martes, 20 de junio de 2017

Bautistas ¿divisiòn?





Bautistas preocupados por problemas de la iglesia

HOY el número de bautistas asciende a millones. Casi todo país tiene por lo menos una pequeña comunidad de bautistas.
Pero aproximadamente nueve de cada diez bautistas, más de 26.000.000, viven en los Estados Unidos.
Más de la tercera parte de estos bautistas son miembros de iglesias afiliadas a la Asamblea Bautista del Sur. Este cuerpo que, según la edición de 1971 de The World Almanac, es el más grande de los cuerpos bautistas, tiene misioneros que sirven en sesenta y nueve países.
Es muy probable que usted conozca a algunos bautistas. Quizás usted mismo sea uno y pertenezca a una de las iglesias afiliadas ya sea a la Asamblea Bautista del Sur o a uno de los otros veinte o más cuerpos bautistas reconocidos. Si así es, ¿ha notado usted que se muestra preocupación por algunos de los siguientes problemas?
EL PROBLEMA DE UNIDAD DE CREENCIA
Truths We Hold (Verdades que sustentamos), un folleto que publica la Junta de Escuelas Dominicales de la Asamblea Bautista del Sur, señala que “la autoridad de una iglesia se expresa por sus miembros, no por obispos o potentados, . . . cada iglesia es independiente en su acción bajo el señorío de Jesucristo.”
Por eso, como quizás usted sepa, dentro de la estructura general de la Asamblea Bautista del Sur, las iglesias afiliadas difieren a un grado mayor o menor en lo que enseñan. ¿Presenta esto problemas?
Algunas fuentes bautistas dicen que Sí. Un ex-ministro bautista en Athens, Georgia, declaró: “La gente que pertenecía a mi iglesia decía que creía en las enseñanzas bautistas. Pero cuando empecé a enseñar la Trinidad de la manera en que debe enseñarse, simplemente no la aceptaban.”
Sin embargo, es probable que a los miembros de la iglesia les pareciera que como bautistas tenían el derecho de ejercer ‘independencia’ y expresar su ‘autoridad orientada por los miembros.’
Pero un director de educación asociado con una de las principales iglesias bautistas de Charleston, Carolina del Sur, expresó la opinión de que ‘la diferencia en enseñanza y creencia se debe a un torcimiento de las Escrituras para que cuadren con las ideas que sustenta el individuo.’ Cuando se le preguntó si esta diferencia de creencia no creaba problemas para los bautistas que se mudaban a otros lugares, concordó en que sí, pero añadió: ‘No solo es un problema entre diferentes iglesias bautistas, sino dentro de la misma iglesia. Aquí en nuestra iglesia existen tres facciones.’
Por eso, aunque algunos bautistas aceptan la diferencia de creencia dentro de las filas de su grupo eclesiástico local (o entre su grupo y otras iglesias de la misma fe) como lo normal, otros bautistas están perturbados. ¿Está justificada su preocupación? Quizás le parezca a usted que sí, particularmente en vista de las palabras del apóstol Pablo a la iglesia de Corinto:
Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya divisiones entre vosotros; sino que estéis perfectamente unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir.”—1 Cor. 1:10, Versión Moderna.

PREOCUPADOS POR GUÍA ESPIRITUAL CORRECTA

Además, a algunos les parece que esta situación coloca a muchos ministros bautistas en una posición comprometedora. En Clarkston, Georgia, un pariente allegado de un ministro bautista hizo este comentario: “Un ministro sirve en determinada iglesia al gusto de la estructura del poder de la iglesia local. Las verdades de Dios han de ser amoldadas para que cuadren con los puntos de vista y prejuicios prevalecientes de los que están en el poder en las congregaciones locales.”
¿Se está exagerando el cuadro? Evidentemente algunos líderes eclesiásticos opinan que no. Hace unos cuantos años, el Dr. Samuel Southard, del Seminario Teológico Bautista del Sur, en Louisville, Kentucky, declaró: “Hemos subvertido nuestro mensaje para retener nuestros miembros y nuestra riqueza.” El Dr. K. Owen White, clérigo bautista del Sur, hizo notar: “Nos hemos deslizado de la práctica del cristianismo bíblico.”
Se expresa preocupación sincera a causa de los servicios eclesiásticos del día actual, así como por el contenido de éstos. Usted, como otros bautistas, quizás haya notado que los sermones están haciéndose más seglares, que instan a prestar apoyo a los esfuerzos de los hombres por resolver los problemas políticos, sociales y económicos de la sociedad moderna que empeoran. A algunos les parece que, en vez de dar este énfasis a los proyectos y planes humanos, debiera darse más atención a la guía espiritual que la Biblia suministra y a edificar fe en la esperanza que ésta expone. Quizás tengan presentes las palabras de Jesús acerca de sus seguidores verdaderos: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”—Juan 17:14, Versión Valera.
Sin duda parte de la preocupación se debe a la entrada de nuevos miembros en el ministerio bautista, hombres que han completado sus estudios en los seminarios solo en años recientes. En muchas sectas protestantes no bautistas, se sabe bastante bien que las enseñanzas evolucionistas, dudas acerca de la existencia de un Dios personal y la renuencia a aceptar toda la Biblia como inspirada por Dios, están haciéndose cada vez más comunes entre los nuevos miembros del ministerio. Pero, con sorpresa para algunos, el deán Rosco Brong del Colegio Bautista de Lexington expresa esta advertencia: “Las iglesias bautistas están siendo invadidas y su testimonio destruido por un diluvio de infieles disfrazados de ministros que brotan a chorros de los colegios y seminarios modernistas... predicadores infieles que niegan la Biblia, que se sirven a sí mismos en vez de a Cristo.”
Probablemente usted acepte como verídicos los relatos que da la Biblia acerca de la creación y el Diluvio. Por supuesto, la Biblia muestra que Jesús y sus apóstoles aceptaron estos relatos como verdad inspirada divinamente. (Mat. 19:3-6; 24:37-39; 1 Tim. 2:12-14; 1 Ped. 3:20) El preguntar a su ministro si él acepta estos relatos o no quizás le parezca a usted un poco extraño. Pero hoy preguntas como éstas a menudo producen respuestas sorprendentes.

PREOCUPACIÓN POR FALTA DE CONDUCTA CRISTIANA

Truths We Hold dice que a los bautistas se les puede llamar “el pueblo del Libro,” es decir, la Biblia. Sin embargo, igual que a la gente de muchas otras sectas protestantes, a algunos bautistas les parece que muy a menudo sus compañeros miembros no toman suficientemente en serio ese Libro en su vida cotidiana. Una encuesta reciente realizada por el Ladies’ Home Journal reveló que, entre las mujeres católicas y protestantes que van a la iglesia, una de cada cuatro estaba angustiada por “la opinión de que muchas de sus compañeras de adoración son hipócritas.” A continuación, el artículo declara: “Entre las bautistas, la sensación de que comparten la banca con hipócritas aumentó de manera significativa: una de cada tres mujeres es de esta opinión.”
Lo mismo que en el caso de otros grupos protestantes, parece que la pregunta aquí es: ¿De veras hace diferente a la gente el que sean miembros de una iglesia bautista, la distingue de otros en cuanto a su vida cotidiana, sus valores y moralidad?
¿Qué se debe hacer con miembros de iglesia cuya conversación y conducta violan los principios bíblicos?—Gál. 5:9, Val.

¿FUE DIFERENTE EN LA IGLESIA PRIMITIVA?

Se reconoce que los cristianos del primer siglo también tuvieron sus problemas. Quizás los bautistas señalen a disputas debido a asuntos doctrinales en aquel entonces como razón para no preocuparse por las creencias discrepantes de la actualidad.
Es cierto, a veces surgieron disputas debido a doctrinas entre los cristianos primitivos. Hubo ocasiones cuando ciertos individuos en medio de ellos no se adhirieron a conducta correcta. Y maestros falsos se manifestaron dentro de las iglesias. Pero, ¿qué hicieron los cristianos del primer siglo acerca de estos problemas? ¿Decidía cada iglesia lo que debía hacer?
Mientras el apóstol Pablo estaba en Antioquía, surgió una disputa en cuanto a si los conversos no judíos deberían circuncidarse o no. La iglesia en Antioquía no se encargó ella misma de decidir el asunto ni permitió que esta disputa resultara en división. Se envió una delegación a Jerusalén para presentar la cuestión allí a los apóstoles y ancianos de la iglesia. Pedro, Bernabé y Pablo dieron testimonio. Los apóstoles y otros ancianos examinaron cuidadosamente las Santas Escrituras en cuanto al asunto. Con la ayuda del “espíritu santo” o espíritu de Dios, llegaron a una conclusión unánime. Usted puede leer acerca de esto en el capítulo 15 de Hechos.
Debe hacerse notar que las decisiones que tomaron los apóstoles y ancianos en Jerusalén no beneficiaron únicamente a la iglesia en Antioquía, sino a todas las otras iglesias. Hechos 16:4, 5 nos dice: “Y según pasaban [Pablo y Silas] por las ciudades, entregaban a los hermanos para que los guardasen, los decretos que habían sido acordados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem. Así pues las iglesias se fortalecieron en la fe.”—Mod.
Aunque hoy no tenemos a los apóstoles, sí tenemos sus escritos. Por lo tanto, ¿no es razonable esperar que los cristianos verdaderos disfruten de unicidad de creencia puesto que se adhieren fielmente a la Palabra de Dios? El folleto bautista Truths We Hold declara: “Los bautistas creen que la Biblia es la única guía segura y digna de confianza para la fe y práctica religiosas. De este Libro —y no de los concilios eclesiásticos o credos de hechura humana— los bautistas han formulado sus creencias básicas.”
Esto hace surgir la pregunta: Si la Biblia dice a los cristianos que ‘hablen la misma cosa,’ ¿por qué debería hacérsele difícil a un bautista que se mude a otro lugar encontrar otra iglesia bautista que enseñe exactamente la misma doctrina que aquella de su anterior lugar de residencia? ¿Es posible que esto sugiera que, en la práctica verdadera, realmente no se acude a la Biblia como una “guía segura y digna de confianza”?
En las iglesias de los cristianos del primer siglo no se toleraba a habituales ladrones, fornicadores, adúlteros, borrachos y pecadores semejantes. A la iglesia en Corinto el apóstol Pablo escribió: “Si alguno llamándose hermano fuere fornicario, ó avaro, ó idólatra, ó maldiciente, ó borracho, ó ladrón, con el tal ni aun comáis. . . . Quitad pues á ese malo de entre vosotros.” (1 Cor. 5:11-13, Val) ¿Sigue esta exhortación bíblica la iglesia de la cual usted es miembro? O, ¿se permite que conocidos violadores de los justos mandatos de Dios continúen siendo aceptados, quizás hasta permitiéndoseles ocupar puestos eclesiásticos importantes?
En el primer siglo se dieron pasos definitivos contra los cristianos profesos que promovían doctrinas falsas. El apóstol Pablo mandó a Tito: “Rehusa hombre hereje, después de una y otra amonestación.” (Tito 3:10, Val) Si hoy las iglesias bautistas hicieran esto, ¿sería posible que un deán en un colegio bautista dijera que esas iglesias estaban siendo “invadidas y su testimonio destruido por un diluvio de infieles”?
Obviamente, hay una gran diferencia entre la situación de los cristianos del primer siglo y la que prevalece entre los miembros de las iglesias bautistas. Aunque los cristianos del primer siglo afrontaban problemas, sabían lo que tenía que hacerse para preservar la unidad de creencia y la pureza de congregación. Y actuaban. Como resultado de sus esfuerzos se mantuvo la unidad de creencia en todas las congregaciones.
Si dicha unidad no se deja ver en su iglesia, ¿no indica esto que usted debería tomar acción positiva? Es cierto, el que usted sea miembro de una iglesia en particular puede proporcionarle cierta posición en la comunidad. Y es posible que la aceptación social le parezca a usted muy importante. Pero, ¿no sería razonable investigar si en la actualidad hay un cuerpo de cristianos que se esfuerza por mantener unidad, como lo hicieron los cristianos del primer siglo?
Recuerde que el Señor Jesucristo quiere a personas que estén verdaderamente dedicadas a lo que es correcto. A la iglesia de Laodicea se le dijo: ‘Porque eres tibia, y no fría ni caliente, te vomitaré de mi boca.’ (Apo. 3:16, Val) Ciertamente usted no quiere asociarse con una iglesia que está en peligro de ser rechazada por Cristo porque él no encuentra que ésta tenga “obras perfectas delante de Dios.” (Apo. 3:2, Val) Por lo tanto, ¿no sería verdaderamente prudente el que usted se interesara en el modo en que Dios ve las cosas y dejara de preocuparse por la opinión de parientes, amigos o la comunidad?



Hallaron una solución

BAJO inspiración el salmista David declaró: “¡Mirad, qué bueno y qué agradable es que los hermanos moren juntos en unidad!”—Sal. 133:1, Authorized Version.
Hoy muchas iglesias están pasando por una crisis. No solo la iglesia católica, sino también las iglesias protestantes sienten las fuerzas de desunión obrando dentro de ellas. Diariamente, se hace más evidente que la unidad de creencia es vital, esencial, para que pueda haber unidad de acción. Y tiene que haber amor genuino a Dios, amor a la verdad y amor al prójimo para que la gente disfrute de lo bueno y delicioso que es ‘habitar juntos en unidad.’ Sin importar lo ocultas que estén bajo un disfraz de piedad religiosa, sin importar con cuánta mañosa melosidad se lleven a cabo, cosas como falta de honradez, inmoralidad, calumnia sutil, actos de favoritismo, orgullo... éstos inevitablemente producen fricción y desunión.
Muchos bautistas sinceros desean, hasta anhelan, la plena unidad que describe la Biblia. Quizás usted sea uno de ellos. Allá en el primer siglo, durante el ministerio terrestre de Jesús y en tiempos apostólicos, había personas que tenían hambre de verdadero conocimiento de la verdad y de la unidad que acompaña a tal entendimiento claro. El hecho de que los fariseos y los saduceos y otros presentaban en falsos colores a Jesús y a sus apóstoles, haciendo que se les considerara como una ‘secta contra la cual se habla en todas partes,’ no disuadía a estas personas. (Hech. 28:22) Investigaban.
Hoy, personas, incluso bautistas, están investigando. A veces lo hacen a pesar de presión de parte de parientes y amigos, a pesar de advertencias de parte de clérigos. En vez de aceptar a ciegas la palabra de otros, han insistido en dejar que las Escrituras sean su guía en cuanto a hallar la religión verdadera. (Hech. 17:11) En su búsqueda, han investigado la obra y las publicaciones del grupo cristiano que se conoce como testigos de Jehová. 
: “Examinadlo todo; retened lo bueno.”—1 Tes. 5:21, Val.


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