martes, 3 de octubre de 2017

¿Porquè lleva Dios a personas al cielo?




“¿CUÁL es su esperanza para el futuro, más allá de la vida actual?” Posiblemente la mayoría de las personas responderían que esperan ir al cielo.
The World Book Encyclopedia de 1973, explica: “La mayoría de las religiones enseñan que los ángeles viven en el cielo, y que las almas de las personas buenas van allá después de morir.”
Prosiguiendo el mismo tema, esta enciclopedia añade: “Casi todos los pueblos han soñado con un cielo donde todo sería perfecto. Parece que el cuadro que los hombres se pintan del cielo depende de su propia vida y modo de pensar. Los esquimales creen que el cielo está en la tierra calurosa. Los pueblos desérticos se imaginan que el cielo es un oasis placentero en que abunda el agua.”
Los aborígenes norteamericanos hablaban de su “terreno de caza abundante.” Mahoma, fundador de la religión islámica, enseñó que hay varios cielos, y que el primer hombre Adán está en el más bajo. Pero probablemente para la mayoría de la gente la esperanza de vida celestial se funda en las enseñanzas de Jesucristo.
Especialmente aprecian estas palabras de Jesús: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De otra manera, se lo hubiera dicho a ustedes, porque voy a preparar un lugar para ustedes. También, si prosigo mi camino [al cielo] y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes.”—Juan 14:2, 3.
¡Qué seguridad confortante les dio eso a los seguidores de Jesús de que él los recibiría en el cielo consigo mismo! Resalta la fuerte convicción que tenían los cristianos primitivos de que disfrutarían de vida celestial en las siguientes palabras que escribió un apóstol de Jesús: “En cuanto a nosotros, nuestra ciudadanía existe en los cielos, lugar de donde también esperamos con ansia a un salvador, el Señor Jesucristo.”—Fili. 3:20, 21; 2 Cor. 5:1, 2.
Pero, ¿por qué llevar a estos cristianos al cielo? ¿Con qué propósito lleva el Padre, Jehová Dios, a personas al cielo? Hay diferentes puntos de vista. En junio de 1972 dos jóvenes, de 15 y 17 años de edad, murieron electrocutados mientras limpiaban una piscina. En el funeral el cura párroco dijo:
“Esta es la manera en que Dios quiere manifestar Su gloria, Su poder. Él es el dueño de este mundo y de estas vidas. Puede tomarlas cuando quiera. Esto lo sabe nuestra fe. El mundo es un jardín y nosotros somos las flores en él. Así como lo haríamos nosotros, Dios buscó lo mejor, lo más hermoso.
“Requirió 15 y 17 años para averiguar qué flores cortar. Halló un rincón donde crecían las dos flores más hermosas y las tomó para Sí mismo. Él no es injusto. Es de esa manera que Él manifiesta Su amor.”—The Desert Sun, Palm Springs, California, 15 de julio de 1972.
Este es un punto de vista a que se atienen eminentes líderes religiosos de la cristiandad. El cardenal católico romano Richard Cushing hizo un comentario sobre por qué la atractiva joven Margaret Cadigan murió a manos de su hermano en diciembre de 1962. “Creo que ella recibió la respuesta, la única respuesta que podía recibir del Dios Todopoderoso,” dijo Cushing. Y ¿qué respuesta fue esa? “Porque te amo y quiero que vengas a casa.”
Pero ¿es ésa la razón por la cual Thomas Cadigan mató a su hermana ahorcándola... porque Dios la quería en el cielo con Él? Considere las consecuencias de esta creencia. Por ejemplo, cuando una joven que en dos ocasiones había dado a luz hijos muertos preguntó acerca de la posibilidad de emplear algún método para prevenir la preñez, el sacerdote le dijo: “Es mejor tener hijos aunque mueran, porque así más almas logran llegar al cielo.”—Parade, 25 de oct. de 1964.
¿Se propone Dios poblar el cielo con criaturas humanas, llevándose allá a todas las personas buenas? ¿Hasta les quita los hijos a los padres para que estén con él en el cielo?
Las personas pensadoras se interesan en obtener una respuesta autoritativa.
Las Escrituras aclaran que al principio Dios le dio a la humanidad un feliz hogar terrestre, y se propuso que disfrutaran de él. Nada en la Biblia indica que Dios le haya prometido a la primera pareja humana, Adán y Eva, que serían transportados al cielo para llegar a ser ángeles si continuaban fieles a Dios por un espacio de tiempo en la Tierra. De hecho, en todas las Escrituras inspiradas desde Génesis hasta Malaquías, no se les brindó a las criaturas humanas promesas de ir al cielo; tampoco fue al cielo persona alguna.
La palabra de Jesucristo nos asegura la certeza de esto. Él dijo: “Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre.” (Juan 3:13) Por eso Pedro, el apóstol de Jesús, dijo acerca de David, un fiel siervo de Dios: “Falleció y también fue sepultado y su tumba está entre nosotros hasta este día. De hecho David no ascendió a los cielos.”—Hech. 2:29, 34.
No se les brindó una esperanza celestial a las personas que vivieron antes de la muerte de Jesucristo. Eso explica por qué Jesús dijo: “No ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos mayor es que él.” (Mat. 11:11) Entonces, si no se les brindó una esperanza celestial a los fieles siervos de Dios antes que Cristo viniera a la Tierra, ¿por qué promete Dios llevar a ciertos cristianos al cielo? La razón está relacionada con el propósito original de Dios de tener un paraíso terrestre de extensión mundial poblado de criaturas humanas felices y sanas.
A fin de cumplir su propósito original, Dios introdujo algo nuevo... un gobierno nuevo para regir la Tierra. Dios designó a su Hijo, Jesucristo, para ser el rey de este gobierno, que en la Biblia se llama el “reino de Dios” o “el reino de los cielos.” (Luc. 8:1; Mat. 4:17) Y desde los días de Juan el Bautista, quien bautizó a Jesús, Dios ha estado escogiendo de entre la humanidad a las personas que serán corregentes con su Hijo en este gobierno celestial. La Biblia dice: “Han de gobernar como reyes sobre la tierra.” (Rev. 5:9, 10) Un gobernante futuro, el apóstol Pablo, escribió a otro, el hombre Timoteo, diciendo: “Si seguimos aguantando, también gobernaremos juntos como reyes.”—2 Tim. 2:12; Luc. 22:28-30.
De modo que la razón por la cual Dios lleva a personas al cielo es para formar un gobierno celestial que rija esta Tierra. No es para poblar el cielo, escoger a niños —“hermosas flores”— para sí mismo. No, porque aquellos a quienes Dios escoge para vida celestial son personas que han sido probadas cabalmente y han demostrado que satisfacen los requisitos para ser corregentes con Cristo. (Rev. 20:6; 2:10) Solo se llevará al cielo un número limitado para formar este gobierno celestial, y la Biblia especifica que la cantidad es “ciento cuarenta y cuatro mil.”—Rev. 14:1, 3.
¡Qué maravilloso será en el futuro cuando Cristo y sus 144.000 asociados del Reino gobiernen la Tierra! Entre sus súbditos terrestres habrá miles de millones de personas resucitadas de entre los muertos, incluso hombres fieles de tiempos precristianos como David y Juan el Bautista. La promesa segura es que entonces “la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:4; Juan 5:28, 29.

Despertad 22 Enero 1978

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