miércoles, 19 de julio de 2017

Los Macabeos








¿Quiénes fueron los Macabeos?
MUCHAS personas consideran la época de los Macabeos una caja negra escondida entre la terminación de los últimos libros de las Escrituras Hebreas y la venida de Jesucristo. 
Tal como el estudio de la caja negra de un avión estrellado permite descubrir ciertos pormenores del accidente, una mirada detenida a la era de los Macabeos, una época de transición y cambios para la nación judía, puede resultar instructiva.
¿Quiénes fueron los Macabeos? 
¿Qué efecto tuvieron en el judaísmo antes de la venida 
del predicho Mesías? (Daniel 9:25, 26.).

La oleada helenística
Alejandro Magno conquistó extensos territorios desde Grecia hasta la India (336-323 a.E.C.). 
Su vasto imperio propició la difusión del helenismo, es decir, la lengua y la cultura griegas. 
Los matrimonios de sus oficiales y soldados con las mujeres nativas resultaron en que la civilización griega y las culturas locales se mezclaran. 
Tras la muerte de Alejandro, sus generales se repartieron el reino. 
A comienzos del siglo II a.E.C., Antíoco III, de la dinastía griega de los Seléucidas, que gobernaban en Siria, conquistó Israel, hasta entonces bajo los Tolomeos, reyes helénicos de Egipto. 
¿Qué influencia tuvo el dominio helenístico en los judíos de Israel?
Cierto historiador escribe: 
“Dado que los judíos no podían evitar el contacto con sus vecinos helenizados, y menos aún con sus propios hermanos del extranjero, se hizo inevitable la absorción de la cultura griega. [...]. 
Con sólo respirar, en el período helénico, se absorbía la cultura griega”. 

Los judíos comenzaron a utilizar nombres griegos y adoptaron las costumbres y el modo de vestir helénicos en distintos grados. De manera casi imperceptible, la asimilación se hacía cada vez más fuerte.

La corrupción de los sacerdotes
Entre los judíos más receptivos a la influencia helénica se hallaban los sacerdotes. 
Para muchos de ellos, aceptar el helenismo permitiría modernizar el judaísmo. 
Uno de los que pensaban así era Jasón (llamado Josué en hebreo), hermano del sumo sacerdote Onías III. 
Durante un viaje de este a Antioquía, Jasón ofreció a las autoridades griegas un soborno. 
¿Con qué fin? Inducirlas a nombrarlo sumo sacerdote en lugar de Onías. 
El gobernante seléucida griego Antíoco Epífanes (175-164 a.E.C.) aceptó enseguida la oferta. 
Antes de eso, los soberanos griegos nunca habían intervenido en los asuntos del sumo sacerdocio judío, pero Antíoco necesitaba fondos para las campañas militares. Además, le agradaba contar con un líder judío que promoviera activamente la helenización. 
Atendiendo un pedido de Jasón, Antíoco concedió a Jerusalén la categoría de ciudad griega (polis). 
Y Jasón construyó un gimnasio donde jóvenes judíos, incluso jóvenes sacerdotes, competían en los juegos.
La traición engendró traición. 
Tres años más tarde, Menelao, quien posiblemente no era de linaje sacerdotal, ofreció un soborno más elevado, y Jasón huyó. 
A fin de pagar a Antíoco, Menelao tomó grandes sumas de dinero de la tesorería del templo. 
Puesto que Onías III (quien vivía en el exilio en Antioquía) lo denunció por ello, Menelao mandó asesinarlo.
Cuando se corrió el rumor de que Antíoco había muerto, Jasón volvió a Jerusalén con 1.000 hombres para quitarle a Menelao el puesto de sumo sacerdote. 
Pero Antíoco no estaba muerto. Al enterarse de la acción de Jasón y de los disturbios que los judíos causaban en desafío a su política helenizadora, Antíoco respondió con severidad.

Antíoco toma medidas
En su libro The Maccabees (Los Macabeos), Moshe Pearlman escribe: 
“Aunque no hay constancia explícita de ello, parece ser que Antíoco llegó a la conclusión de que había sido un error político conceder libertad religiosa a los judíos. 
Opinaba que la última rebelión que había estallado en Jerusalén no se debía a motivos puramente religiosos, sino que se debía al clima pro egipcio reinante en Judea, y que tales sentimientos políticos se habían traducido en actos violentos justamente porque los judíos, un caso único entre sus súbditos, habían buscado y obtenido un importante grado de separatismo religioso. [...] Decidió acabar con esa situación”.
El estadista y estudioso israelí Abba Eban resume lo que sucedió a continuación: 
“Durante los años 168 y 167 [a.E.C.], en rápida sucesión, hubo masacres de judíos, el Templo fue saqueado y la práctica de la religión judía fue proscrita. 
La circuncisión, al igual que la observancia del Sábado, se convirtieron en ofensas penables con la muerte. 
El insulto mayor llegó en diciembre de 167, cuando por orden de Antíoco se erigió un altar a Zeus dentro del Templo, y se exigió a los judíos que sacrificaran carne de cerdo —declarada impura por la ley judía— al dios de los griegos”. 
Durante ese período, Menelao y otros judíos helenizados continuaron en sus puestos y oficiaron en el templo profanado.
Aunque muchos judíos aceptaron el helenismo, un nuevo grupo autodenominado hasidim (los piadosos) promovía una obediencia más estricta a la Ley de Moisés. 
El pueblo llano, indignado con los sacerdotes que se habían helenizado, se ponía cada vez más del lado de los hasidim. 
Empezó entonces un período durante el cual se martirizó a muchos judíos de todo el país, pues se obligaba a la población a adoptar las costumbres y los sacrificios paganos bajo pena de muerte. 
Los libros apócrifos de los Macabeos contienen muchos relatos de hombres, mujeres y niños que prefirieron morir a transigir.

La reacción de los Macabeos
Las medidas extremas de Antíoco empujaron a muchos judíos a luchar por su religión. 
En Modín, localidad situada al noroeste de Jerusalén, cerca de la actual ciudad de Lod, se convocó a un sacerdote llamado Matatías al centro del pueblo. 
Puesto que gozaba del respeto de los pobladores, el representante del rey intentó convencerlo de participar en un sacrificio pagano, para salvar su vida y dar ejemplo al resto del pueblo. 
Cuando Matatías se negó, otro judío se adelantó dispuesto a transigir. Indignado, Matatías agarró un arma y lo mató. 
Los soldados griegos se quedaron tan atónitos al ver la violenta reacción de aquel hombre de edad, que tardaron en responder. 
En cuestión de segundos, Matatías había matado también al oficial griego. Sus cinco hijos y los habitantes del pueblo dominaron a los soldados griegos antes de que estos pudieran defenderse.
Matatías gritó: ‘Todo aquel que sienta celo por la Ley, que me siga’. Para escapar de las represalias, él y sus hijos huyeron a la región montañosa. 
Al difundirse las noticias de sus actos, muchos judíos (incluidos numerosos hasidim) se unieron a ellos.
Matatías puso a su hijo Judas al frente de las operaciones militares. 
Tal vez debido a su destreza militar, a Judas lo llamaronMacabeo, que significa “martillo”. 
A Matatías y sus hijos se les llamaba asmoneos, nombre derivado de la ciudad de Hesmón o de un antepasado con ese nombre (Josué 15:27). 
No obstante, debido al papel protagónico que Judas Macabeo adquirió durante la rebelión, se comenzó a llamar a toda la familia los Macabeos.

Recuperan el templo
En el transcurso del primer año de la sublevación, Matatías y sus hijos organizaron un pequeño ejército. 
En más de una ocasión, las tropas griegas atacaron a grupos de luchadores hasidim durante el sábado. Aunque estos podrían haberse defendido, no querían violar el sábado, lo que resultó en verdaderas masacres. 
Matatías, a quien el pueblo había empezado a considerar una autoridad religiosa, dictó una disposición que permitía a los judíos defenderse durante el sábado. 
Aquello dio un nuevo impulso a la sublevación, y además fijó la pauta dentro del judaísmo de permitir a los dirigentes religiosos adaptar la ley judía a los cambios de circunstancias. 
El Talmud refleja esa tendencia en una declaración escrita con posterioridad: “Que profanen un sábado para que santifiquen muchos sábados” (Yoma 85b).
Tras la muerte de su anciano padre, Judas Macabeo se convirtió en el caudillo indiscutido de la sublevación.
 Consciente de que no tenía posibilidades de vencer al enemigo en batallas en campo abierto, ideó nuevos métodos, similares a los de las guerrillas de la actualidad. Atacaba las fuerzas de Antíoco en lugares donde no podían recurrir a sus métodos de defensa acostumbrados. 
De ese modo, en una batalla tras otra logró derrotar a ejércitos mucho más numerosos que el suyo.
Ante las rivalidades internas del Imperio seléucida y el poder creciente de Roma, los gobernantes se preocuparon menos por hacer cumplir los decretos antijudíos. 
Eso allanó el camino para que Judas avanzara hasta las mismas puertas de Jerusalén. 
En diciembre de 165 a.E.C. (tal vez 164), él y sus soldados tomaron el templo, purificaron sus utensilios y lo dedicaron de nuevo, exactamente tres años después de su profanación. 
Los judíos conmemoran aquel suceso todos los años en laHanuká, esto es, fiesta de la Dedicación.

La política desplaza a la piedad
Los objetivos de la sublevación se habían alcanzado. Se levantaron las prohibiciones contra la práctica del judaísmo, y se reanudaron el culto y los sacrificios en el templo.
 Satisfechos, los hasidim abandonaron el ejército de Judas Macabeo y regresaron a sus hogares. 
Pero Judas tenía otros planes. 
Dado que contaba con un ejército bien preparado, ¿por qué no utilizarlo para establecer un estado judío independiente? 
Las aspiraciones políticas reemplazaron a los motivos religiosos que habían impulsado la sublevación. 
Por consiguiente, la lucha continuó.
Con el objeto de obtener apoyo para su lucha contra la dominación seléucida, Judas Macabeo firmó un tratado con Roma. 
Si bien perdió la vida en una batalla en 160 a.E.C., sus hermanos continuaron la lucha. 
Su hermano Jonatán se las ingenió para que las autoridades seléucidas aceptaran su nombramiento como sumo sacerdote y gobernante de Judea, aunque permanecería bajo su soberanía. 
Cuando Jonatán fue traicionado, capturado y asesinado en una conspiración siria, su hermano Simón, el último de los hermanos Macabeos, asumió el poder. 
Bajo su gobierno se eliminaron los últimos vestigios de la dominación seléucida (en 141 a.E.C.). 
Simón renovó la alianza con Roma, y los dirigentes judíos lo aceptaron como gobernante y sumo sacerdote. 
Así se instaló una dinastía asmonea independiente en manos de los Macabeos.
Los Macabeos restablecieron el culto en el templo antes de la venida del Mesías (compárese con Juan 1:41, 42; 2:13-17). 
Pero si la confianza en el sacerdocio se había roto debido a las acciones de los sacerdotes helenizados, bajo los asmoneos sufrió embates aún mayores. 
En efecto, contar con un gobierno de sacerdotes politizados, en lugar de con un rey de la línea del fiel David, no redundó en verdaderas bendiciones para el pueblo judío (2 Samuel 7:16; Salmo 89:3, 4, 35, 36).

[Ilustración de la página 21]
Matatías, padre de Judas Macabeo, gritó: ‘Todo aquel que sienta celo por la Ley, que me siga’

[Reconocimiento]

Matatías haciendo un llamamiento a los refugiados judíos/The Doré Bible Illustrations/Dover Publications

Tiempo de hablar tiempo de callar



Los testigos de Jehová obedecemos el consejo bíblico de no responder cada vez que nos acusan de algo o se burlan de nosotros. Por ejemplo, un proverbio de la Biblia dice: “El que está corrigiendo al burlador está tomando para sí deshonra”
(Proverbios 9: 7, 8; 8: 26:4;)

En vez de entrar en polémica y tratar de desmentir cualquier acusación falsa, nos centramos en agradar a Dios
(Salmo 119:69).

Por supuesto, hay “tiempo de callar y tiempo de hablar” (Eclesiastés 3:7).

Por eso contestamos a las personas que desean conocer la verdad, pero evitamos las discusiones que no llevan a nada.

 Así seguimos las enseñanzas y el ejemplo de Jesús y de los primeros cristianos.



Jesús se quedó callado cuando lo acusaron falsamente ante Pilato (Mateo 27:11-14; 1 Pedro 2:21-23). Tampoco respondió cuando lo acusaron de ser un borracho y un glotón. Más bien, dejó que los hechos hablaran por sí mismos, según el principio: “La sabiduría queda probada justa por sus obras” (Mateo 11:19). Pero cuando hizo falta, sí que respondió con valor a quienes lo calumniaron (Mateo 15:1-3; Marcos 3:22-30).


  • Jesús enseñó a sus discípulos a no desanimarse cuando los acusaran falsamente. Les dijo: “Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa” (Mateo 5:11, 12). Jesús también les dijo que a veces esas acusaciones les darían la oportunidad de predicar. En esos momentos, Jesús cumpliría esta promesa: “Les daré boca y sabiduría, que todos sus opositores juntos no podrán resistir ni disputar” (Lucas 21:12-15).



El apóstol Pablo aconsejó a los cristianos que evitaran las discusiones sin sentido, pues tales peleas “son inútiles y vanas” (Tito 3:9; Romanos 16:17, 18).
El apóstol Pedro animó a los cristianos a defender su fe cuando tuvieran la oportunidad (1 Pedro 3:15). En este sentido, indicó que muchas veces las acciones tienen más poder que las palabras. Escribió: “Para que haciendo el bien amordacen el habla ignorante de los hombres irrazonables” (1 Pedro 2:12-15).

El libre albedrìo y tu



¿Cuál es el punto de vista bíblico?
¿Se salvará toda la gente?
EL Dios Todopoderoso se interesa intensamente en el bienestar eterno de toda la humanidad. 
Su Palabra, la Biblia, nos dice: “Esto es excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:3, 4) “No desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento.”(2 Ped. 3:9
Pero, ¿significa esto que con el tiempo toda la gente será salva, es decir, que conseguirán vida eterna como siervos aprobados de Dios?
Las Escrituras revelan que el Altísimo no obliga a nadie a aceptar la vida. 
Él hace todas las provisiones necesarias para que las criaturas humanas consigan Su aprobación, pero, entonces, queda con cada uno aceptar o rechazar Sus provisiones. 
Esto lo evidencian las palabras de Moisés dirigidas a la nación de Israel: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la invocación de mal; y tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole, amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él; porque él es tu vida y la longitud de tus días.”—Deu. 30:19, 20.
Puesto que Jehová Dios es la fuente de la vida, solo se puede conseguir salvación obrando conforme a sus estipulaciones. 
Esto quiere decir aceptar a Jesucristo como Hijo de Dios mediante cuya muerte de sacrificio se ha hecho posible el salvarse del pecado y la muerte. 
El apóstol Pedro aclaró esto cuando le dijo lo siguiente al Sanedrín, el tribunal supremo de los judíos: “No hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”(Hech. 4:12) 
Además, el apóstol Juan llamó la atención a esto cuando declaró el propósito de su Evangelio: “Por supuesto, Jesús ejecutó muchas otras señales también delante de los discípulos, que no están escritas en este rollo. Mas éstas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre.”—Juan 20:30, 31.
Pero, ¿por qué es éste el único modo en que la gente puede conseguir salvación? ¿Por qué no es posible adquirirla simplemente llevando una vida recta?
En realidad, ninguna criatura humana puede dar prueba de ser absolutamente recta por la clase de vida que lleva. Todos erramos en palabra y hecho. ¿Quién puede decir que nunca ha sido desconsiderado, desamorado, egoísta o áspero? El apóstol cristiano Juan lo expresó de esta manera: “Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado,’ a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros.” (1 Juan 1:8
Puesto que el primer hombre Adán arruinó su perfección al desobedecer a Dios, todos nosotros hemos nacido imperfectos. (Sal. 51:5; Rom. 5:12
Por eso, no hay nada que ninguno de nosotros podamos hacer por nuestra propia cuenta para librarnos del pecado.
Puesto que nacimos en pecado, no tenemos automáticamente ante nosotros la perspectiva de salvación. La Biblia dice: “El salario que el pecado paga es muerte.” (Rom. 6:23
Por eso, si no existiera alguna provisión para la expiación de nuestros pecados, no sería posible salvarnos y tendríamos que permanecer para siempre en las garras de la muerte. 
Prescindiendo de cuánto nos esforzáramos, el registro de nuestra vida todavía mostraría que somos criaturas humanas imperfectas, expuestas al salario del pecado.
Por lo tanto, necesitamos una provisión que expíe nuestros pecados. El único medio que Dios ha provisto para lograr esto es el sacrificio de su Hijo. El apóstol Juan escribió: “Él [Jesucristo] es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, empero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”—1 Juan 2:2.
Sin embargo, para beneficiarnos de este sacrificio propiciatorio, tenemos que aceptarlo, reconocer nuestro estado pecaminoso, arrepentirnos de nuestros pecados, y convertirnos o dar la vuelta de un proceder incorrecto para hacer la voluntad de Dios. Toda persona que deliberadamente rehúse hacer esto no conseguirá salvación. Su situación puede compararse a la de un hombre que está a punto de ahogarse y a quien le arrojan un salvavidas pero que lo rechaza.
Sí, la persona que rechaza el medio de salvación que Dios brinda no puede esperar escapar un juicio adverso. Si acaso está vivo al tiempo en que el Señor Jesucristo se revela en gloria, perecerá. 
Esto queda comprobado en 2 Tesalonicenses 1:8, donde leemos que Jesucristo traerá “venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús.” El versículo 9 continúa: “Estos mismos sufrirán . . . destrucción eterna.”
Igualmente, los que aceptan la provisión de Dios de salvación mediante Jesucristo pero que después se hacen pecadores impenitentes no serán salvos.
 A los cristianos hebreos del primer siglo de la era común se les dijo: “Si practicamos el pecado voluntariosamente después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectativa de juicio y hay celo ardiente que va a consumir a los que se oponen. 
Cualquiera que ha desatendido la ley de Moisés muere sin compasión, por el testimonio de dos o tres. 
¿De cuánto más severo castigo piensan ustedes que será considerado digno el que ha pisoteado al Hijo de Dios y que ha estimado como de valor ordinario la sangre del pacto por la cual fue santificado, y que ha ultrajado con desdén el espíritu de bondad inmerecida? 
Porque conocemos al que dijo: ‘Mía es la venganza; yo recompensaré’; y otra vez: ‘Jehová juzgará a su pueblo.’ Es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo.”—Heb. 10:26-31.
Por su modo de obrar, los malhechores deliberados e impenitentes rechazan la aplicación del sacrificio de Jesús en pro de ellos. Tratan la sangre del Hijo de Dios como si fuera de “valor ordinario” es decir, como si no tuviera más valor que la sangre de cualquier otro hombre. 
Por esto su registro de pecado permanece contra ellos, condenándolos. No hay disponible otro sacrificio para expiar su pecado y así protegerlos de la ejecución de la venganza de Dios. 
Dado que éste es el caso, ellos tienen que pagar la pena cabal por sus pecados... muerte eterna.
Simplemente no hay manera de ayudar a los que rechazan la provisión del rescate para que se arrepientan y recobren una posición aprobada con Jehová Dios. 
“Es imposible,” dice la Biblia, “tocante a los que una vez por todas han sido iluminados, y que han gustado el don gratuito celestial, y que han llegado a ser participantes de espíritu santo, y que han gustado la excelente palabra de Dios y los poderes del sistema de cosas venidero, pero que han caído en la apostasía, revivificarlos otra vez al arrepentimiento, porque de nuevo fijan en el madero al Hijo de Dios para sí mismos.”Heb. 6:4-6.
Así podemos ver que, aunque el Altísimo desea que todos sean salvos, no todos lo serán. 
Muchos seguirán rehusando aceptar el único medio de salvación; otros, después de aceptarlo, quizás lleguen a ser individuos impenitentes que insisten en seguir pecando y así pierdan los beneficios expiatorios del sacrificio de Cristo.
 Esto encierra una advertencia para todos los que desean ser salvos del pecado y la muerte. Nos es preciso ejercer cuidado para no presumir de la misericordia de Dios, cediendo a los deseos de la carne pecaminosa, y así quizás llegar al punto en que ya no es posible el arrepentimiento.

domingo, 16 de julio de 2017

La Valera y la inconsecuencia del alma






1)La inconsecuencia con la palabra alma. 

El uso dado en el contexto bíblico a los términos originales en hebreo es né•fesch [ׁש] y en griego es psy•kj
[ψυχή] y muestra que la palabra “alma” se refería tanto a una persona como a un animal o a la vida que hay en ambos.


La versión de la Biblia Reina-Valera al parecer es inconsecuente al verter la palabra ψυχή por alma, 
y posiblemente juega con sus significados, 
mire por favor su versión interlineal:

En Mateo 10:28
aparece la palabra griega ψυχν y la vierte como” alma” esto está bien , pero, ¿que hay de otros textos como Hechos 20:10; 27:37 y Apocalipsis 16:3?

En Hechos 20:10
Reina-Valera vierte ψυχ = vivo , 
Hechos 27:37 ψυχαί = personas y 
Apocalipsis 16:3 ψυχ = ser, 
lo vamos a comparar con La Sagrada Biblia Versión de La Septuaginta al Español.

Mateo 10:28
: “alma”, 

Hechos 27:37:” almas”, 
Hechos 20:10: “alma” y 
Apocalipsis 16:3: “alma”. 
La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras también es consecuente porque traduce alma o almas. 

2)El error de Romanos 9:5.

Romanos 9.5
: “de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.”

¿Está bien vertido este texto? 
Veamos otras versiones: 

Romanos 9:5,6a
, Nueva Biblia Española: “suyos son los Patriarcas, y de ellos en lo humano nació el Mesías, suyo es el Dios Soberano bendito por siempre. Amén.”

Romanos 9:5,
La Sagrada Biblia Versión De La Septuaginta Al Español: “de quienes, los padres, y de quienes, el Cristo, en cuanto a la carne. El que, sobre todas las cosas, Dios, bendito por los siglos; amén.” 




3)
La inconsecuencia con la palabra Hades y Gehena e infierno.

Note como cambian estas palabras estos sujetos:
Hechos 2:27, Reina-Valera de 1960: 

“Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.”

Hechos 2:27
, Reina-Valera de 2000: “que no dejarás mi alma en el infierno, ni darás a tu Santo que vea corrupción.”

La versión interlineal de Reina-Valera de 1960 vierte la palabra griega
δου y la traduce Hades, y después infierno o sea, según ellos infierno = Hades,
pero sucede que la versión interlineal de Reina-Valera 1960 usa la palabra γέενναν en Mateo 5:22 y la traduce infierno. O sea según ellos infierno = Hades = Gehena.

Hechos 2:27
, Jerusalén 1976: “de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción.”

Hechos 2:27
, Biblia Nacar-Colunga: “Porque no abandonarás en el Ades mi alma, ni permitirás que tu Santo experimente la corrupción.”

Mateo 5:22
, Jerusalén 1976: “Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.”

Mateo 5:22
, Biblia Nacar-Colunga: “Pero yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el que le dijere “raca” será reo ante el sanedrín, y el que le dijere “loco” será reo de la gehenna de fuego.”

¿Qué traducción de la Biblia prefiere usted: una que vacile y cambie sus palabras vez tras vez, confundiendo al lector, o una que sea honrada al verter las palabras?.





Otro error de Reina Valera es la 2ª de Pedro 3: 10 

"" Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.""

En Reina-Valera no armoniza con el Códice Sinaítico que data más o menos del siglo IV, ni otros Códices ni con los textos de arriba y fuera de eso, el texto es simbólico pues ,¿que efecto tendría el fuego sobre elementos calientes como el Sol?. 

sábado, 15 de julio de 2017

Datando manuscritos antiguos



¿Cómo se datan los manuscritos antiguos?
Rebuscando en las bibliotecas del monasterio de Santa Catalina, al pie del monte Sinaí (Egipto), donde estaba de visita, el biblista Konstantin von Tischendorf encontró en 1844 unos pergaminos excepcionales. 
Gracias a sus conocimientos de paleografía pudo identificarlos como folios de la Septuaginta, una traducción al griego de las Escrituras Hebreas, o “Antiguo Testamento”.
 “Jamás había visto nada que pudiera considerarse tan antiguo como estas páginas sinaíticas”, escribió.
Aquellos pergaminos eran parte de lo que llegó a conocerse como el Códice Sinaítico, cuya antigüedad se remonta al siglo IV de la era común (e.c.). 
Este códice es tan solo uno de los miles de manuscritos antiguos de las Escrituras Hebreas y Griegas que constituyen un vasto campo de investigación para los expertos.

Evolución de la paleografía griega
Un monje benedictino llamado Bernard de Montfaucon (1655-1741) puso el fundamento para el estudio sistemático de los manuscritos griegos. 
Andando el tiempo, otros eruditos añadieron su granito de arena. 
Por ejemplo, Tischendorf asumió la enorme tarea de hacer una lista de los manuscritos más antiguos de la Biblia dispersados por las bibliotecas europeas. 
Realizó, además, varios viajes al Oriente Medio, examinó centenares de documentos y publicó sus conclusiones.
En el siglo XX, los paleógrafos tuvieron a su disposición nuevos instrumentos de trabajo, como una lista que elaboró Marcel Richard en la que figuran 900 catálogos que describen 55.000 manuscritos griegos, tanto bíblicos como seculares, pertenecientes a 820 bibliotecas o a colecciones privadas. 
Esta inmensa cantidad de información resulta de mucha utilidad a los traductores y ayuda a los paleógrafos a datar los manuscritos con mayor exactitud.

Método de datación
Imaginemos que estamos limpiando el desván de una vieja casa y encontramos una carta sin fecha, escrita a mano sobre un papel que el paso del tiempo se ha encargado de amarillear. 
“¿Cuántos años tendrá?”, nos preguntamos. 
Entonces vemos otra carta. 
El estilo, la caligrafía, la puntuación y otros aspectos se asemejan a los de la primera, pero para nuestro deleite, esta está fechada. 
Ahora contamos con un claro indicio para calcular la época en que se escribió la primera carta, aunque no podamos asegurar el año.
Pues bien, la mayoría de los escribas no fecharon las copias de los manuscritos bíblicos. 
Por ello, a fin de determinar el tiempo aproximado en que se hicieron, los especialistas cotejan los textos con otras obras, inclusive documentos extrabíblicos cuyas fechas se conocen, y llegan a conclusiones basándose en la escritura, la puntuación, las abreviaturas, etc. 
No obstante, se cuenta con cientos de manuscritos griegos fechados, los cuales oscilan entre los años 510 y 1593.

Qué dice la escritura
Los paleógrafos dividen la antigua escritura griega en dos categorías generales: la escritura libraria, elegante y formal, yla cursiva, de trazos enlazados, utilizada en documentos no literarios. 
Los escribas griegos empleaban varios estilos de letras, que se clasifican en capitales, unciales (una variante de la anterior),cursivas y minúsculas. 
Una forma de escritura libraria, la uncial, se utilizó desde el siglo IV antes de la era común (a.e.c.) hasta el siglo VIII o IX de la era común. 
La escritura minúscula, una forma de escritura libraria más pequeña, se utilizó desde el siglo VIII o IX hasta mediados del XV, cuando se inventó en Europa la imprenta de tipos móviles. 
La escritura minúscula era más compacta y se escribía con mayor rapidez, lo que ahorraba tiempo y espacio.
Todos los paleógrafos tienen sus métodos preferidos a la hora de datar los manuscritos. 
En general, suelen echar un vistazo a la escritura para obtener una visión de conjunto y luego pasan a analizar con mayor detenimiento cada una de las letras. 
Dado que los cambios importantes en la escritura normalmente se producen en un período largo de tiempo, su examen minucioso, aunque útil, proporciona solo indicios de la época en que se escribió.
Afortunadamente, existen otras vías para realizar una datación más certera, entre ellas reconocer y determinar cuándo comenzaron a emplearse ciertas técnicas de escritura. 
Por ejemplo, a partir del año 900, los escribas utilizaron con más frecuencia las ligaduras (dos o más letras ligadas) en los textos griegos. 
Además comenzaron a utilizar una escritura sublinear (letras griegas colocadas debajo de las palabras), así como signos que marcaban la aspiración de las vocales, denominadosespíritus.
La caligrafía de una persona suele permanecer invariable a lo largo de su vida; por ello, no se puede precisar la fecha de escritura de los textos con un margen de error inferior a cincuenta años. 
Para colmo, los amanuenses a veces utilizaban manuscritos anteriores como modelo, lo que hacía que las copias parecieran más antiguas. 
Pese a los muchos inconvenientes, un buen número de manuscritos bíblicos importantes han sido fechados.


Se datan importantes manuscritos bíblicos griegos
El Códice Alejandrino, conservado en la Biblioteca Británica, fue el primer manuscrito bíblico importante que se puso a disposición de los estudiosos. 
Este códice, escrito en letras unciales sobre vitela —un tipo muy fino de pergamino—, contiene la mayor parte de la Biblia. 
Los expertos lo datan de principios del siglo V, principalmente debido a los cambios que tuvieron lugar en la escritura uncial entre los siglos V y VI, como atestigua el documento fechado Dioscórides de Viena.
Otro manuscrito importante que los eruditos pueden consultar es el Códice Sinaítico, adquirido por Tischendorf en el monasterio de Santa Catalina. 
Este pergamino uncial contiene parte de las Escrituras Hebreas de la versión griega de la Septuaginta y las Escrituras Griegas Cristianas completas. 
Se conservan 43 folios en Leipzig (Alemania), 347 en la Biblioteca Británica de Londres y fragmentos de otros tres folios en San Petersburgo (Rusia). 
El manuscrito ha sido datado de la segunda mitad del siglo IV fundamentándose en las tablas marginales, o cánones, introducidos en los Evangelios por Eusebio de Cesarea, historiador del siglo IV.
Una tercera obra clave es el Códice Vaticano 1209, que en un principio contenía toda la Biblia en griego. 
Apareció por primera vez en el catálogo de la Biblioteca Vaticana en 1475. 
Sus 759 folios de vitela están escritos en unciales y albergan casi toda la Biblia; solo faltan gran parte del Génesis, parte de los Salmos y fragmentos de las Escrituras Griegas Cristianas. 
Los entendidos afirman que data de la primera mitad del siglo IV. ¿Cómo llegan a esa conclusión?. 
La escritura es similar a la del Códice Sinaítico, que es de ese mismo siglo. 
Con todo, el Códice Vaticano se considera por lo general un poco más antiguo, entre otras razones porque carece de las referencias que concibió Eusebio.

Un tesoro rescatado de la basura
En 1920, la Biblioteca John Rylands de Manchester (Inglaterra) adquirió gran cantidad de papiros recién desenterrados de un viejo basurero egipcio. 
Al examinar los documentos, entre los que se contaban cartas, recibos y censos, el investigador Colin Roberts reconoció las palabras escritas en uno de los fragmentos: se trataba de unos cuantos versículos del capítulo 18 de Juan... ¡el texto cristiano más antiguo de que se tenía constancia en aquel tiempo!
El fragmento llegó a conocerse como el Papiro Rylands 457, designado internacionalmente como P52
Fue escrito en unciales griegas y data de principios del siglo II, a solo pocas décadas de la fecha en que se escribió el Evangelio de Juan. 
Cabe destacar que el texto coincide casi en su totalidad con el que se halla en manuscritos más tardíos.

Antiguos pero exactos
En su obra The Bible and Archæology, el crítico textual británico Sir Frederic Kenyon escribió tocante a las Escrituras Griegas Cristianas: 
“Tanto la autenticidad como la integridad general de los libros del Nuevo Testamento se pueden dar finalmente por establecidas”. 
De igual modo, en cuanto a la fidelidad de las Escrituras Hebreas, el erudito H. Green afirmó: 
“Puede decirse con seguridad que ninguna otra obra de la antigüedad se ha transmitido con tanta exactitud”.
Estos comentarios nos hacen recordar las palabras del apóstol Pedro: 
“Toda carne es como hierba, y toda su gloria es como una flor de la hierba; la hierba se marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre” (1 Pedro 1:24, 25).

[Notas]
Paleografía, en sentido amplio, es el estudio y análisis de los documentos que se escribieron en las edades antigua y media. 
Cabe entender la paleografía de forma más restringida como el estudio de los documentos que se han escrito sobre materiales perecederos como el papiro, las tablillas enceradas, el pergamino, el cuero y el papel.” (Enciclopedia Encarta.)
Este documento se realizó para una tal Juliana Anicia, quien murió en el año 527 ó 528.
 “Se trata del primer ejemplar de escritura uncial sobre vitela al que puede otorgarse una fecha aproximada.” (An Introduction to Greek and Latin Palaeography, de E. M. Thompson.)
Los cánones eusebianos son un conjunto de tablas o sistema de referencias cruzadas “que indican qué pasajes de cada Evangelio son comunes a otros Evangelios” (Manuscripts of the Greek Bible, de Bruce M. Metzger).


Los paleógrafos pueden datar obras sin fechar examinando cuidadosamente manuscritos fechados




El primer Rollo del mar Muerto que se descubrió en 1947 contiene el libro de Isaías y está escrito en piel con una escritura hebrea premasorética. 
Los expertos lo fechan en la segunda mitad del siglo II antes de nuestra era. 
¿Cómo llegaron a esta conclusión? 
Mediante técnicas paleográficas de comparación con otros textos e inscripciones hebreos le asignaron una fecha que oscila entre los años 125 y 100 antes de nuestra era. 

El análisis con carbono-14 corroboró sus conclusiones.

Es sorprendente que cuando se comparan los Rollos del mar Muerto con el texto masorético, preparado muchos siglos después por los masoretas, no se aprecien cambios doctrinales. 
Muchas de las diferencias son pequeños errores ortográficos o gramaticales. 
También es digno de mención que el Tetragrámaton —las cuatro consonantes hebreas que componen el nombre de Dios, Jehová— aparece constantemente en el rollo de Isaías.


Los masoretas, copistas judíos meticulosos, vivieron durante la segunda mitad del primer milenio de nuestra era.




Escritura griega
Escritura libraria (uncial)
Desde el siglo IV a.e.c. hasta el siglo VIII o IX e.c.

Minúscula
Desde el siglo VIII o IX hasta el siglo X

Rollo del mar Muerto
Segunda mitad del siglo II a.e.c.
a.e.c.