martes, 3 de octubre de 2017

Hablar en lenguas...¿es bìblico hoy?





¿Es “el hablar en lenguas” para los cristianos hoy día?

La pràctica de “hablar en lenguas” es un fenómeno religioso creciente. 
Desde hace mucho los grupos religiosos “pentecostales” han orado en balbuceos que otras personas no pueden entender. 
Ahora clérigos luteranos, episcopales y presbiterianos, y hasta sacerdotes católicos romanos, han emprendido esta práctica, y la fomentan.

El movimiento “católico pentecostal” surgió en la región central de los Estados Unidos hace unos cuantos años. 
En 1967 un puñado de “católicos pentecostales” se reunieron en la Universidad Notre Dame de América. Para 1973 unas 20.000 personas celebraron una reunión anual “pentecostal” en ese sitio.

 Unas cuantas semanas después los “católicos pentecostales,” jóvenes y viejos, sacerdotes y monjas, viajaron a la Universidad Loyola de Los Ángeles para celebrar una junta similar.

¿A qué se debe este interés en las lenguas? 
Jeffrey Schiffmayer, rector suplente de la Iglesia Episcopal del Redentor en Houston, Texas, dijo, según se informó en Newsweek del 25 de junio de 1973, que una razón es que “los episcopales han llegado al punto en que ya no pueden soportar la falta que sienten de algún cristianismo público.” 
Esta revista sugiere que para muchos católicos las lenguas han reemplazado a las “medallas milagrosas,” novenas y otras devociones a María, que, antes de la celebración del Concilio Vaticano II de la Iglesia, eran aspectos principales del catolicismo popular. 
Se está mostrando un interés similar en “lenguas” y otros “dones” en Corea, Indonesia, las Filipinas, el Japón, Malaysia y otras partes del mundo.

Entre los grupos protestantes “pentecostales” el auditorio hace eco del discurso excitado del pastor con gritos de conformidad. 
Los pianos tocan ritmos vibrantes. 
Los tambores y el palmoteo rítmico contribuyen al alboroto. 
El auditorio se estremece, se tambalea y gime, mientras un niñito al fondo marca el compás con una pandereta. 
La oración es un lamento ininteligible, que la revista Time llamó “un poderoso balbuceo de gemidos, gruñidos y gritos.” 

En esas reuniones se pide a los conversos que “acepten a Jesús” y oren para recibir el espíritu santo, que, según ellos creen, les permitirá orar en “lenguas” desconocidas a los hombres.

El día de Pentecostés

Se llama a esto “pentecostalismo” debido a que la gente erróneamente cree que eso fue lo que sucedió en el día de Pentecostés del año 33 E.C. 
Aquel día unos 120 de los fieles seguidores de Cristo se llenaron de espíritu santo, como Jesús había prometido. (Juan 14:26) 

Recibieron la habilidad milagrosa de enseñar a extranjeros en sus propios idiomas. 
Este don de las “lenguas” hizo posible que los entendieran personas de por lo menos 15 países diferentes, quienes habían venido a Jerusalén para la fiesta. 
Había allí gente de tres continentes... de sitios tan remotos como Mesopotamia al este, Roma al oeste y Libia y Egipto al sur. Cada uno podía oír, en su propio idioma, “acerca de las cosas magníficas de Dios.” Debido a que oyeron y aceptaron estas cosas, más tarde muchos llevaron el emocionante mensaje de regreso a sus hogares, y se esparció rápidamente por una zona amplia.—Hech. 2:5-11.
Esos primeros cristianos no estaban hablando en “lenguas desconocidas,” ni “en lenguas de ángeles,” ni estaban usando habla ininteligible como una forma de oración a Dios, como hacen los “pentecostales” hoy día. En vez de eso, estaban hablando lenguajes extranjeros. Por eso, la famosa obra francesa de Vigouroux Dictionnaire de la Bible (Diccionario de la Biblia) correctamente dice acerca de lo que sucedió el día de Pentecostés: “No fue un asunto de lenguajes inventados, ni tampoco de gritos inarticulados, ni de exclamaciones de arrobamiento, ni de expresiones figurativas y entusiásticas, sino de lenguajes que otros hombres conocían y hablaban, el uso de los cuales el Espíritu Santo comunicó temporalmente a ciertos fieles.”—Tomo IV, columna 80.
Las “lenguas” cesarían
¿Es el hablar en “lenguas” parte del cristianismo hoy día? La respuesta es importante, sea que consideremos las “lenguas” como lenguajes extranjeros, como lo fueron en el día de Pentecostés, o como una ayuda para orar, como hacen los “pentecostales” modernos. Los que creen que los cristianos deberían hablar en “lenguas” quizás se sorprendan mucho al leer en las Biblias que ellos mismos llevan que el apóstol Pablo específicamente dijo que el hablar milagrosamente en lenguas no continuaría para siempre. Escribió: “Sea que haya lenguas, cesarán.”—1 Cor. 13:8.
A muchos “pentecostales” quizás también les sorprenda enterarse de que no todos los cristianos hablaban en “lenguas.” Pablo escribió a la congregación cristiana de Corinto: “No todos hablan en lenguas, ¿verdad?”—1 Cor. 12:30.
De hecho, parece que la congregación de Corinto le estaba atribuyendo demasiada importancia al asunto de las lenguas. Pablo les escribió que no lo hicieran. Les preguntó: “Hermanos, si yo fuera a ustedes hablándoles en lenguas, ¿de qué les serviría . . . ?” Pues de nada, a menos que él explicara lo que dijera en lenguas en un lenguaje que ellos pudieran entender. Él dijo que, al igual que los instrumentos musicales, la voz no debería emitir sonidos ‘indistintos.’ No deberíamos hablar “al aire.” El habla debería ser “fácil de entender” dijo él, a fin de que todos los presentes pudieran saber “lo que se está hablando.”—1 Cor. 14:6-9.
En el principio de la congregación cristiana se necesitaban esos dones milagrosos a fin de confirmar, de manera espectacular, que el favor de Dios ya no estaba con la nación judía, sino que ahora descansaba sobre esta nueva congregación cristiana. (Heb. 2:2-4) Más de 1.500 años antes habían ocurrido milagros en el monte Sinaí para probar que Dios en realidad había tenido mano en el establecimiento del pacto de la Ley Judía por medio de Moisés. Una vez que el hecho quedó establecido, aquellos milagros cesaron. (Éxo. 19:16-19) Ahora bien, milagros semejantes marcaron el cambio del favor de Dios al nuevo sistema cristiano. Y una vez que ese hecho quedó establecido, esos milagros también, cesaron.
No hay registro en las Escrituras de que alguien haya recibido este don después del día de Pentecostés, salvo que estuviera presente uno o más de los apóstoles que Jesús había escogido directamente. Por eso, cuando murió la última persona que había recibido los dones milagrosos del espíritu por medio de los apóstoles, esos dones especiales, como Pablo había predicho, ‘pasaron.’
¿Cuáles de los dones del espíritu permanecieron? Los que el apóstol Pablo bajo inspiración había dicho que permanecerían. Él no dijo que las lenguas permanecerían, pero sí dijo: “Ahora, sin embargo, permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres; pero el mayor de éstos es el amor.”—1 Cor. 13:8-13.
Fuente de las lenguas “pentecostales”
Pero, ¿qué se puede decir acerca de la demostración “pentecostal” moderna de hablar en lenguas que se practica en la cristiandad? A diferencia de la predicación que se hizo en el día de Pentecostés, estos grupos modernos consideran que el hablar en lenguas (glosolalia) es un tipo de oración. Explican que en el habla humana se puede decir “Dios es bueno,” “Dios es amor,” “Dios es bondadoso.” Pero creen que cuando se entregan a expresar palabras desconocidas (“Vocales y consonantes, vocales y consonantes, déjenlas fluir,” dijo un predicador protestante a personas que no podían hallar este “don”) están dejando que el espíritu “les ponga dentro una oración perfecta,” cosa que, en la ausencia de lenguas, quizás no sea posible.
Donald P. Merrifield, presidente jesuita de la Universidad Loyola, quien ora de esta manera, dice que las lenguas son “una buena forma de oración y alabanza a Dios.”
Sin embargo, puesto que el apóstol inspirado dijo que este don pasaría, la práctica moderna de hablar en lenguas no podría venir de la misma fuente de la que vinieron las lenguas cristianas primitivas. No todas las obras milagrosas que se hacen en el nombre de Jesús proceden de él. Él predijo: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí!”—Mat. 7:22, 23.
Merrifield, el presidente de la Universidad Loyola, que por años ha hablado en lenguas, dice: “Las lenguas pueden ser una experiencia histérica, o, según algunos, una experiencia diabólica.”
Todd H. Fast, rector de la Iglesia Episcopal San Clemente, en Huntington Park, California, que ha estado hablando en lenguas desde 1969, dijo: “El asunto de las lenguas es controversial. El Diablo tiene muchas maneras de trabajar sobre nosotros. Cuando se nos introduce en el bautismo del Espíritu Santo [del cual los pentecostales consideran que el hablar en lenguas es una señal] él de veras ataca.” ¿Pudiéramos suponer, pues, que Jesucristo ‘conocería’ o reconocería a los que participan en esta práctica?
Las Escrituras nos advierten en contra de “la operación de Satanás con toda obra poderosa y señales y portentos mentirosos.”—2 Tes. 2:9.
Los cristianos deben usar habla inteligente, no balbuceo
El hecho de que “el hablar en lenguas” según lo emplean los grupos “pentecostales” hoy día no es bíblico fue reconocido por el clérigo nazareno Timothy Smith, reconocido historiador de Johns Hopkins, en la quinta reunión anual de la Sociedad de Estudios Pentecostales, celebrada en Ann Harbor, Michigan, en diciembre de 1975. Él reconoció que el hablar en lenguas es atractivo “debido a su misterio” y debido a que “sobrepasa lo racional.” No obstante, declaró que el uso moderno de lenguas es un “desvío erróneo” basado en una mala interpretación de la Escritura. Smith afirmó que las “lenguas” en el “Nuevo Testamento” se refieren a dialectos conocidos, no a lenguas desconocidas. Arguyó que el tenor entero de las Escrituras es de “racionalidad y claridad,” y que la glosolalia desconocida (el hablar en lenguas) derrotaría el entendimiento. Llegando a la conclusión de que “no hay evidencia de tal glosolalia religiosa en el Nuevo Testamento, en la Iglesia primitiva, ni en la historia,” Smith hizo un llamado a los líderes pentecostales y les pidió que “usaran la honradez inteligente de manera responsable para hacer frente a este mal empleo.”—Christianity Today, 2 de enero de 1976.
Sí, también debería emplearse la honradez al presentar lo que las Escrituras dicen. Además, los verdaderos seguidores de Jesucristo deberían hablar de su corazón y mente, no con balbuceo que ni ellos ni otras personas entienden. Los cristianos deben usar habla que transmita un mensaje a la mente y corazón, a fin de que los que escuchen puedan decir, no debido al sensacionalismo ni debido a la emoción, sino de manera inteligente: “Dios verdaderamente está entre ustedes.”—1 Cor. 14:24, 25.
[Nota]
Busque las ocasiones en que se concedió este don, y verá que esto se hizo en la presencia de los apóstoles. Los pasajes son Hechos 10:44-46; 19:6.

Despertad 8 Agosto 1978

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