viernes, 14 de julio de 2017

Erasmo de Roterdam




Cuando el joven arador se deleita en la Palabra de Dios

“YO HARÍA traducir estas palabras a todos los idiomas para que no solo los escoceses y los irlandeses pudieran leerlas, sino también los turcos y los saracenos [...] Anhelo que el arador las cante para sí mientras va arando, que el tejedor las tararee al son de su lanzadera, que el viajero las aproveche para aliviar la monotonía de su viaje.”

Así se expresó el erudito holandés Desiderio Erasmo a principios del siglo dieciséis. 
Esperaba y deseaba fervorosamente que las “palabras”, es decir, las Escrituras, se tradujeran a muchos idiomas a fin de que aun el ‘arador’ pudiera leer la Palabra de Dios y hallar deleite en ella.

Desde aquel entonces se han producido muchísimas traducciones de la Biblia y hoy se puede leer ésta en los idiomas del 97% de la población del mundo. 
No es sin razón que la Biblia ha llegado a ser el libro de mayor venta del mundo. Bajo su influencia hombres de toda clase se han sentido impulsados a obrar a favor de la libertad y la verdad. 

Este fue especialmente el caso durante la Reforma europea del siglo dieciséis. 
Algunos de los personajes predominantes de aquel tiempo, como Martín Lutero, eran intrépidos y francos, mientras que otros, como Erasmo, procuraron efectuar cambios de manera más sutil. 

Por eso se dice que Lutero abrió la puerta a la Reforma después que Erasmo había forzado la cerradura.

A Erasmo se le reconoció como gran erudito. Respecto a su personalidad, la Catholic Encyclopedia dice: 
“Tenía [...] una capacidad sobresaliente de expresión; en lo que tenía que ver con pronunciar discursos enérgicos y conmovedores, expresarse con aguda ironía y sarcasmo oculto, él no tenía igual”. 

Así, cuando Erasmo visitó a sir Tomás Moro, presidente de la Cámara de los Lores, aun antes de que Erasmo se identificara, Moro quedó tan deleitado con su conversación que abruptamente le dijo: “Usted o es Erasmo o el Diablo”.

Como ejemplo típico de la personalidad de Erasmo puede citarse la respuesta que él dio a Frederick, elector de Sajonia, cuando éste le preguntó lo que opinaba sobre Martín Lutero. Erasmo dijo: 
“Lutero ha cometido dos errores: se ha atrevido a tocar la corona del papa y la barriga de los monjes”.

Pero, ¿cómo influyó la Biblia en Erasmo, y qué, en cambio, hizo él para seguir estudiándola y ayudar a ponerla al alcance de la gente común, como el ‘arador’?. 
Empecemos por examinar la juventud de Erasmo.

Su juventud

Erasmo nació en Rotterdam, los Países Bajos, Holanda, en 1466. 

Fue hijo ilegítimo de un sacerdote holandés y fue muy infeliz durante sus primeros años de vida. 
Su madre murió cuando él tenía más o menos diecisiete años de edad, y poco después murió su padre. 
Aunque Erasmo deseaba asistir a la universidad, finalmente cedió a la presión de sus tutores e ingresó en el monasterio agustino de Steyn. 

Allí continuó estudiando el latín, las obras de los autores clásicos y de los padres de la iglesia. 
Pero en poco tiempo llegó a detestar aquel modo de vida. 
Así, a la edad de veintiséis años, Erasmo aprovechó la oportunidad de salirse del monasterio cuando se le nombró secretario de Enrique de Bergen, obispo de Cambrai, en Francia. 

Poco después pudo continuar sus estudios en la universidad de París. 
Pero enfermaba a menudo y sufrió de mala salud durante toda su vida.

En 1499 aceptó una invitación para visitar Inglaterra. 
Allí conoció a Tomás Moro, Juan Colet y otros teólogos de Londres, quienes lo fortalecieron en su determinación de aplicarse a los estudios bíblicos. 
A fin de comprender mejor el mensaje de la Biblia, se aplicó intensamente al estudio del griego, hasta que pudo enseñarlo a otros.

Durante ese tiempo escribió un tratado intitulado Manual del soldado cristiano, en el que aconsejó al cristiano joven a que estudiara la Biblia, diciendo: “No hay nada que se pueda creer con mayor certeza que lo que se lee en estos escritos”.

En sus esfuerzos por hacer equilibrios para vivir, pues tenía poco dinero, y debido a que quería escapar de la plaga, Erasmo fue a Louvain, Bélgica, en 1504. 
Al visitar el monasterio de Parc, descubrió en la biblioteca un manuscrito de la obra Anotaciones al Nuevo Testamento, del erudito italiano Lorenzo Valla. 

Esta colección de notas sobre el texto de la Vulgata latina de las Escrituras Griegas Cristianas despertó su interés en la crítica textual, en la que se comparan versiones primitivas de la Biblia 
con manuscritos de ésta a fin de determinar cuál era el contenido del texto originalmente. 
Erasmo resolvió esforzarse por restaurar el texto original de la Biblia.
Erasmo entonces visitó Italia y después emprendió nuevamente un viaje a Inglaterra. 
Al cruzar los Alpes, volvió a reflexionar sobre su encuentro con Tomás Moro y, al meditar sobre el significado de este nombre (moros, griego para “tonto”), se sintió impulsado a escribir una sátira, que intituló Elogio de la locura. 

En esta obra se personifica a la tontería y ésta se entremete en toda esfera de la vida, pero se hace especialmente evidente entre los teólogos y el clero. 
De esta manera Erasmo expuso los abusos del clero, que fue precisamente una de las causas de la Reforma, que para entonces estaba a punto de estallar. 
“Respecto a los papas —escribió él— si pretenden ser sucesores de los apóstoles deberían considerar que se requiere que ellos practiquen las mismas cosas que practicaron sus predecesores.” 

Pero en vez de hacer esto, dijo él, consideran que “el instruir a la gente es demasiado laborioso; el interpretar la escritura es usurpar el privilegio de los eruditos; el orar consume demasiado tiempo”.

 ¡Con razón se dijo respecto a Erasmo que él tenía “una capacidad sobresaliente de expresión”!


Se publica el primer texto griego

Mientras enseñaba el griego por un tiempo en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, Erasmo continuó con la obra de enmendar el texto de las Escrituras Griegas Cristianas. 

Un amigo, Martin Dorpius, trató de convencerle de que no era necesario corregir la traducción latina basándose en el griego. 
¿Era probable, objetó Dorpius, “que la entera Iglesia Católica hubiera estado errada por tantos siglos, ya que ella siempre ha usado y aprobado esta traducción”? 

Tomás Moro se unió a Erasmo en responder a estas críticas, e hizo hincapié en la necesidad de que hubiera un texto exacto de la Biblia en los idiomas originales.

En Basilea, Suiza, un impresor, Johannes Froben, instó a Erasmo a que se apresurara por completar su obra. 
El primero se había enterado de que el cardenal Ximenes de Toledo, España, había estado preparando un Testamento en griego y latín en 1514, pero había aplazado la publicación de éste hasta que se completara toda la Biblia. 

Finalmente se publicó bajo el nombre de Políglota Complutense en 1522. 
La edición de Erasmo se publicó en 1516, la primera vez que se había publicado un texto del “Nuevo Testamento” en el griego original.

Puesto que se completó apresuradamente, contenía muchos errores.

 Erasmo, más que nadie, reconocía esto, y en ediciones posteriores corrigió cuantos errores pudo. 

Tanto Lutero como William Tyndale usaron éstas al traducir la Biblia al alemán y al inglés, respectivamente. 
Esto fue lo que Erasmo había esperado y deseado, y fue en el prefacio de este volumen del texto griego donde él escribió: “Yo haría traducir estas palabras a todos los idiomas. [...] Anhelo que el arador las cante para sí mientras va arando”. 

Por imperfecto que haya sido el texto de Erasmo, dio inicio a la obra importante de la crítica textual, que ha resultado en que haya traducciones exactas de la Biblia en nuestro tiempo.

Sin embargo, no toda persona recibió con agrado esta publicación. Erasmo, en algunas de sus notas, criticaba mucho al clero. 

Por ejemplo, considere el texto de Mateo 16:18, que dice: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia”. (Nácar-Colunga.).

Erasmo expresa sorpresa de que estas palabras se hayan aplicado exclusivamente al papa, y rechaza por completo la primacía de Pedro. 
Esta fue una declaración audaz cuando se considera que apareció en un volumen dedicado al papa. 
No es de extrañar que muchos de los escritos de Erasmo hayan sido proscritos, hasta en las universidades.

Es evidente que Erasmo se interesó en comprender la Palabra de Dios, a juzgar por una obra que escribió en 1519 intitulada Principles of True Theology (cuyo título abreviado era The Ratio). 

En esta obra él presenta su método de estudiar la Biblia y un conjunto de reglas acerca de cómo interpretarla. 
Estas incluyen el nunca separar una cita de su contexto ni del hilo del pensamiento del autor. 
Erasmo se dio cuenta de la unidad de las Escrituras como un todo.

 Por lo tanto, la interpretación proviene de dentro de ella, sostuvo él, y no la impone una fuente más allá de sus páginas. 
(Compare con Génesis 40:8.)

Erasmo y Lutero

En 1518 Erasmo escribió un tratado llamado Coloquios, en el que nuevamente atacó la corrupción de la Iglesia y los monasterios. 

Justamente un año antes de esto, Martín Lutero había clavado denodadamente sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg a manera de protesta en contra de las indulgencias, que habían llegado a ser motivo de escándalo en muchos países. 

Durante cierto tiempo parecía que Erasmo y Lutero se unirían para efectuar las reformas necesarias, pero sus ideas en cuanto a cómo lograrlas eran radicalmente diferentes. 
Dentro de poco, Lutero se puso a censurar a Erasmo debido a que éste era moderado y quería obrar por medios pacíficos desde dentro de la Iglesia. 
Podría decirse que Erasmo pensaba y escribía, mientras que Lutero obraba.

La ruptura entre los dos se efectuó finalmente en 1524, cuando Erasmo escribió un ensayo intitulado Disquisición acerca del libre albedrío. 
Lutero rechazaba la idea de que el hombre tuviera libre albedrío, pero Erasmo razonó que de no ser así, Dios sería injusto, ya que eso significaría que el hombre no podría obrar a favor de su propia salvación.

A medida que la Reforma se afianzó en Europa, las circunstancias obligaron a muchos de los caudillos a separarse de la Iglesia Católica. 
Aunque no habían previsto las consecuencias de su proceder, ellos siguieron adelante en el rumbo que habían escogido, en muchos casos hasta la muerte. 

Pero Erasmo evitó la controversia, y aun rechazó el sombrero de cardenal, pues admitió en cierta ocasión que si a él lo ponían a prueba, tal vez caería en el pecado como cayó Pedro (Mateo 26:69-75). 
Procuró mantener una posición intermedia. 
De modo que mientras que en Roma los escritos de Erasmo se consideraban heréticos y se colocaron en el índice de libros prohibidos, muchos reformadores censuraron a Erasmo por estar dispuesto a transigir a fin de salvar su pellejo. 

Erasmo era susceptible a toda forma de crítica, y a la misma vez anhelaba ser elogiado, de modo que frecuentemente era demasiado cauteloso, pues temía las consecuencias de cualquier ruptura con Roma.

El papel que desempeñó Erasmo con relación a la Reforma se ha resumido como sigue: 
“Fue reformador hasta que la Reforma llegó a ser una realidad temible; bromista ante los baluartes del papado hasta que éstos empezaron a desmoronarse; 
propagador de las Escrituras hasta que los hombres se pusieron a estudiarlas y ponerlas en práctica; 
menospreció las meras apariencias de la religión hasta que fueron reconocidas por lo que verdaderamente eran; 
en resumidas cuentas, fue un erudito, ingenioso, benévolo, amable, tímido, indeciso, quien, aunque asumió la responsabilidad de rescatar la mente humana de la esclavitud a la que había sido sometida por mil años, cedió a otros la gloria de dicha responsabilidad. 

La distancia entre su carrera y la de Lutero fue por lo tanto ensanchándose continuamente, hasta que por fin los dos se fueron en direcciones opuestas, y al encontrarse sentían animosidad mutua”. (Edinburgh Review, lxviii, 302.)

Los reformadores no podían llegar a un acuerdo entre ellos mismos en cuanto a cuestiones de doctrina y prácticas religiosas, de modo que los cambios que se efectuaron en el siglo dieciséis no bastaron para eliminar algunas de las tradiciones básicas que por siglos habían ocultado la verdad que encierra la Palabra de Dios. 

No obstante, los adelantos que se hicieron en lo que tenía que ver con proporcionar la Biblia a la gente común han continuado desde aquel entonces hasta el día presente. 
De aquellas luchas, en las que participó Erasmo, han surgido traducciones confiables y exactas de la Biblia.

Así, hoy el ‘arador’ puede conseguir la Biblia, o siquiera parte de ella, en casi cualquier idioma y deleitarse en aprender acerca del magnífico propósito de Dios para con la humanidad. 
En las Escrituras se nos insta encarecidamente a hacer precisamente eso. 
Salmo 1:2, 3 dice respecto al hombre justo: “Su deleite está en la ley de Jehová, y en su ley lee en tono bajo día y noche. Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que hace tendrá buen éxito”

Que nunca dejemos pasar un día sin hallar deleite en la Palabra de Dios.

[Nota a pie de página]
De hecho, ya que el texto de Revelación que él tenía estaba incompleto, Erasmo simplemente volvió a traducir de la Vulgata latina al griego los versículos que faltaban.



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