miércoles, 21 de junio de 2017

Lo que la gente cree y lo que la Biblia dice de la vida y la muerte




¿Qué cree la gente sobre la vida después de la muerte?
Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir?” (JOB 14:14.)
EN UNA funeraria de la ciudad de Nueva York, amigos y parientes desfilan silenciosos ante el ataúd abierto para contemplar el cadáver del joven de 17 años, cuyo cuerpo el cáncer ha consumido. La madre, desolada, repite una y otra vez entre sollozos: “Tommy es más feliz ahora. Dios quería que estuviera con él en el cielo”. Eso es lo que se le ha enseñado a creer.
2 A 11.000 kilómetros de distancia, en Jamnagar (India), el mayor de tres hijos prende fuego a la leña en una pira funeraria para la cremación de su difunto padre. Junto al chisporroteo de la leña los brahmanes recitan mantras en sánscrito: “Que el alma que nunca muere siga esforzándose por convertirse en parte de la realidad suprema”.
3 La realidad de la muerte está a nuestro alrededor (Romanos 5:12). Es natural que nos preguntemos si la muerte pone fin a todo. Al reflexionar sobre el ciclo natural de las plantas, Job, un siervo fiel de Jehová Dios de tiempos antiguos, observó: “Existe esperanza hasta para un árbol. Si es cortado, todavía brota de nuevo, y su propia ramita no cesa de ser”. ¿Y el ser humano? “Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir?”, preguntó Job (Job 14:7, 14). En todas las sociedades y en todos los tiempos la gente se ha planteado preguntas como: ¿Hay vida después de la muerte? Si es así, ¿qué clase de vida? En consecuencia, ¿qué ha llegado a creer la gente, y por qué?
Un tema común con muchas variaciones
4 Muchos cristianos nominales creen que después de la muerte la gente va al cielo o al infierno. Los hindúes, por otra parte, tienen fe en la reencarnación. Los musulmanes creen que habrá un día de juicio después de la muerte en el que Alá evaluará el comportamiento de cada persona y la enviará al paraíso o al infierno. En algunos países las creencias respecto a los muertos son una curiosa mezcolanza de tradiciones locales y cristianismo nominal. En Sri Lanka, por ejemplo, tanto budistas como católicos dejan las puertas y ventanas abiertas de par en par cuando hay una defunción en la familia, y colocan el ataúd con los pies del fallecido en dirección a la puerta principal. Piensan que con estas medidas se le facilita la salida de la casa al espíritu, o alma, del difunto. Muchos católicos y protestantes de África occidental siguen la costumbre de cubrir los espejos cuando muere alguien, para que nadie mire en ellos y vea el espíritu del difunto. Posteriormente, cuarenta días después del fallecimiento del ser querido, los familiares y amigos celebran la ascensión de su alma al cielo.
5 A pesar de estas diferencias, parece que casi todas las religiones coinciden en un punto. Creen que algo dentro del hombre —llámese alma o espíritu— es inmortal y sigue viviendo tras la muerte del cuerpo. Casi todas las religiones y sectas de la cristiandad, que se cuentan por cientos, dicen creer en la inmortalidad del alma. Esta creencia es asimismo un dogma oficial del judaísmo. En el hinduismo constituye el fundamento de la enseñanza de la reencarnación. Los musulmanes creen que el alma sobrevive a la muerte del cuerpo. El aborigen australiano, el africano animista, el sintoísta, e incluso el budista, enseñan también variaciones de este mismo tema.
6 Por otro lado, hay quienes opinan que la vida consciente finaliza al morir. Para ellos la idea de que la vida emocional e intelectual subsiste en un alma impersonal y etérea separada del cuerpo es irrazonable. Miguel de Unamuno, escritor y erudito español del siglo XX, escribe: “Creer en la inmortalidad del alma es querer que el alma sea inmortal, pero quererlo con tanta fuerza que esta querencia, atropellando a la razón, pasa sobre ella”. Esta también ha sido la opinión de gente tan diversa como los famosos filósofos de la antigüedad Aristóteles y Epicuro, el médico Hipócrates, el filósofo escocés David Hume, el docto hispanoárabe Averroes y el primer jefe del gobierno de la India independiente, Jawaharlal Nehru.
7 Ante tales ideas y creencias contradictorias, debemos preguntarnos: ¿Tenemos o no un alma inmortal? En caso de que el alma no sea inmortal, ¿cómo es posible que tal enseñanza falsa forme parte integrante de tantas religiones actuales? ¿De dónde surgió la idea? Es imperativo que encontremos respuestas fidedignas y satisfactorias a estas preguntas porque nuestro futuro está en juego (1 Corintios 15:19). Pero, en primer lugar, veamos cómo nació la doctrina de la inmortalidad del alma.
El origen de la doctrina
8 Se considera que Sócrates y Platón, filósofos griegos del siglo V a.E.C., fueron de los primeros en proponer la idea de la inmortalidad del alma. Pero ellos no la inventaron. Pulieron el concepto y lo transformaron en enseñanza filosófica, haciéndolo así más atractivo para las clases cultas de su día y del futuro. El hecho es que los mazdeístas de la antigua Persia y los egipcios anteriores a estos también creían en la inmortalidad del alma. La pregunta entonces es: ¿Cuál es el origen de la enseñanza?
9 “En el mundo antiguo [...] —dice el libro The Religion of Babylonia and Assyria (La religión de Babilonia y Asiria)—, Egipto, Persia y Grecia sintieron la influencia de la religión de Babilonia.” El libro sigue diciendo en cuanto a las creencias religiosas egipcias: “En vista de que el contacto entre Egipto y Babilonia fue temprano, como lo revelan las tablillas de El-Amarna, hubo muchísimas oportunidades de que los puntos de vista y costumbres babilónicos incidieran en los cultos egipcios”. Lo mismo puede decirse de las antiguas culturas persa y griega.
10 Pero, ¿creían los babilonios de la antigüedad en la inmortalidad del alma? El profesor Morris Jastrow, hijo, de la Universidad de Pennsylvania (E.U.A.), escribió: “Ni el pueblo ni los principales pensadores religiosos [de Babilonia] se plantearon jamás la posibilidad de que se aniquilara totalmente lo que había llegado a existir. La muerte [a su modo de ver] era un pasaje a otra clase de vida, y el no tener inmortalidad [de la vida actual] únicamente recalcaba la imposibilidad de eludir el cambio de existencia que venía con la muerte”. En efecto, los babilonios creían que después de la muerte continuaba alguna clase de vida. Una manifestación de esta creencia era su costumbre de enterrar objetos junto a los muertos para que los utilizaran en el más allá.
11 Está claro que la enseñanza de la inmortalidad del alma se remonta a la antigua Babilonia. ¿Es relevante ese hecho? Sí, pues según la Biblia, la ciudad de Babel, o Babilonia, fue fundada por Nemrod, un bisnieto de Noé. Después del diluvio universal del tiempo de Noé, solo existía un idioma y una religión. Nemrod no solo estaba “en oposición a Jehová”, sino que tanto él como sus seguidores quisieron hacerse “un nombre célebre”. Así, al fundar la ciudad y edificar una torre en ella, Nemrod dio inicio a una religión diferente (Génesis 10:1, 6, 8-10; 11:1-4).
12 Según la tradición, Nemrod sufrió una muerte violenta. Era de esperarse que después de su muerte los babilonios lo tuvieran en gran estima por haber sido el fundador, edificador y primer rey de la ciudad. Como al dios Marduk (Merodac) se le consideraba el fundador de Babilonia y varios reyes babilonios tomaron de él su nombre, algunos eruditos piensan que Marduk era Nemrod deificado (2 Reyes 25:27; Isaías 39:1; Jeremías 50:2). En tal caso, la idea de que el hombre tiene un alma que pervive después de la muerte debe haber sido común al menos para el tiempo en que murió Nemrod. De cualquier modo, las páginas de la historia revelan que, después del Diluvio, la enseñanza de la inmortalidad del alma nació en Babel, o Babilonia.
13 La Biblia también indica que Dios frustró los planes de los constructores de la Torre de Babel confundiendo su lenguaje. Como ya no podían comunicarse entre ellos, abandonaron el proyecto y fueron esparcidos “desde allí sobre toda la superficie de la tierra” (Génesis 11:5-9). Debe tenerse presente que aunque el lenguaje de los que iban a construir la torre fue alterado, su modo de pensar y conceptos no lo fueron. Por ello, llevaron consigo sus ideas religiosas allá donde fijaron su residencia. De ese modo, las enseñanzas religiosas babilónicas —entre ellas la inmortalidad del alma— se esparcieron sobre la faz de la Tierra y se convirtieron en el fundamento de las principales religiones del mundo. Así se fundó un imperio mundial de religión falsa, al que la Biblia llama apropiadamente “Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra” (Revelación [Apocalipsis] 17:5).
El imperio mundial de religión falsa se extiende hacia el este
14 Algunos historiadores dicen que hace más de tres mil quinientos años se produjo una migración de un pueblo ario de tez clara desde el noroeste hasta el valle del Indo, hoy ubicado en su mayor parte en los países de Paquistán y la India. De ahí se extendieron a las llanuras del río Ganges y cruzaron la India. Algunos expertos dicen que las ideas religiosas de los inmigrantes se basaban en antiguas enseñanzas iraníes y babilónicas. Estas ideas religiosas se convirtieron en las raíces del hinduismo.
15 En la India la idea del alma inmortal tomó la forma de la doctrina de la reencarnación. Los sabios hindúes, que trataban de explicar el problema universal del mal y del sufrimiento humano, concibieron lo que se llama la ley del karma, la ley de causa y efecto. Combinando esta ley con la creencia en la inmortalidad del alma, concibieron la doctrina de la reencarnación, según la cual los méritos y deméritos de una vida eran recompensados o castigados en la siguiente. La meta de los fieles es la moksa, es decir, la liberación del ciclo de renacimientos y la unificación con la llamada realidad suprema o nirvana. Con el paso de los siglos el hinduismo se extendió, y con él la enseñanza de la reencarnación. Esta doctrina se ha convertido en el pilar del hinduismo actual.
16 Del hinduismo se derivaron otras fes, como el budismo, el jainismo y el sijismo. Estas también creen en la reencarnación. Además, cuando el budismo penetró en la mayor parte de Asia oriental —China, Corea, Japón y otras partes— influyó profundamente en la cultura y la religión de toda la zona. Esto dio lugar a religiones que reflejan una amalgama de creencias, con elementos del budismo, el espiritismo y la adoración de antepasados. Las más influyentes son el taoísmo, el confucianismo y el sintoísmo. De este modo, la creencia de que la vida sigue después de la muerte del cuerpo ha llegado a dominar el pensamiento y las prácticas religiosas de un gran sector de la humanidad en aquella parte del mundo.
¿Qué puede decirse del judaísmo, la cristiandad y el islam?
17 ¿Qué creen de la vida después de la muerte quienes profesan las religiones del judaísmo, la cristiandad y el islam? De estas, el judaísmo es, con diferencia, la más antigua. Sus raíces se remontan unos cuatro mil años hasta Abrahán, mucho antes de que Sócrates y Platón dieran forma a la teoría de la inmortalidad del alma. Los judíos de la antigüedad creían en la resurrección de los muertos, y no en la inherente inmortalidad humana (Mateo 22:31, 32; Hebreos 11:19). ¿Cómo, entonces, se introdujo en el judaísmo la doctrina de la inmortalidad del alma? La historia nos da la contestación.
18 En 332 a.E.C. Alejandro Magno conquistó el Oriente Medio, incluyendo a Jerusalén. Cuando sus sucesores prosiguieron con el plan de helenización, se produjo una fusión de las dos culturas, la griega y la judía. Con el tiempo, los judíos se familiarizaron con el pensamiento griego, y algunos hasta se hicieron filósofos.
19 Filón de Alejandría, del siglo primero de la era común, fue uno de estos filósofos. Como reverenciaba a Platón, intentó explicar el judaísmo desde el punto de vista de la filosofía griega, y de ese modo preparó el camino para pensadores judíos posteriores. El Talmud —comentarios escritos y leyes orales recopiladas por los rabinos— también recibió la influencia del pensamiento griego. “Los rabinos del Talmud —dice la Encyclopaedia Judaica— creían que la existencia del alma se prolongaba más allá de la muerte.” La literatura mística posterior, como la Cábala, llega al extremo de enseñar la reencarnación. De modo que la idea de la inmortalidad del alma penetró en el judaísmo por la influencia de la filosofía griega. ¿Qué puede decirse sobre la introducción de esa enseñanza en la cristiandad?
20 El cristianismo auténtico comenzó con Jesucristo. Miguel de Unamuno, citado antes, escribió respecto a Jesús: “Creía acaso en la resurrección de la carne, a la manera judaica, no en la inmortalidad del alma, a la manera platónica [griega]”. Unamuno concluyó: “La inmortalidad del alma [...] es un dogma filosófico pagano”. Por tanto, podemos ver por qué el apóstol Pablo previno con fuerza a los cristianos del siglo primero contra “la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo” (Colosenses 2:8).
21 ¿Cuándo y cómo se infiltró este “dogma filosófico pagano” en la cristiandad? The New Encyclopœdia Britannica explica: “Desde mediados del siglo II d.C., los cristianos que habían recibido cierta educación en la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar su fe en los términos de esta, tanto para su propia satisfacción intelectual como para convertir a los paganos cultos. La filosofía que más les convino fue el platonismo”. Dos de los primeros de tales filósofos que tuvieron una gran incidencia en las doctrinas de la cristiandad fueron Orígenes de Alejandría y Agustín de Hipona. Ambos fueron muy influidos por las ideas de Platón y desempeñaron un papel decisivo en la fusión de aquellas ideas con las enseñanzas cristianas.
22 Aunque la idea de la inmortalidad del alma en el judaísmo y la cristiandad se debe a la influencia platónica, el islam contuvo ese concepto desde su mismo principio. El Corán, el libro sagrado del islam, enseña que el hombre tiene un alma que sigue viviendo tras la muerte. Dice que el destino final del alma es la vida en un jardín paradisíaco celestial, o el castigo en un infierno ardiente. Esto no significa que los eruditos árabes no intentaran conciliar las enseñanzas islámicas con la filosofía griega. De hecho, la obra de Aristóteles tuvo cierta influencia en el mundo árabe; no obstante, los musulmanes siguen creyendo en la inmortalidad del alma.

23 Está claro, pues, que las religiones del mundo han desarrollado un desconcertante conjunto de creencias sobre el más allá, basadas en la enseñanza de que el alma es inmortal. Y estas creencias han afectado, es más, han dominado y esclavizado a miles de millones de personas. Por ello, nos sentimos obligados a preguntar: ¿Es posible averiguar la verdad de lo que nos sucede cuando morimos? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Qué dice la Biblia al respecto?

¿Qué dice la Biblia sobre la vida después de la muerte?
Polvo eres y a polvo volverás.” (GÉNESIS 3:19.)
LA TEORÍA del sufrimiento eterno no es compatible con la creencia de que Dios ama las cosas creadas. [...] Creer que se castiga eternamente al alma por los errores de unos cuantos años, sin darle la oportunidad de enmendarse, va contra los dictados de la razón”, observó el filósofo hindú Nikhilananda.
2 Al igual que Nikhilananda, hoy en día muchas personas se sienten incómodas con la enseñanza del tormento eterno. Del mismo modo, a otros les cuesta entender conceptos tales como el acceso al nirvana y la unidad con la naturaleza. Aun entre los que afirman basar sus creencias en la Biblia, existen ideas distintas sobre qué es el alma y qué le sucede cuando morimos. Pero ¿qué enseña la Biblia realmente sobre el alma? Para averiguarlo, tenemos que examinar los significados de las palabras hebrea y griega que se traducen por “alma” en la Biblia.
El alma según la Biblia
3 La palabra hebrea traducida por “alma” es né·fesch, y aparece 754 veces en las Escrituras Hebreas. ¿Qué significa né·fesch? Según The Dictionary of Bible and Religion, “normalmente se refiere al ser vivo entero, al individuo completo”. Eso es lo que se deduce de la descripción del alma que hace la Biblia en Génesis 2:7: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Observemos que el primer hombre “vino a ser” un alma. Es decir, Adán no tenía un alma, sino que era un alma, tal como el hombre que llega a ser médico es médico. Por lo tanto, el vocablo alma designa aquí a la persona completa.
4 La palabra traducida por “alma” (psy·kjé) aparece más de cien veces en las Escrituras Griegas Cristianas. Al igual que né·fesch, este término a menudo se refiere a la persona completa. Por ejemplo, fijémonos en las siguientes expresiones: “Mi alma está perturbada” (Juan 12:27), “empezó a sobrevenirle temor a toda alma” (Hechos 2:43), “toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores” (Romanos 13:1), “hablen confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14) y “unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua” (1 Pedro 3:20). Está claro que psy·kjé, del mismo modo que né·fesch, designa a la persona completa. Según el escriturario Nigel Turner, esta palabra “denota lo que es característicamente humano, el yo personal, el cuerpo material en el que se ha infundido el rûaḥ [espíritu] de Dios. [...] El énfasis se pone en todo el ser”.
5 Es de interés que en la Biblia el término alma no solo se aplica a los seres humanos, sino también a los animales. Por ejemplo, al describir la creación de las criaturas marinas, Génesis 1:20 dice que Dios mandó: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes”. Y en el siguiente día de la creación, Dios dijo: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género” (Génesis 1:24; compárese con Números 31:28).
6 Por consiguiente, en la Biblia la palabra alma hace referencia a una persona o un animal, o a la vida que estos poseen (véase el recuadro). La definición bíblica de alma es sencilla y coherente, y está libre de las complicadas filosofías y supersticiones humanas. Siendo ese el caso, la pregunta apremiante que debe plantearse es: Según la Biblia, ¿qué le sucede al alma en el momento de la muerte?
Los muertos están inconscientes
7 La condición de los muertos se expone claramente en Eclesiastés 9:5, 10, donde leemos: “Los muertos nada saben [...;] no hay obra, ni actividad mental, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro” (La Biblia, Ediciones Sigal). Por consiguiente, la muerte es un estado de inexistencia. El salmista escribió que cuando la persona muere “vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4). Los muertos están inconscientes, inactivos.
8 Al pronunciar sentencia contra Adán, Dios dijo: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Antes de que Dios lo formara del polvo del suelo y le diera vida, Adán no existía. Cuando murió, retornó a ese estado. Su castigo fue la muerte, no la transferencia a otro mundo. ¿Qué le ocurrió, entonces, a su alma? Como en la Biblia la palabra alma con frecuencia se refiere sencillamente a la persona, cuando decimos que Adán murió, estamos diciendo que el alma llamada Adán murió. Esto podría parecer extraño al que cree en la inmortalidad del alma. No obstante, la Biblia afirma: “El alma que peca... ella misma morirá” (Ezequiel 18:4). Levítico 21:1 habla de “un alma difunta” (“el cadáver”, Biblia de Jerusalén). Y a los nazareos se les dijo que no se acercaran a “ninguna alma muerta” (“cuerpo muerto”, Versión Moderna) (Números 6:6).
9 Pero ¿qué puede decirse del relato de Génesis 35:18 sobre el trágico fallecimiento de Raquel mientras daba a luz a su segundo hijo? El texto dice: “Al ir saliendo el alma de ella (porque murió), lo llamó por nombre Ben-oní; pero su padre lo llamó Benjamín”. ¿Implica este pasaje que Raquel tenía un ser interior que a su muerte la abandonó? Ni mucho menos. Recordemos que el término alma también puede referirse a la vida que posee la persona. Así, en este caso, el “alma” de Raquel sencillamente denota su vida. Por eso, otras versiones de la Biblia, en vez de utilizar la expresión “ir saliendo el alma de ella”, optan por soluciones como “la abandonaba la vida” (Mariano Galván Rivera), “exhaló su último suspiro” (Nueva Reina-Valera) y “con su último aliento” (Levoratti-Trusso). No hay ningún indicio de que una parte misteriosa de Raquel sobreviviera después de su muerte.
10 Un caso parecido es el de la resurrección del hijo de una viuda, que recoge el capítulo 17 de 1 Reyes. En el versículo 22 leemos que cuando Elías oró por el pequeño “Jehová escuchó la voz de Elías, de modo que el alma del niño volvió dentro de él, y llegó a vivir”. También en este pasaje la palabra alma significa “vida”. Por esa razón, la versión Nueva Reina-Valera dice: “La vida del niño volvió a él, y revivió”. En efecto, fue la vida, no una entidad inmaterial, lo que regresó al muchacho. Esto concuerda con lo que Elías le dijo a la madre: “Mira, tu hijo [la persona completa] está vivo” (1 Reyes 17:23).
¿Qué es el espíritu?
11 La Biblia dice que cuando alguien muere, “sale su espíritu, él vuelve a su suelo” (Salmo 146:4). ¿Significa esto que un espíritu incorpóreo literalmente parte y sigue viviendo después de la muerte? Lo que dice el salmista a continuación elimina tal posibilidad: “En ese día de veras perecen sus pensamientos” (“se desvanecen todas sus ideas”, Salmo 145:4, Salterio español [146:4, NM]). Por consiguiente, ¿qué es el espíritu, y en qué sentido “sale” de la persona en el momento de la muerte?
12 El significado primario de las palabras traducidas en la Biblia por “espíritu” (hebreo, rú·aj; griego, pnéu·ma) es “aliento”. De ahí que, en vez de “sale su espíritu”, la versión Reina-Valera (revisión de 1960) utilice la expresión “sale su aliento” (Salmo 146:4). Pero el vocablo espíritu implica mucho más que el aliento o la respiración. Por ejemplo, Génesis 7:22 dice respecto a la destrucción de la vida humana y animal en el diluvio universal: “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza [o espíritu; hebreo rú·aj] de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió”. De manera que espíritu puede referirse a la fuerza de vida que está activa en todas las criaturas vivas, tanto humanas como animales, y que se sostiene mediante la respiración.
13 Entonces, ¿por qué dice Eclesiastés 12:7 que cuando la persona muere “el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio”? ¿Significa esto que el espíritu literalmente viaja por el espacio hasta la presencia de Dios? No, tal idea no está implícita. Puesto que el espíritu es la fuerza de vida, “vuelve al Dios verdadero” en el sentido de que toda esperanza de vida futura de la persona depende por completo de Dios. Solo él puede devolver el espíritu, o fuerza de vida, a una persona, y así hacer que viva de nuevo (Salmo 104:30). Pero ¿se propone Dios hacer tal cosa?
Se levantará”
14 En el pueblo de Betania, situado a unos tres kilómetros al este de Jerusalén, María y Marta lloraban la muerte prematura de su hermano Lázaro. Jesús compartía su sentimiento, pues tenía afecto a Lázaro y a sus hermanas. ¿Cómo podía Jesús consolar a estas mujeres? No contándoles ninguna historia enrevesada, sino diciéndoles la verdad. Dijo sencillamente: “Tu hermano se levantará”. Luego fue a la tumba y resucitó a Lázaro, devolviendo la vida a un hombre que había estado muerto cuatro días (Juan 11:18-23, 38-44).
15 ¿Se sorprendió Marta porque Jesús le dijera que Lázaro se ‘levantaría’? Parece que no, pues respondió: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día”. Ya tenía fe en la promesa de la resurrección. Jesús entonces le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir” (Juan 11:23-25). El milagro de la resurrección de Lázaro sirvió para fortalecer su fe y dio fe a otras personas (Juan 11:45). Pero ¿qué significa exactamente el término resurrección?
16 La palabra resurrección traduce el vocablo griego a·ná·sta·sis, que significa literalmente “acción de ponerse de pie (levantarse) de nuevo”. Los traductores hebreos del griego han traducido a·ná·sta·sis por una expresión que significa “reanimación de los muertos” (hebreo, teji·yáth ham·me·thím). Así pues, la resurrección implica levantar de su estado inanimado a la persona que ha muerto, devolviéndole y reactivando su personalidad.
17 Puesto que su sabiduría es infinita y su memoria perfecta, Jehová Dios puede resucitar fácilmente al individuo. Para él no es difícil recordar la personalidad que tenía antes de morir: su modo de ser, sus vivencias y todos los demás detalles de su identidad (Job 12:13; compárese con Isaías 40:26). Además, como muestra la experiencia de Lázaro, Jesucristo tiene tanto el deseo de resucitar a los muertos como el poder para hacerlo (compárese con Lucas 7:11-17; 8:40-56). De hecho, Jesucristo dijo: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz [la de Jesús] y saldrán” (Juan 5:28, 29). En efecto, Jesucristo prometió que todos los que están en la memoria de Jehová resucitarán. La Biblia indica claramente que el alma muere y que el remedio para la muerte es la resurrección. Pero miles de millones de personas han vivido y han muerto. ¿Quiénes, de todas ellas, están en la memoria divina, aguardando la resurrección?
18 Los que han llevado una vida recta por ser siervos de Jehová resucitarán. Pero ha habido millones de seres humanos que han muerto sin haber demostrado si obedecerían o no las normas justas de Dios, ya que no conocían sus requisitos o no tuvieron suficiente tiempo para efectuar los cambios necesarios. Estos también están en la memoria de Dios y serán resucitados, pues la Biblia promete: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 24:15).
19 El apóstol Juan tuvo una visión emocionante de personas resucitadas que estaban de pie delante del trono de Dios. Parte de su descripción escrita dice: “El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus hechos. Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esto significa la muerte segunda: el lago de fuego” (Revelación 20:12-14). ¿Nos damos cuenta de lo que esto significa? Todos los muertos que están en la memoria de Dios serán liberados del Hades, o Seol, la sepultura común de la humanidad (Salmo 16:10; Hechos 2:31). A continuación, “la muerte y el Hades” serán arrojados al llamado “lago de fuego”, un símbolo de destrucción total. La sepultura común de la humanidad dejará de existir.
Una esperanza extraordinaria
20 Cuando vuelvan a la vida millones de personas en la resurrección, no lo harán para vivir en una Tierra vacía (Isaías 45:18). Despertarán en un entorno embellecido, y descubrirán que se les ha preparado vivienda, ropa y alimento en abundancia (Salmo 67:6; 72:16; Isaías 65:21, 22). ¿Quiénes realizarán todos estos preparativos? Obviamente, tendrá que haber gente en el nuevo mundo antes de que comience la resurrección terrestre. Pero ¿quiénes?
21 El cumplimiento de la profecía bíblica muestra que vivimos en “los últimos días” de este sistema de cosas (2 Timoteo 3:1). Dentro de poco, Jehová Dios va a intervenir en los asuntos humanos para eliminar la maldad de la Tierra (Salmo 37:10, 11; Proverbios 2:21, 22). ¿Qué les ocurrirá entonces a los que estén sirviendo fielmente a Dios?
22 Al aniquilar a los malvados, Jehová no destruirá también a los justos (Salmo 145:20). Nunca lo ha hecho en el pasado, ni lo hará cuando limpie la Tierra de toda maldad (compárese con Génesis 18:22, 23, 26). En realidad, el último libro de la Biblia habla de “una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas”, que sale de “la gran tribulación” (Revelación 7:9-14). En efecto, una gran multitud sobrevivirá a la gran tribulación que pondrá fin al actual mundo perverso, y entrará en el nuevo mundo de Dios. Allí la humanidad obediente se beneficiará a plenitud de la maravillosa provisión divina para liberarla del pecado y la muerte (Revelación 22:1, 2). Por lo tanto, la “gran muchedumbre” nunca tendrá que experimentar la muerte. ¡Qué esperanza tan extraordinaria!
Vida sin muerte
23 ¿Podemos confiar en esta asombrosa expectativa? ¡Claro que sí! El propio Jesucristo indicó que llegará el día en que la gente vivirá sin tener que morir. Justo antes de resucitar a su amigo Lázaro, Jesús dijo a Marta: “Todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás” (Juan 11:26).
24 ¿Desea usted vivir para siempre en el Paraíso terrestre? ¿Anhela volver a ver a sus seres queridos? “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”, dice el apóstol Juan (1 Juan 2:17). Ahora es el momento de informarse sobre cuál es la voluntad de Dios, y resolverse a vivir en armonía con ella. Entonces usted, junto con los demás millones de personas que ya están haciendo la voluntad de Dios, podrá vivir para siempre en el Paraíso en la Tierra.


Alma” o vida de la criatura

La palabra alma a veces se refiere a la vida del ser humano o del animal, lo cual no altera su definición bíblica de “persona” o “animal”. A modo de ilustración: tal como decimos que el hombre es un ser vivo, también podemos decir que tiene vida. De igual modo, el hombre es un alma, pero, mientras está vivo, puede decirse que tiene alma.

Por ejemplo, Dios le dijo a Moisés: “Han muerto todos los hombres que buscaban tu alma”. Está claro que los enemigos de Moisés estaban tratando de quitarle la vida (Éxodo 4:19; compárese con Josué 9:24; Proverbios 12:10). Jesús usó la palabra de manera similar cuando dijo: “El Hijo del hombre [...] vino para [...] dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mateo 20:28; compárese con 10:28). En ambos casos la palabra alma significa “vida de una criatura”.



Por ahora, la mayorìa està acà

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