martes, 3 de octubre de 2017

Velorio en El Salvador



¿Es ésta una práctica cristiana?

LA NOCHE estaba caliente, con la humedad típica de los trópicos. Mi esposa y yo nos dirigíamos a casa y al doblar en cierta esquina, algo interrumpió nuestros pensamientos y nuestra conversación. Oíamos los sonidos de lo que parecía ser una fiesta.
Al acercarnos a la casa de la cual venían los sonidos, notamos las evidencias corrientes de una fiesta desenfrenada. Algunos, debido a haber bebido mucho, hablaban con voz fuerte y alterada. En la acera, precisamente enfrente de la casa, algunos hombres discutían.
Pero había algo diferente acerca de esta reunión. Todos los concurrentes vestían de negro. Después de cruzar la calle para evitar la muchedumbre, algo en la casa nos llamó la atención. En un extremo del cuarto había un pequeño ataúd, evidentemente de un niño. El ataúd estaba cubierto con coronas de flores. Enfrente de él alguien había colocado velas.
Todo esto nos llenó de curiosidad. Evidentemente al notar nuestras expresiones perplejas, un hombre que caminaba en nuestro lado de la calle se nos acercó y nos explicó: “Es una vela.” Añadió: “Pasarán toda la noche ahí.”
Esto nos dejó con muchas preguntas. Nos preguntábamos: ¿Cuál es el propósito de permanecer despiertos durante toda la noche en la presencia de un muerto? ¿Por qué adornan el féretro con coronas y colocan velas encendidas ante él? Puesto que alguien había muerto, ¿era apropiado el que los afligidos bebieran en demasía y participaran en una fiesta desordenada? ¿Es el celebrar velas o velorios por los muertos durante toda la noche una práctica cristiana?
Buscamos las respuestas
Regresamos a casa esa noche resueltos a hallar las respuestas a estas preguntas. Nuestra investigación incluyó entrevistas con personas aquí en El Salvador, así como lectura de obras de consulta. ¿Qué averiguamos?
La Enciclopedia Ilustrada Cumbre hace notar que el propósito de una “vela” o velorio es acompañar a la familia del difunto y rendir homenaje a éste. No siempre está el cadáver en el ataúd. A veces se deja en el lecho mortuorio. Por lo general se rodea el cadáver de objetos religiosos y velas de cera encendidas. En ciertas ocasiones en el velorio también se queman hierbas o incienso y se colocan flores alrededor del féretro. Como sucedió en el caso del velorio que observamos, a menudo la familia provee alimento y bebidas a los dolientes que asisten.
Descubrimos que en las diferentes zonas varían un poco las costumbres acerca de los velorios. Por ejemplo, en algunos países de la América Latina acostumbran colocar al niño muerto en una silla y vestirlo de ángel. Se hace así porque se cree que el “alma inmortal” del jovencito va directamente al cielo. En armonía con esto, leemos en el periódico salvadoreño El Diario de Hoy:
“En algunas poblaciones de El Salvador de Centroamérica, cuando alguien fallece, sobre todo si es un niño, revientan cohetes y entonan alegres canciones al compás de guitarras y violines. Se hacen tamales y pan dulce, que se reparten entre brindis de aguardiente. . . . Las gentes de esos lugares piensan que los niños vuelan inmediatamente al cielo para convertirse en ‘angelitos de Dios.’ Según los entendidos, esta costumbre de cantar en un velorio o entierro es una rara mezcla de cristianismo con desconocidas tradiciones indígenas.”
Origen no cristiano
Esa última expresión, “una rara mezcla de cristianismo con desconocidas tradiciones indígenas,” recalca un punto importante. Los velorios no son de origen cristiano. Confirma esto un artículo en la Encyclopædia Britannica acerca de los velatorios en Inglaterra:
“La costumbre, en lo que respecta a Inglaterra, parece ser más vieja que el cristianismo, y haber sido al principio esencialmente una costumbre céltica. Sin duda tuvo un origen supersticioso, el temor de que los espíritus malignos hicieran daño al cuerpo o hasta lo removieran, y quizás haya contribuido el deseo práctico de mantener alejadas las ratas y otras sabandijas. . . . Con la introducción del cristianismo se añadió el ofrecimiento de oración a la sencilla vigilia, que hasta ese entonces había sido caracterizada por salmodias fúnebres formales y narraciones de la historia de la vida del difunto. Como regla, el cadáver, con un plato de sal sobre su pecho, se colocaba debajo de una mesa, sobre la cual se ponían bebidas alcohólicos para los veladores. Estos velorios privados pronto solían convertirse en orgías de bebidas.”
Además del origen no cristiano de los velorios, las ceremonias que los acompañan, como el uso de coronas y velas encendidas, así como la extraña costumbre de vestir a los niños muertos para que parezcan “ángeles,” están opuestas al cristianismo. ¿Por qué? Porque estas cosas sugieren a muchos que la gente tiene un alma inmortal que continúa viviendo después de la muerte.
Sin embargo, la Biblia presenta la muerte en una luz enteramente diferente. Las palabras de Jesús acerca de uno de sus amigos que había muerto son muy reveladoras. Leemos: “‘Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño.’ Por lo tanto los discípulos le dijeron: ‘Señor, si está descansando, sanará.’ Sin embargo, Jesús había hablado de su muerte. Pero ellos se imaginaban que él estaba hablando de descansar en el sueño. Entonces, por lo tanto, Jesús les dijo francamente: ‘Lázaro ha muerto.’”—Juan 11:11-14.
Jesús comparó la muerte con el sueño. Tal como la gente está inconsciente mientras duerme, así la Biblia nos asegura: “En cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto.”—Ecl. 9:5; Job 3:11-13; Sal. 146:3, 4.
¿Significa esto que no podremos ver de nuevo a nuestros seres queridos que han muerto? Por el contrario, Jesús prometió: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” (Juan 5:28, 29) Durante su ministerio terrestre, Jesús demostró su poder a este respecto. La Biblia registra tres resurrecciones que él efectuó. (Luc. 7:11-17; 8:41, 42, 49-56; Juan 11:1-44) Es interesante el hecho de que al ser resucitados, los individuos muertos volvieron a la vida como seres humanos. Así Jesús demostró la certeza de la esperanza de la resurrección, en vez de la supervivencia del alma inmortal en alguna región invisible.
Nuestra investigación ciertamente fue reveladora. Para resumir, aprendimos que las velas o velorios de toda la noche en honor de los muertos se originaron de la religión precristiana, no bíblica. Además, esta costumbre promueve la falsa creencia de que hay un alma inmortal que, al morir la criatura, pasa a la vida en una región invisible. También se violan principios bíblicos en los velorios porque a menudo se bebe en exceso y la conducta se pone desenfrenada.—Rom. 13:13, 14; 1 Ped. 4:3.
Por supuesto, el visitar a las personas que han perdido un ser querido para ofrecerles consuelo y ayuda es algo excelente. Sea que uno lo haga en una funeraria durante las horas de visita, o en cualquier otro lugar, esto es un asunto de selección personal. Sin embargo, el observar largos períodos de duelo y vigilias de toda la noche no es una práctica cristiana.

Despertad 8 Febrero 1978

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