado “Sí.” Los clérigos Robert Jamieson, A. R. Fausset y David Brown, en su comentario bíblico afirman: “Maldito sea Canaán [Génesis 9:25]... esta condenación se ha cumplido en . . . la esclavitud de los africanos, los descendientes de Cam.”—Commentary, Critical and Explanatory, on the Whole Bible.
Se afirma que no solo la esclavitud de los negros fue un cumplimiento de esta maldición bíblica, sino también el color negro de su piel. Así, a muchos blancos se les ha hecho dar por sentado que los negros son inferiores, y que Dios se propuso que fueran los siervos de los blancos. El tratamiento que muchos negros recibieron como resultado de esta interpretación religiosa los amargó. Uno de ellos comenta:
Fue en el verano de 1951 cuando yo, como niña inquisitiva de siete años de edad, me senté en los escalones de la Primera Iglesia Bautista en Sheepshead Bay, Brooklyn, y lloré. Con gran diligencia había tratado de quitar la negrura de mi piel por medio de frotarla, porque mis compañeras blancas habían dicho que era ofensiva. El producto Ajax con que me froté solo dejó un lugar enrojecido e hinchado que me dolía casi tanto como mi corazón pueril, cuando me puse a pensar en por qué un Dios de amor haría negra a una persona, a no ser que realmente no me amaba.
Había oído que nuestro color se debía a que Dios había maldecido a nuestra raza. Pero todavía no sabía ni entendía qué le habíamos hecho a Dios que mereciera este castigo. Y al pensar en ello, me parece que en lo recóndito de mi corazón siempre le había abrigado a Dios un rencor particular por haberme hecho negra y ponerme en un mundo blanco.”
¿Qué hay de esta maldición bíblica? ¿Hay gente negra como resultado de haber maldecido Dios a uno de sus antecesores? Y ¿sufrieron siglos de esclavitud los negros en cumplimiento de esta maldición? ¿Realmente enseña la Biblia estas cosas? Veamos. El relato bíblico de que se trata reza así:
[Noé] bebió del vino y embriagóse, quedando descubierto en medio de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vió la desnudez de su padre, y lo contó a sus dos hermanos . . . Y despertó Noé de su vino, y supo lo que había hecho con él su hijo menor y dijo: ¡Maldito sea Canaán! siervo de siervos será a sus hermanos. Dijo también: ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Sem! y será Canaán siervo de ellos. Dará Dios ensanche a Jafet, y habitará en las tiendas de Sem; y será Canaán siervo de ellos.”—Gén. 9:21-27, Versión Moderna.
Se ha afirmado que esta maldición bíblica señala con especialidad a los negros para servitud perpetua. De hecho, en 1838 Theodore Weld, que hacía una campaña contra la esclavitud, escribió en un tratado popular: La “profecía de Noé [citada arriba] es el vade mecum [compañero constante] de los amos de esclavos, y nunca se atreven a salir sin ella.”—The Bible Against Slavery, página 66.
Pero, ante todo, sírvase notar que en este relato bíblico no se dice nada acerca de maldecir a nadie con negrura de piel. Y note, también, que se maldijo a Canaán no a su padre Cam. Canaán no tenía piel negra, tampoco la tenían sus descendientes que se establecieron en la tierra que llegó a conocerse como Palestina. (Gén. 10:15-19) Andando el tiempo, los cananeos fueron subyugados por los israelitas, descendientes de Sem, y más tarde por Medo-Persia, Grecia y Roma, descendientes de Jafet. Esta subyugación de los cananeos cumplió la maldición profética impuesta a su antecesor Canaán. Así, esta maldición no tuvo nada que ver con la raza negra.
Entonces, ¿de dónde vino la raza negra? De los otros hijos de Cam, Cus y probablemente también Put, cuyos descendientes se establecieron en África. Pero, como hemos visto, ¡la Biblia absolutamente no dice nada acerca de que los descendientes negros de estos hombres hayan sido maldecidos! No obstante, se cometió el error de dar por sentado que sí lo fueron. ¿Cuándo empezaron los comentaristas eclesiásticos a aplicar la maldición a Cam?
Un eclesiástico que vivió hace unos 1.500 años, Ambrosiaster, la aplicó así al decir: “Debido a una tontería Cam, que insensatamente se burló de la desnudez de su padre, fue declarado un esclavo.” Y en su libro reciente Slavery and the Catholic Church, John F. Maxwell comenta: “Se siguió usando este ejemplo desastroso de exégesis [explicación] fundamentalista por 1.400 años, y dio por resultado el punto de vista generalmente acepto de que los negros africanos fueron maldecidos por Dios.”
Hace cien años la Iglesia Católica todavía se atenía a la opinión de que los negros fueron maldecidos por Dios. Maxwell explica que esta opinión “evidentemente sobrevivió hasta 1873 cuando el Papa Pío IX adjuntó una indulgencia a la oración por los ‘miserables etíopes de África Central para que el Dios todopoderoso por fin remueva la maldición de Cham [Cam] de sus corazones.’”
Pero aun antes del principio de la cristiandad hace más de 1.500 años, sí, posiblemente aun antes que Jesucristo viviera en la Tierra, los rabinos judíos enseñaban un relato acerca del origen de la piel negra. La Encyclopædia Judaica afirma: “El descendiente de Cam (Cus) tiene piel negra como castigo por haber tenido Cam relaciones sexuales en el arca.”
Se han fabricado “cuentos” parecidos en tiempos modernos. Los defensores de la esclavitud como, por ejemplo, John Fletcher de Luisiana, enseñaron que el pecado por el cual Noé pronunció la maldición fue el matrimonio entre personas de distintas razas. Fletcher afirmó que Caín fue herido con piel negra por haber matado a su hermano Abel, y que Cam había pecado por medio de casarse con alguien de la raza de Caín. Es notable, también, que Nathan Lord, presidente durante el siglo pasado del colegio universitario Dartmouth, igualmente atribuyó la maldición que Noé le impuso a Canaán en parte al “matrimonio prohibido [de Cam] con la previamente inicua y maldecida raza de Caín.”




Pero estas enseñanzas no tienen base alguna en la Biblia. Y en siglos pasados hubo personas que manifestaron que la maldición pronunciada por Noé se estaba aplicando erróneamente a los negros. Por ejemplo, allá en junio de 1700 el juez Samuel Sewall de Boston explicó: “Porque Canaán es la persona maldecida tres veces, sin haberse mencionado a Cham [Cam]. . . . Mientras que los Blackmores [la raza negra] no descendieron de Canaán, sino de Cus.”

También, en 1762 cierto John Woolman publicó un ensayo en el cual presentó el argumento de que el aplicar esta maldición bíblica de tal modo que justificara el esclavizar a gente y privarla de sus derechos naturales “es una suposición demasiado crasa para que la admita en su mente cualquier persona que sinceramente desee gobernarse por principios sólidos.”