martes, 20 de junio de 2017

Predicaciòn de casa en casa ¿efectiva?




 “Ni dejé [...] de instruiros públicamente y casa por casa.(HECHOS 20:20, La Biblia, versión de Serafín de Ausejo.)
Catòlicos llevan el Evangelio de puerta en puerta.” 
Eso decía un titular del periódico estadounidense The Providence Sunday Journal del 4 de octubre de 1987. 
El periódico informó que uno de los principales objetivos de esta actividad era “invitar a algunos de sus feligreses inactivos a volver a una vida parroquial más activa”. 
El sacerdote John Allard, director de la Oficina para la Evangelización de la Diócesis de Providence, dijo, según se le citó: “De seguro habrá mucho escepticismo. 
Habrá quien diga: ‘Allá van, como lo hacen los testigos de Jehová"". 
Pero los testigos de Jehová son eficientes, ¿verdad? 
Apuesto que usted puede entrar en cualquier Salón del Reino del estado [de Rhode Island, E.U.A.,] y hallar congregaciones llenas de ex católicos”.
Sí, a los testigos de Jehová se les conoce bien por su eficiente ministerio de casa en casa. 
Pero ¿por qué van de casa en casa, o casa por casa?.
El método apostólico
 Jesucristo dio a sus seguidores esta significativa comisión:

 “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”.

 (Mateo 28:19, 20.) Inmediatamente después del día del Pentecostés de 33 E.C. quedó claro cómo, principalmente, se efectuaría esa obra. 
Todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hechos 5:42.) 

Unos 20 años después el apóstol Pablo participaba en el ministerio de casa en casa, pues recordó lo siguiente a unos ancianos cristianos de la ciudad de Éfeso: 

No me retraje de decirles ninguna de las cosas que fueran de provecho, ni de enseñarles públicamente y de casa en casa”. (Hechos 20:20.)
 En Hechos 5:42 las palabras “de casa en casa” son una traducción de kat’ ói·kon. 
Aquí ka· se usa en sentido “distributivo”. 
Por lo tanto, la predicación de los discípulos se distribuía de una casa a otra. 

En un comentario sobre 
Hechos 20:20, Randolph O. Yeager escribió que Pablo enseñaba “tanto en asambleas públicas [de·mo··a] como de casa en casa (distributivo [ka·] con el acusativo). 

Pablo había pasado tres años en Éfeso. 

Visitó toda casa, o por lo menos predicó a toda la gente (versículo 26) . 
Aquí hay autorización bíblica para el evangelismo de casa en casa así como para el que se efectúa en reuniones públicas”.
 Aparece un uso similar de ka· en Lucas 8:1, que dice que Jesús predicaba “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea”. 
Pablo usó la forma plural kat’ ói·kous en Hechos 20:20

Aquí algunas traducciones dicen “en privado” o “en sus casas”. 

Pero el apóstol no se refería únicamente a visitas sociales a los ancianos ni a visitas de pastoreo en los hogares de compañeros de creencia. 
Lo que dijo después muestra que hablaba de un ministerio de casa en casa entre los no creyentes: 
Di testimonio cabalmente, tanto a judíos como a griegos, acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús”. (Hechos 20:21.) 

Sus compañeros de creencia ya se habían arrepentido y habían ejercido fe en Jesús. 

Por lo tanto, Hechos 5:42 y Hechos 20:20 se refieren a predicar “de casa en casa” o de puerta en puerta a no creyentes.
Nada lo puede sustituir
 En un comentario sobre las palabras de Pablo en Hechos 20:20, en 1844 Abiel Abbot Livermore escribió: “No estaba contento con solo pronunciar discursos en la asamblea pública, sin utilizar otros medios; más bien, con celo efectuaba su gran obra en privado, de casa en casa, y literalmente hacíaentrar la verdad del cielo en el hogar y el corazón de los efesios”. 

Más recientemente se ha dicho: 

Desde el principio (cf. Hechos 2:46; 5:42), los cristianos del primer siglo se caracterizaron por diseminar el evangelio de casa en casa. 
[...] [Pablo] había cumplido cabalmente su responsabilidad tanto para con los judíos como para con los gentiles en Éfeso, y estos quedaban sin excusa si perecían en sus pecados” (The Wesleyan Bible Commentary 

[Comentario bíblico wesleyano], tomo 4, páginas 642, 643).

 Aunque los discursos públicos desempeñan su papel en la declaración de las buenas nuevas, no pueden tomar el lugar del contacto personal a las puertas. 
Sobre esto, el erudito Joseph Addison Alexander dijo: “Todavía la iglesia no ha inventado nada que tome el lugar de, o rivalice con, el efecto que tiene el predicar en la iglesia y en el hogar”. 

Como lo expresó el erudito O. A. Hills: “La enseñanza pública y la enseñanza de casa en casa tienen que ir juntas”. 

Los testigos de Jehová suministran instrucción mediante discursos en sus Reuniones Públicas semanales. 
También tienen prueba clara de que el método apostólico de esparcir la verdad bíblica de casa en casa es eficaz. 

Y Jehová de seguro lo aprueba, porque como resultado de tal ministerio está haciendo que miles de personas acudan a su adoración ensalzada cada año. (
Isaías 2:1-4; 60:8, 22.)
 Otra autoridad ha dicho: “Para la gente es más fácil recordar lo que se le enseña a la puerta de su hogar que lo que se le enseña en la iglesia”. 
Pues bien, Pablo se presentaba a las puertas con regularidad, y daba así un excelente ejemplo como ministro. 
No estaba contento con enseñar y discursar en la sinagoga y en el mercado —escribió el escriturario Edwin W. Rice—. 

Siempre estaba ‘enseñando’ diligentemente ‘de casa en casa’. 

Llevó a cabo una contienda de casa en casa, mano a mano, cara a cara con el mal, y para ganar hombres a Cristo, en Éfeso.” 

Los testigos de Jehová saben que el considerar asuntos bíblicos de persona a persona a las puertas de los hogares es un método eficaz. 

Además, vuelven a visitar a las personas y con gusto hablan hasta con opositores si estos permiten una consideración razonable de lo que les interese. 
¡Cuánto se parecen a Pablo! 
Acerca de él, F. N. Peloubet escribió: “Pablo no efectuaba toda su obra en reuniones. 
Sin duda visitaba a muchos personalmente en sus hogares cuando se enteraba de que alguien tenía preguntas, 
o había manifestado tanto interés o tanta oposición 
que estaba dispuesto a conversar sobre asuntos religiosos”.
Los ancianos deben llevar la delantera
¿Qué ejemplo dio Pablo para otros ancianos? 
Mostró que ellos deberían proclamar denodada e incansablemente las buenas nuevas de casa en casa.

 En 1879 J. Glentworth Butler escribió: 
[Los ancianos de Éfeso] sabían que ni la idea de afrontar peligro personalmente ni la idea de alcanzar popularidad habían afectado la predicación [de Pablo]; 
que él no había retenido nada de la verdad que otros necesitaban; 
no había manifestado parcialidad espaciándose sobre aspectos peculiares o novedosos de la verdad, 
sino que había instado a aceptar sólo y todo lo que era provechoso, ‘con el fin de edificar’ o construir: 
¡todo el consejo de Dios en su pureza y plenitud! 

Había practicado este fiel ‘mostrar’, este fervoroso ‘enseñar’ la verdad cristiana, no solo en la escuela de Tirano y en otros lugares donde se reunían discípulos, 

sino en todo domicilio a que pudo llegar. 

De casa en casa, y de alma en alma, día tras día había llevado las buenas noticias con deseo y anhelo como los de Cristo. 
A todas las clases y razas, al judío hostil y al griego que le despreciaba, el tema único —que, explicado de lleno, incluye toda otra verdad salvadora esencial— fue el de arrepentimiento hacia Dios, y fe para con nuestro Señor Jesucristo”.


Fundamentalmente, pues, 
¿qué esperaba Pablo de los ancianos efesios? 
El erudito E. S. Young parafraseó las palabras del apóstol de esta manera: 
No solo hablé en público, sino que me afané de casa en casa, ante todas las clases, tanto ante judíos como ante gentiles. 

El tema de mi ministerio a todas las clases fue ‘arrepentimiento para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo’”.


 W. B. Riley expresó las palabras de Pablo de otro modo: “El significado claro era: 
"‘Espero que continúen lo que yo empecé, tanto hacerlo como enseñarlo, y espero que resistan como yo resistí; que enseñen tanto en privado como en público como hice yo en las calles y de casa en casa; que testifiquen, como yo lo hice a judíos y a griegos, sobre arrepentimiento para con Dios y fe para con nuestro Señor Jesucristo, ¡pues estas son las cosas fundamentales!’”.
 Está claro que en el capítulo 20 de Hechos Pablo mostraba a sus compañeros ancianos que se esperaba que ellos fueran testigos de Jehová que visitaran a la gente de casa en casa. 

A este respecto, los ancianos del primer siglo habían de llevar la delantera y dar el ejemplo apropiado para otros miembros de la congregación. 

(Compárese con Hebreos 13:17.) 
Por eso, como Pablo, los testigos de Jehová predican de casa en casa, y hablan a gente de todas las naciones 
acerca del Reino de Dios, de arrepentimiento para con 
Él, y de fe en Jesucristo. (Marcos 13:10; Lucas 24:45-48.)

 Y en esa obra de casa en casa se espera que los ancianos nombrados entre los Testigos modernos lleven la delantera. (Hechos 20:28.)
En 1879 Charles Taze Russell empezó a publicar la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence 
(La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo) ahora llamada La Atalaya(Anunciando el Reino de Jehová). 

Russell y otros Estudiantes de la Biblia declararon el mensaje del Reino de la manera apostólica. 


Sin embargo, años después algunos ancianos de las congregaciones no cumplieron con sus responsabilidades de testificar. 


Por ejemplo, cierto Testigo escribió: “Todo fue bien hasta que vino el anuncio de que 
todos habrían de participar en la testificación de casa en casa con literatura y particularmente en la obra de casa en casa los domingos... esto en 1927. 

Nuestros ancianos electivos se opusieron a esto y trataron de hacer que la clase entera se negara a emprender esta obra o participar en parte alguna de ella”. 


Con el tiempo, los hombres que no querían predicar de casa en casa perdieron el privilegio de servir como ancianos.


 También hoy se espera que los que sean ancianos y siervos ministeriales lleven la delantera en testificar de casa en casa y en otras formas del ministerio cristiano.


Cada uno un Testigo

 Con la ayuda de Jehová, los cristianos deben declarar el mensaje del Reino de casa en casa, aunque la gente no lo reciba con aprecio. 

Como atalaya de Dios, Ezequiel tenía que dar advertencia a la gente fuera que esta escuchara o no. (
Ezequiel 2:5-7; 3:11, 27; 33:1-6.

E. M. Blaiklock estableció el siguiente paralelo entre Ezequiel y Pablo: “En él [el discurso de Pablo en el capítulo 20 de Hechos] se ve un cuadro claro del ministerio en Éfeso. 


Note lo siguiente: Primero, la urgencia y fidelidad de Pablo. 


No buscaba popularidad ni la aprobación del público. 


Dado como Ezequiel a la obra del atalaya, efectuaba su trabajo respaldando lo que decía con celo y carácter sinceros. 


Segundo, su comprensión amorosa. 

No era un hombre que pusiera en sus labios palabras de juicio sin emoción. 

Tercero, su evangelismo incansable. 

Públicamente y de casa en casa, en la ciudad y por toda la provincia, había predicado el evangelio”.
La abundante bendición que Dios ha derramado sobre sus siervos de hoy no deja dudas respecto a que se complace en que ellos lleven el nombre de testigos de Jehová. 
(Isaías 43:10-12.) 

Además, son testigos de Cristo también, porque Jesús dijo a sus seguidores: 

Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea, y en Samaria, y hasta la parte más distante de la tierra”. (Hechos 1:8.) 
Como se ve, el testificar es responsabilidad de todo el que se dedica a Jehová Dios en oración mediante Jesucristo.

 Del testificar se ha dicho: 
Toda la iglesia estaba implicada. 
La empresa misional de la iglesia primitiva no era la responsabilidad de la Sociedad Misional de Mujeres ni de la Junta de Misiones en el Extranjero. 

Tampoco se dejaba la obra de testificar a profesionales como ancianos, diáconos o hasta apóstoles. [...] 

En aquellos primeros días la iglesia era misión. 
El programa misional de la iglesia primitiva se basaba en dos supuestos: 
1) La tarea principal de la iglesia es la evangelización del mundo.
 2) La responsabilidad de efectuar esta tarea es de toda la comunidad cristiana” (J. Herbert Kane).
 Aunque escritores modernos de la cristiandad no concuerdan con el mensaje del Reino, algunos sí reconocen que los cristianos tienen la obligación de testificar. 

Por ejemplo, en el libro 
Everyone a Minister 
(Cada uno un ministro), Oscar E. Feucht dice: 
Ningún pastor puede cumplir el ministerio que Dios entregó a cada creyente. 
Desafortunadamente, siglos de pensamiento eclesiástico erróneo han hecho de las tareas de 500 parroquianos la tarea de un solo pastor. 
No era así en la iglesia primitiva. 
Los que creían iban a todas partes a predicar la Palabra”.
El testificar era lo más importante en la vida de los cristianos primitivos, tal como lo es en la del pueblo de Jehová hoy día. 
Hablando en sentido general, los primeros tres siglos del movimiento cristiano se caracterizaron por gran entusiasmo en la diseminación de la fe —escribió Edward Caldwell Moore, de la Universidad de Harvard—. 

La pasión del cristiano era el evangelismo, dar a conocer el mensaje de la redención. [...] 

Sin embargo, al principio los hombres que llamaríamos misioneros solo desempeñaron una parte pequeña en la difusión de la influencia y las enseñanzas de Jesús. 

Aquello fue el logro de hombres de todo oficio y ocupación y de toda categoría de la sociedad. 

Llevaron hasta las más lejanas fronteras del imperio [romano] aquel secreto de la vida interior, aquella nueva actitud hacia el mundo, que en su experiencia constituía la salvación. [...] 
[El cristianismo primitivo] estaba profundamente convencido del fin próximo del orden mundial existente.

 Creía en que súbita y milagrosamente se establecería un nuevo orden mundial.”



Al testificar de casa en casa y en otras formas de su ministerio, con gozo los testigos de Jehová dirigen a los que les escuchan al nuevo mundo que Dios ha prometido. 

Sus bendiciones predichas de vida eterna van mucho más allá de los más acariciados sueños de los hombres que hoy quisieran construir un nuevo orden mundial. 
(2 Pedro 3:13Revelación 21:1-4.) 

Aunque parecería que toda persona querría vivir en el maravilloso nuevo mundo de Dios, no es así.
 





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