Bautistas
preocupados por problemas de la iglesia
HOY el número de
bautistas asciende a millones. Casi todo país tiene por lo menos una
pequeña comunidad de bautistas.
Pero aproximadamente
nueve de cada diez bautistas, más de 26.000.000, viven en los
Estados Unidos.
Más de la tercera parte
de estos bautistas son miembros de iglesias afiliadas a la Asamblea
Bautista del Sur. Este cuerpo que, según la edición de 1971 de
The World Almanac, es el más grande de los cuerpos bautistas,
tiene misioneros que sirven en sesenta y nueve países.
Es muy probable que usted
conozca a algunos bautistas. Quizás usted mismo sea uno y pertenezca
a una de las iglesias afiliadas ya sea a la Asamblea Bautista del Sur
o a uno de los otros veinte o más cuerpos bautistas reconocidos. Si
así es, ¿ha notado usted que se muestra preocupación por algunos
de los siguientes problemas?
EL
PROBLEMA DE UNIDAD DE CREENCIA
Truths We Hold
(Verdades que sustentamos), un folleto que publica la Junta de
Escuelas Dominicales de la Asamblea Bautista del Sur, señala que “la
autoridad de una iglesia se expresa por sus miembros, no por
obispos o potentados, . . . cada iglesia es
independiente en su acción bajo el señorío de Jesucristo.”
Por eso, como quizás
usted sepa, dentro de la estructura general de la Asamblea Bautista
del Sur, las iglesias afiliadas difieren a un grado mayor o menor en
lo que enseñan. ¿Presenta esto problemas?
Algunas fuentes bautistas
dicen que Sí. Un ex-ministro bautista en Athens, Georgia, declaró:
“La gente que pertenecía a mi iglesia decía que creía en las
enseñanzas bautistas. Pero cuando empecé a enseñar la Trinidad de
la manera en que debe enseñarse, simplemente no la aceptaban.”
Sin embargo, es probable
que a los miembros de la iglesia les pareciera que como bautistas
tenían el derecho de ejercer ‘independencia’ y expresar su
‘autoridad orientada por los miembros.’
Pero un director de
educación asociado con una de las principales iglesias bautistas de
Charleston, Carolina del Sur, expresó la opinión de que ‘la
diferencia en enseñanza y creencia se debe a un torcimiento de las
Escrituras para que cuadren con las ideas que sustenta el individuo.’
Cuando se le preguntó si esta diferencia de creencia no creaba
problemas para los bautistas que se mudaban a otros lugares, concordó
en que sí, pero añadió: ‘No solo es un problema entre
diferentes iglesias bautistas, sino dentro de la misma iglesia. Aquí
en nuestra iglesia existen tres facciones.’
Por eso, aunque algunos
bautistas aceptan la diferencia de creencia dentro de las filas de su
grupo eclesiástico local (o entre su grupo y otras iglesias de la
misma fe) como lo normal, otros bautistas están perturbados. ¿Está
justificada su preocupación? Quizás le parezca a usted que sí,
particularmente en vista de las palabras del apóstol Pablo a la
iglesia de Corinto:
“Os ruego pues,
hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis
todos una misma cosa, y que no haya divisiones entre vosotros;
sino que estéis perfectamente unidos en un mismo pensar y en un
mismo sentir.”—1 Cor. 1:10, Versión Moderna.
PREOCUPADOS
POR GUÍA ESPIRITUAL CORRECTA
Además, a algunos les
parece que esta situación coloca a muchos ministros bautistas en una
posición comprometedora. En Clarkston, Georgia, un pariente allegado
de un ministro bautista hizo este comentario: “Un ministro sirve en
determinada iglesia al gusto de la estructura del poder de la iglesia
local. Las verdades de Dios han de ser amoldadas para que cuadren con
los puntos de vista y prejuicios prevalecientes de los que están en
el poder en las congregaciones locales.”
¿Se está exagerando el
cuadro? Evidentemente algunos líderes eclesiásticos opinan que no.
Hace unos cuantos años, el Dr. Samuel Southard, del Seminario
Teológico Bautista del Sur, en Louisville, Kentucky, declaró:
“Hemos subvertido nuestro mensaje para retener nuestros miembros y
nuestra riqueza.” El Dr. K. Owen White, clérigo bautista del
Sur, hizo notar: “Nos hemos deslizado de la práctica del
cristianismo bíblico.”
Se expresa preocupación
sincera a causa de los servicios eclesiásticos del día actual, así
como por el contenido de éstos. Usted, como otros bautistas, quizás
haya notado que los sermones están haciéndose más seglares, que
instan a prestar apoyo a los esfuerzos de los hombres por resolver
los problemas políticos, sociales y económicos de la sociedad
moderna que empeoran. A algunos les parece que, en vez de dar este
énfasis a los proyectos y planes humanos, debiera darse más
atención a la guía espiritual que la Biblia suministra y a edificar
fe en la esperanza que ésta expone. Quizás tengan presentes las
palabras de Jesús acerca de sus seguidores verdaderos: “No son
del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”—Juan 17:14, Versión
Valera.
Sin duda parte de la
preocupación se debe a la entrada de nuevos miembros en el
ministerio bautista, hombres que han completado sus estudios en los
seminarios solo en años recientes. En muchas sectas protestantes
no bautistas, se sabe bastante bien que las enseñanzas
evolucionistas, dudas acerca de la existencia de un Dios personal y
la renuencia a aceptar toda la Biblia como inspirada por Dios, están
haciéndose cada vez más comunes entre los nuevos miembros del
ministerio. Pero, con sorpresa para algunos, el deán Rosco Brong del
Colegio Bautista de Lexington expresa esta advertencia: “Las
iglesias bautistas están siendo invadidas y su testimonio destruido
por un diluvio de infieles disfrazados de ministros que brotan a
chorros de los colegios y seminarios modernistas... predicadores
infieles que niegan la Biblia, que se sirven a sí mismos en vez de a
Cristo.”
Probablemente usted
acepte como verídicos los relatos que da la Biblia acerca de la
creación y el Diluvio. Por supuesto, la Biblia muestra que Jesús y
sus apóstoles aceptaron estos relatos como verdad inspirada
divinamente. (Mat. 19:3-6; 24:37-39; 1 Tim. 2:12-14; 1 Ped.
3:20) El preguntar a su ministro si él acepta estos relatos o
no quizás le parezca a usted un poco extraño. Pero hoy
preguntas como éstas a menudo producen respuestas sorprendentes.
PREOCUPACIÓN
POR FALTA DE CONDUCTA CRISTIANA
Truths We Hold
dice que a los bautistas se les puede llamar “el pueblo del Libro,”
es decir, la Biblia. Sin embargo, igual que a la gente de muchas
otras sectas protestantes, a algunos bautistas les parece que muy a
menudo sus compañeros miembros no toman suficientemente en
serio ese Libro en su vida cotidiana. Una encuesta reciente realizada
por el Ladies’ Home Journal reveló que, entre las mujeres
católicas y protestantes que van a la iglesia, una de cada cuatro
estaba angustiada por “la opinión de que muchas de sus compañeras
de adoración son hipócritas.” A continuación, el artículo
declara: “Entre las bautistas, la sensación de que comparten la
banca con hipócritas aumentó de manera significativa: una de cada
tres mujeres es de esta opinión.”
Lo mismo que en el caso
de otros grupos protestantes, parece que la pregunta aquí es: ¿De
veras hace diferente a la gente el que sean miembros de una iglesia
bautista, la distingue de otros en cuanto a su vida cotidiana, sus
valores y moralidad?
¿Qué se debe hacer con miembros de
iglesia cuya conversación y conducta violan los principios
bíblicos?—Gál. 5:9, Val.
¿FUE
DIFERENTE EN LA IGLESIA PRIMITIVA?
Se reconoce que los
cristianos del primer siglo también tuvieron sus problemas. Quizás
los bautistas señalen a disputas debido a asuntos doctrinales en
aquel entonces como razón para no preocuparse por las creencias
discrepantes de la actualidad.
Es cierto, a veces
surgieron disputas debido a doctrinas entre los cristianos
primitivos. Hubo ocasiones cuando ciertos individuos en medio de
ellos no se adhirieron a conducta correcta. Y maestros falsos se
manifestaron dentro de las iglesias. Pero, ¿qué hicieron los
cristianos del primer siglo acerca de estos problemas? ¿Decidía
cada iglesia lo que debía hacer?
Mientras el apóstol
Pablo estaba en Antioquía, surgió una disputa en cuanto a si los
conversos no judíos deberían circuncidarse o no. La iglesia en
Antioquía no se encargó ella misma de decidir el asunto
ni permitió que esta disputa resultara en división. Se envió
una delegación a Jerusalén para presentar la cuestión allí a los
apóstoles y ancianos de la iglesia. Pedro, Bernabé y Pablo dieron
testimonio. Los apóstoles y otros ancianos examinaron cuidadosamente
las Santas Escrituras en cuanto al asunto. Con la ayuda del “espíritu
santo” o espíritu de Dios, llegaron a una conclusión unánime.
Usted puede leer acerca de esto en el capítulo 15 de Hechos.
Debe hacerse notar que
las decisiones que tomaron los apóstoles y ancianos en Jerusalén
no beneficiaron únicamente a la iglesia en Antioquía, sino a
todas las otras iglesias. Hechos 16:4, 5 nos dice: “Y según
pasaban [Pablo y Silas] por las ciudades, entregaban a los hermanos
para que los guardasen, los decretos que habían sido acordados por
los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem. Así pues las
iglesias se fortalecieron en la fe.”—Mod.
Aunque hoy no tenemos
a los apóstoles, sí tenemos sus escritos. Por lo tanto, ¿no es
razonable esperar que los cristianos verdaderos disfruten de unicidad
de creencia puesto que se adhieren fielmente a la Palabra de Dios? El
folleto bautista Truths We Hold declara: “Los bautistas
creen que la Biblia es la única guía segura y digna de confianza
para la fe y práctica religiosas. De este Libro —y no de los
concilios eclesiásticos o credos de hechura humana— los bautistas
han formulado sus creencias básicas.”
Esto hace surgir la
pregunta: Si la Biblia dice a los cristianos que ‘hablen la misma
cosa,’ ¿por qué debería hacérsele difícil a un bautista que se
mude a otro lugar encontrar otra iglesia bautista que enseñe
exactamente la misma doctrina que aquella de su anterior lugar de
residencia? ¿Es posible que esto sugiera que, en la práctica
verdadera, realmente no se acude a la Biblia como una “guía
segura y digna de confianza”?
En las iglesias de los
cristianos del primer siglo no se toleraba a habituales
ladrones, fornicadores, adúlteros, borrachos y pecadores semejantes.
A la iglesia en Corinto el apóstol Pablo escribió: “Si alguno
llamándose hermano fuere fornicario, ó avaro, ó idólatra, ó
maldiciente, ó borracho, ó ladrón, con el tal ni aun
comáis. . . . Quitad pues á ese malo de entre
vosotros.” (1 Cor. 5:11-13, Val) ¿Sigue esta
exhortación bíblica la iglesia de la cual usted es miembro? O, ¿se
permite que conocidos violadores de los justos mandatos de Dios
continúen siendo aceptados, quizás hasta permitiéndoseles ocupar
puestos eclesiásticos importantes?
En el primer siglo se
dieron pasos definitivos contra los cristianos profesos que promovían
doctrinas falsas. El apóstol Pablo mandó a Tito: “Rehusa hombre
hereje, después de una y otra amonestación.” (Tito 3:10, Val)
Si hoy las iglesias bautistas hicieran esto, ¿sería posible que un
deán en un colegio bautista dijera que esas iglesias estaban siendo
“invadidas y su testimonio destruido por un diluvio de infieles”?
Obviamente, hay una gran
diferencia entre la situación de los cristianos del primer siglo y
la que prevalece entre los miembros de las iglesias bautistas. Aunque
los cristianos del primer siglo afrontaban problemas, sabían lo que
tenía que hacerse para preservar la unidad de creencia y la pureza
de congregación. Y actuaban. Como resultado de sus esfuerzos se
mantuvo la unidad de creencia en todas las congregaciones.
Si dicha unidad no se
deja ver en su iglesia, ¿no indica esto que usted debería
tomar acción positiva? Es cierto, el que usted sea miembro de una
iglesia en particular puede proporcionarle cierta posición en la
comunidad. Y es posible que la aceptación social le parezca a usted
muy importante. Pero, ¿no sería razonable investigar si en la
actualidad hay un cuerpo de cristianos que se esfuerza por mantener
unidad, como lo hicieron los cristianos del primer siglo?
Recuerde que el Señor
Jesucristo quiere a personas que estén verdaderamente dedicadas a lo
que es correcto. A la iglesia de Laodicea se le dijo: ‘Porque eres
tibia, y no fría ni caliente, te vomitaré de mi boca.’
(Apo. 3:16, Val) Ciertamente usted no quiere asociarse
con una iglesia que está en peligro de ser rechazada por Cristo
porque él no encuentra que ésta tenga “obras perfectas
delante de Dios.” (Apo. 3:2, Val) Por lo tanto, ¿no sería
verdaderamente prudente el que usted se interesara en el modo en que
Dios ve las cosas y dejara de preocuparse por la opinión de
parientes, amigos o la comunidad?
Hallaron
una solución
BAJO inspiración el
salmista David declaró: “¡Mirad, qué bueno y qué agradable es
que los hermanos moren juntos en unidad!”—Sal. 133:1, Authorized
Version.
Hoy muchas iglesias están
pasando por una crisis. No solo la iglesia católica, sino
también las iglesias protestantes sienten las fuerzas de desunión
obrando dentro de ellas. Diariamente, se hace más evidente que la
unidad de creencia es vital, esencial, para que pueda haber
unidad de acción. Y tiene que haber amor genuino a Dios, amor
a la verdad y amor al prójimo para que la gente disfrute de lo bueno
y delicioso que es ‘habitar juntos en unidad.’ Sin importar lo
ocultas que estén bajo un disfraz de piedad religiosa, sin importar
con cuánta mañosa melosidad se lleven a cabo, cosas como falta de
honradez, inmoralidad, calumnia sutil, actos de favoritismo,
orgullo... éstos inevitablemente producen fricción y desunión.
Muchos bautistas sinceros
desean, hasta anhelan, la plena unidad que describe la Biblia. Quizás
usted sea uno de ellos. Allá en el primer siglo, durante el
ministerio terrestre de Jesús y en tiempos apostólicos, había
personas que tenían hambre de verdadero conocimiento de la verdad y
de la unidad que acompaña a tal entendimiento claro. El hecho de que
los fariseos y los saduceos y otros presentaban en falsos colores a
Jesús y a sus apóstoles, haciendo que se les considerara como una
‘secta contra la cual se habla en todas partes,’ no disuadía
a estas personas. (Hech. 28:22) Investigaban.
Hoy, personas, incluso
bautistas, están investigando. A veces lo hacen a pesar de presión
de parte de parientes y amigos, a pesar de advertencias de parte de
clérigos. En vez de aceptar a ciegas la palabra de otros, han
insistido en dejar que las Escrituras sean su guía en cuanto a
hallar la religión verdadera. (Hech. 17:11) En su búsqueda, han
investigado la obra y las publicaciones del grupo cristiano que se
conoce como testigos de Jehová.
: “Examinadlo todo; retened lo
bueno.”—1 Tes. 5:21, Val.
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